EL CAIRO – Egipto, conocido por su vibrante cultura y rica historia, atraviesa tiempos difíciles, con una economía tambaleante y un sistema de salud en deterioro. Es emblemático de este declive un alarmante aumento de los nacimientos por cesárea, que expone profundas desigualdades en el sector sanitario del país.
Según la Encuesta de Salud Familiar de Egipto, el porcentaje de cesáreas en el país se ha disparado en la última década, del 52% de los nacimientos en 2014 a un asombroso 72% en 2021. Esto implica que hoy Egipto es el cuarto país con mayor proporción de cesáreas, unas cinco veces la tasa de entre 10 y 15% que recomienda la Organización Mundial de la Salud.
Cabe señalar que en los últimos años ha habido un aumento de la proporción de cesáreas en todo Medio Oriente y el Norte de África (MENA). Las cifras en Arabia Saudita, Emiratos Árabes Unidos y Jordania, por ejemplo, son 35%, 40% y 30%, respectivamente.
Fuera de la región MENA, los índices son muy diversos. En Estados Unidos, las cesáreas representan más del 32% de los nacimientos, mientras que en los 27 estados miembros de la Unión Europea están entre el 16% y el 52%. Pero los factores que contribuyen a la prevalencia del parto quirúrgico suelen ser similares, e incluyen las prácticas de los profesionales médicos, las preferencias de las pacientes y una variedad de cuestiones legales.
En Egipto, sin embargo, el problema se ve agravado por la inestabilidad económica, una financiación insuficiente del sistema sanitario y la dependencia excesiva de proveedores privados. Esta combinación genera incentivos distorsionados que favorecen el parto quirúrgico y catapultan al país a los primeros lugares del listado internacional. En 2017, el 56% de la financiación del sistema sanitario surgió de los pagos de bolsillo de los pacientes, un porcentaje muy superior al promedio del 40% en los países de ingresos bajos y medianos bajos.
El principal motor de estas tendencias es la crisis económica. Una elevada inflación, la devaluación de la moneda y la reducción del gasto estatal en servicios públicos han tenido un efecto negativo sobre la asequibilidad y accesibilidad de la atención sanitaria.
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Las consecuencias del aumento de las cesáreas en Egipto van mucho más allá de los riesgos de salud inmediatos para madres e infantes. Los efectos a largo plazo incluyen una mayor probabilidad de complicaciones en futuros embarazos, tasas de mortalidad materna elevadas y crecientes tensiones en el sistema de salud. Además, la turbulencia económica somete a grandes presiones a los proveedores privados, que en muchos casos, en vez de centrar la atención en el paciente, priorizan la eficiencia y el beneficio financiero.
Esto, a su vez, ha llevado al sector sanitario a adoptar un enfoque utilitarista que ve en las cesáreas la opción más lucrativa. Un estudio de 2017 halló que la proporción de cesáreas en los hospitales privados es mayor que en los hospitales públicos y creció a más del cuádruple entre 2005 y 2014.
Dicho aumento en el sector privado puede atribuirse a una variedad de factores, que incluyen: incumplimiento de las normas, vigilancia insuficiente del Estado y la preferencia de las pacientes por aquellos establecimientos privados que ofrezcan tecnologías médicas avanzadas y una mejor atención (sobre todo cuando se prevé un parto complicado). Además, los obstetras tienden a favorecer procedimientos que les permitan gestionar mejor sus horarios.
Aunque sus costos y riesgos sanitarios son mayores, la difundida percepción de que las cesáreas son la opción preferida de los médicos lleva a considerarlas como la alternativa más conveniente y segura. Según una encuesta realizada en 2015 por el Ministerio de Salud de Egipto, ocho de cada diez mujeres casadas, divorciadas, separadas o viudas de entre 15 y 49 años de edad y familiarizadas con el parto por cesárea creen que es el procedimiento preferido por los médicos. De modo que en un país donde la mayor parte del gasto en atención médica surge del bolsillo del paciente, muchas familias se sienten obligadas a elegir una cesárea costosa y a menudo innecesaria en un establecimiento privado.
Esto subraya la necesidad urgente de una reforma integral del sistema de salud que garantice un acceso equitativo a atención obstétrica de alta calidad, cualquiera sea la condición socioeconómica de la paciente. Para dar respuesta al aumento de cesáreas se necesita un enfoque multidimensional que combine intervenciones económicas y educativas, además de inversión estatal en infraestructura y la adopción de protocolos obstétricos con base empírica. También es importante llevar adelante campañas de concientización pública que expliquen a la población (y en particular a las mujeres embarazadas) los riesgos y beneficios asociados con las distintas modalidades de parto.
Con acciones decisivas para abordar los problemas económicos y sistémicos que impulsan el aumento de las cesáreas, Egipto puede comenzar a restablecer un equilibrio en su sector sanitario, para que el parto siga siendo una experiencia segura y saludable para las madres y sus bebés.
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World order is a matter of degree: it varies over time, depending on technological, political, social, and ideological factors that can affect the global distribution of power and influence norms. It can be radically altered both by broader historical trends and by a single major power's blunders.
examines the role of evolving power dynamics and norms in bringing about stable arrangements among states.
