PALIKIR/SAN FRANCISCO – Un ramillete de pequeñas islas del Pacífico va camino de hacer historia en la gestión de los recursos pesqueros globales. Esta semana, cuando conservacionistas de todo el mundo se reunieron en la quinta conferencia anual Nuestro Océano en Bali, los Estados Federados de Micronesia (EFM) presentaron una promesa audaz y formularon un desafío incluso más audaz: llegar en 2023 a la total transparencia en la pesca del atún.
Si otros imitan el compromiso de los EFM, los ciudadanos del Pacífico podrán recuperar el control de un recurso natural fundamental para las economías de la región. Esto promovería la prosperidad futura, al contribuir a una pesca sostenible del atún y a que los barcos extranjeros que operan en estas aguas no se lleven más de lo permitido por ley.
Esta semana los EFM y The Nature Conservancy presentarán el desafío de transparencia en la pesca de atún mediante la tecnología, que propone una combinación de mecanismos de control y pactos regionales con el objetivo de mejorar el seguimiento de las actividades pesqueras. Con esta iniciativa, es la primera vez que un país en desarrollo se compromete a un 100% de transparencia en la gestión de sus pesquerías; si lo consigue, puede ser el inicio de una transformación en el manejo de los recursos pesqueros en todo el mundo.
Aunque los EFM y los otros siete estados insulares que componen las Partes del Acuerdo de Naurú (PNA en inglés) parezcan pequeños puntos en el mapa, gobiernan sobre una extensión de océano mayor en tamaño a Europa y son potencias globales en materia de pesca; controlan más de la mitad de las reservas mundiales de atún listado y cerca de un tercio de las de atún en general, lo que los convierte en una auténtica OPEP del mar.
Los EFM ya están trabajando para usar esta posición de mercado como una fuerza para el bien. Peces como el atún son importantes commodities globales, pero la industria está en decadencia en todo el mundo. Al comprometerse con una transparencia plena y exhortar al sector privado a hacer lo mismo, los EFM enviarán un claro mensaje de la necesidad urgente de emplear prácticas pesqueras sostenibles para proteger a estas especies cruciales.
Pero la motivación real del compromiso de los EFM tiene un carácter más local. En nuestras islas, el atún no es un mero commodity: es la fuente de ingresos que construye escuelas, paga salarios a los maestros, pavimenta calles y mantiene hospitales abiertos. Es el cimiento socioeconómico de comunidades que se encuentran en la primera línea de exposición al cambio climático y al aumento de nivel de los mares. Es decir, estamos librando una lucha existencial por el bienestar de la gente hoy y la supervivencia de las sociedades insulares en el futuro.
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La rica pesquería atunera de los EFM ya provee la mitad de los ingresos del país, pero podría aportar mucho más, ya que las flotas pesqueras extranjeras se llevan una parte excesiva del valor de las capturas de atún en aguas locales. Para evitarlo es esencial la transparencia. La vigilancia electrónica y humana nos permitirá detener la pesca ilegal, no informada y no regulada, que despoja a la región de más de 600 millones de dólares al año. Contra lo que suele creerse, la mayor parte de la pesca clandestina no es obra de operadores piratas, sino de barcos extranjeros con licencia que presentan información incompleta, o directamente falsa, sobre lo que capturan.
La vigilancia electrónica de avanzada también ayudará a proteger la sostenibilidad de los stocks de peces y de las comunidades que sustentan. Hoy la falta de datos de seguimiento confiables dificulta la fijación de límites de pesca que protejan a las especies (y todavía más su fiscalización).
Para remediarlo, los EFM planean instalar sensores remotos, sistemas GPS, cámaras y dispositivos de rastreo en cada barco de espinel/palangre que opere en sus aguas, en un plazo de cinco años. Esto permitirá reunir información sobre la composición de capturas, descartes y capturas incidentales, que a su vez ayudará a minimizar la captura accidental de tiburones, tortugas y mamíferos marinos. Lo más importante es que estas herramientas también darán a las autoridades datos para la gestión en tiempo real de los recursos oceánicos. Al sumarse a los EFM en estas iniciativas, las PNA pueden impulsar una mayor transparencia y fijar nuevos estándares para la gestión de pesquerías.
Ya sabemos que la cooperación y la conservación pueden ser muy beneficiosas. Por ejemplo, desde que las PNA iniciaron en 2007 un esquema de días de pesca por barco –que limita la actividad de las flotas pesqueras extranjeras– las ganancias anuales derivadas del atún aumentaron de cerca de 60 millones de dólares a más de 500 millones. Los ministerios de pesca del Pacífico esperan aumentar todavía más los ingresos mediante la cooperación con The Nature Conservancy para la implementación conjunta de un sistema similar al que se usa en el oeste de Alaska, donde el Programa de Cuotas para el Desarrollo Comunitario (CDQ) ayudó a comunidades pobres a generar ingresos mediante la inversión en la actividad pesquera.
A través del compromiso con la plena transparencia y el lanzamiento de una iniciativa similar al CDQ para las PNA se busca que una parte mayor de la riqueza atunera se quede en el Pacífico. La promoción de mejores prácticas de pesca nos permitirá aumentar los flujos regionales de ingresos para reconstruir y restaurar las pesquerías, mejorar la seguridad alimentaria y laboral, y fortalecer la resiliencia al cambio climático.
Creemos que los peces, los ecosistemas marinos y los seres humanos pueden coexistir y prosperar, y que el camino a la sostenibilidad pasa por el empoderamiento de las comunidades. Esperamos que esta visión sea compartida por los vecinos de los EFM en el Pacífico, los organismos de defensa de los consumidores y los miembros de la industria pesquera reunidos en Bali esta semana. Proteger un tercio de las reservas mundiales de atún puede ser sólo el inicio de la revolución global de transparencia que se necesita para salvaguardar nuestros océanos y nuestro futuro.
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At the end of a year of domestic and international upheaval, Project Syndicate commentators share their favorite books from the past 12 months. Covering a wide array of genres and disciplines, this year’s picks provide fresh perspectives on the defining challenges of our time and how to confront them.
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PALIKIR/SAN FRANCISCO – Un ramillete de pequeñas islas del Pacífico va camino de hacer historia en la gestión de los recursos pesqueros globales. Esta semana, cuando conservacionistas de todo el mundo se reunieron en la quinta conferencia anual Nuestro Océano en Bali, los Estados Federados de Micronesia (EFM) presentaron una promesa audaz y formularon un desafío incluso más audaz: llegar en 2023 a la total transparencia en la pesca del atún.
Si otros imitan el compromiso de los EFM, los ciudadanos del Pacífico podrán recuperar el control de un recurso natural fundamental para las economías de la región. Esto promovería la prosperidad futura, al contribuir a una pesca sostenible del atún y a que los barcos extranjeros que operan en estas aguas no se lleven más de lo permitido por ley.
Esta semana los EFM y The Nature Conservancy presentarán el desafío de transparencia en la pesca de atún mediante la tecnología, que propone una combinación de mecanismos de control y pactos regionales con el objetivo de mejorar el seguimiento de las actividades pesqueras. Con esta iniciativa, es la primera vez que un país en desarrollo se compromete a un 100% de transparencia en la gestión de sus pesquerías; si lo consigue, puede ser el inicio de una transformación en el manejo de los recursos pesqueros en todo el mundo.
Aunque los EFM y los otros siete estados insulares que componen las Partes del Acuerdo de Naurú (PNA en inglés) parezcan pequeños puntos en el mapa, gobiernan sobre una extensión de océano mayor en tamaño a Europa y son potencias globales en materia de pesca; controlan más de la mitad de las reservas mundiales de atún listado y cerca de un tercio de las de atún en general, lo que los convierte en una auténtica OPEP del mar.