Donald Trump has left no doubt that he wants to build an authoritarian, illiberal world order based on traditional spheres of influence and agreements with other illiberal leaders. The only role that the European Union plays in his script is an obstacle that must be pushed aside.
warns that the European Union has no place in Donald Trump’s illiberal worldview.
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EL CAIRO – Egipto, conocido por su vibrante cultura y rica historia, atraviesa tiempos difíciles, con una economía tambaleante y un sistema de salud en deterioro. Es emblemático de este declive un alarmante aumento de los nacimientos por cesárea, que expone profundas desigualdades en el sector sanitario del país.
Según la Encuesta de Salud Familiar de Egipto, el porcentaje de cesáreas en el país se ha disparado en la última década, del 52% de los nacimientos en 2014 a un asombroso 72% en 2021. Esto implica que hoy Egipto es el cuarto país con mayor proporción de cesáreas, unas cinco veces la tasa de entre 10 y 15% que recomienda la Organización Mundial de la Salud.
Cabe señalar que en los últimos años ha habido un aumento de la proporción de cesáreas en todo Medio Oriente y el Norte de África (MENA). Las cifras en Arabia Saudita, Emiratos Árabes Unidos y Jordania, por ejemplo, son 35%, 40% y 30%, respectivamente.
Fuera de la región MENA, los índices son muy diversos. En Estados Unidos, las cesáreas representan más del 32% de los nacimientos, mientras que en los 27 estados miembros de la Unión Europea están entre el 16% y el 52%. Pero los factores que contribuyen a la prevalencia del parto quirúrgico suelen ser similares, e incluyen las prácticas de los profesionales médicos, las preferencias de las pacientes y una variedad de cuestiones legales.
En Egipto, sin embargo, el problema se ve agravado por la inestabilidad económica, una financiación insuficiente del sistema sanitario y la dependencia excesiva de proveedores privados. Esta combinación genera incentivos distorsionados que favorecen el parto quirúrgico y catapultan al país a los primeros lugares del listado internacional. En 2017, el 56% de la financiación del sistema sanitario surgió de los pagos de bolsillo de los pacientes, un porcentaje muy superior al promedio del 40% en los países de ingresos bajos y medianos bajos.
El principal motor de estas tendencias es la crisis económica. Una elevada inflación, la devaluación de la moneda y la reducción del gasto estatal en servicios públicos han tenido un efecto negativo sobre la asequibilidad y accesibilidad de la atención sanitaria.
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Las consecuencias del aumento de las cesáreas en Egipto van mucho más allá de los riesgos de salud inmediatos para madres e infantes. Los efectos a largo plazo incluyen una mayor probabilidad de complicaciones en futuros embarazos, tasas de mortalidad materna elevadas y crecientes tensiones en el sistema de salud. Además, la turbulencia económica somete a grandes presiones a los proveedores privados, que en muchos casos, en vez de centrar la atención en el paciente, priorizan la eficiencia y el beneficio financiero.
Esto, a su vez, ha llevado al sector sanitario a adoptar un enfoque utilitarista que ve en las cesáreas la opción más lucrativa. Un estudio de 2017 halló que la proporción de cesáreas en los hospitales privados es mayor que en los hospitales públicos y creció a más del cuádruple entre 2005 y 2014.
Dicho aumento en el sector privado puede atribuirse a una variedad de factores, que incluyen: incumplimiento de las normas, vigilancia insuficiente del Estado y la preferencia de las pacientes por aquellos establecimientos privados que ofrezcan tecnologías médicas avanzadas y una mejor atención (sobre todo cuando se prevé un parto complicado). Además, los obstetras tienden a favorecer procedimientos que les permitan gestionar mejor sus horarios.
Aunque sus costos y riesgos sanitarios son mayores, la difundida percepción de que las cesáreas son la opción preferida de los médicos lleva a considerarlas como la alternativa más conveniente y segura. Según una encuesta realizada en 2015 por el Ministerio de Salud de Egipto, ocho de cada diez mujeres casadas, divorciadas, separadas o viudas de entre 15 y 49 años de edad y familiarizadas con el parto por cesárea creen que es el procedimiento preferido por los médicos. De modo que en un país donde la mayor parte del gasto en atención médica surge del bolsillo del paciente, muchas familias se sienten obligadas a elegir una cesárea costosa y a menudo innecesaria en un establecimiento privado.
Esto subraya la necesidad urgente de una reforma integral del sistema de salud que garantice un acceso equitativo a atención obstétrica de alta calidad, cualquiera sea la condición socioeconómica de la paciente. Para dar respuesta al aumento de cesáreas se necesita un enfoque multidimensional que combine intervenciones económicas y educativas, además de inversión estatal en infraestructura y la adopción de protocolos obstétricos con base empírica. También es importante llevar adelante campañas de concientización pública que expliquen a la población (y en particular a las mujeres embarazadas) los riesgos y beneficios asociados con las distintas modalidades de parto.
Con acciones decisivas para abordar los problemas económicos y sistémicos que impulsan el aumento de las cesáreas, Egipto puede comenzar a restablecer un equilibrio en su sector sanitario, para que el parto siga siendo una experiencia segura y saludable para las madres y sus bebés.
Traducción: Esteban Flamini