Los EFM ya están trabajando para usar esta posición de mercado como una fuerza para el bien. Peces como el atún son importantes commodities globales, pero la industria está en decadencia en todo el mundo. Al comprometerse con una transparencia plena y exhortar al sector privado a hacer lo mismo, los EFM enviarán un claro mensaje de la necesidad urgente de emplear prácticas pesqueras sostenibles para proteger a estas especies cruciales.
Pero la motivación real del compromiso de los EFM tiene un carácter más local. En nuestras islas, el atún no es un mero commodity: es la fuente de ingresos que construye escuelas, paga salarios a los maestros, pavimenta calles y mantiene hospitales abiertos. Es el cimiento socioeconómico de comunidades que se encuentran en la primera línea de exposición al cambio climático y al aumento de nivel de los mares. Es decir, estamos librando una lucha existencial por el bienestar de la gente hoy y la supervivencia de las sociedades insulares en el futuro.
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La rica pesquería atunera de los EFM ya provee la mitad de los ingresos del país, pero podría aportar mucho más, ya que las flotas pesqueras extranjeras se llevan una parte excesiva del valor de las capturas de atún en aguas locales. Para evitarlo es esencial la transparencia. La vigilancia electrónica y humana nos permitirá detener la pesca ilegal, no informada y no regulada, que despoja a la región de más de 600 millones de dólares al año. Contra lo que suele creerse, la mayor parte de la pesca clandestina no es obra de operadores piratas, sino de barcos extranjeros con licencia que presentan información incompleta, o directamente falsa, sobre lo que capturan.
La vigilancia electrónica de avanzada también ayudará a proteger la sostenibilidad de los stocks de peces y de las comunidades que sustentan. Hoy la falta de datos de seguimiento confiables dificulta la fijación de límites de pesca que protejan a las especies (y todavía más su fiscalización).
Para remediarlo, los EFM planean instalar sensores remotos, sistemas GPS, cámaras y dispositivos de rastreo en cada barco de espinel/palangre que opere en sus aguas, en un plazo de cinco años. Esto permitirá reunir información sobre la composición de capturas, descartes y capturas incidentales, que a su vez ayudará a minimizar la captura accidental de tiburones, tortugas y mamíferos marinos. Lo más importante es que estas herramientas también darán a las autoridades datos para la gestión en tiempo real de los recursos oceánicos. Al sumarse a los EFM en estas iniciativas, las PNA pueden impulsar una mayor transparencia y fijar nuevos estándares para la gestión de pesquerías.
Ya sabemos que la cooperación y la conservación pueden ser muy beneficiosas. Por ejemplo, desde que las PNA iniciaron en 2007 un esquema de días de pesca por barco –que limita la actividad de las flotas pesqueras extranjeras– las ganancias anuales derivadas del atún aumentaron de cerca de 60 millones de dólares a más de 500 millones. Los ministerios de pesca del Pacífico esperan aumentar todavía más los ingresos mediante la cooperación con The Nature Conservancy para la implementación conjunta de un sistema similar al que se usa en el oeste de Alaska, donde el Programa de Cuotas para el Desarrollo Comunitario (CDQ) ayudó a comunidades pobres a generar ingresos mediante la inversión en la actividad pesquera.
A través del compromiso con la plena transparencia y el lanzamiento de una iniciativa similar al CDQ para las PNA se busca que una parte mayor de la riqueza atunera se quede en el Pacífico. La promoción de mejores prácticas de pesca nos permitirá aumentar los flujos regionales de ingresos para reconstruir y restaurar las pesquerías, mejorar la seguridad alimentaria y laboral, y fortalecer la resiliencia al cambio climático.
Creemos que los peces, los ecosistemas marinos y los seres humanos pueden coexistir y prosperar, y que el camino a la sostenibilidad pasa por el empoderamiento de las comunidades. Esperamos que esta visión sea compartida por los vecinos de los EFM en el Pacífico, los organismos de defensa de los consumidores y los miembros de la industria pesquera reunidos en Bali esta semana. Proteger un tercio de las reservas mundiales de atún puede ser sólo el inicio de la revolución global de transparencia que se necesita para salvaguardar nuestros océanos y nuestro futuro.
Traducción: Esteban Flamini