LUXEMBURGO – Es fácil pensar que los seres humanos existen al margen de la naturaleza. Pero las mayores amenazas para la humanidad provienen de crisis que afectan a la naturaleza, sobre todo el cambio climático, la pérdida de biodiversidad y la contaminación desenfrenada. No podremos hacer frente a ninguna de ellas hasta que dejemos de dar por sentada la naturaleza y empecemos a invertir más en ella.
Las inversiones “positivas para la naturaleza” en conservación marina, gestión sostenible de la tierra, seguridad hídrica y reforestación podrían aportar aproximadamente el 30%de la reducción de emisiones necesaria para limitar el calentamiento global a 1,5°C -la meta consagrada en el acuerdo climático de París-. Asimismo, este tipo de inversiones no solo mejorarían nuestra resiliencia al cambio climático; también ayudarían a prevenir futuras pandemias.
En vísperas de la 16 Conferencia de las Partes (COP16) del Convenio de las Naciones Unidas sobre Diversidad Biológica que se celebrará este mes en Cali, Colombia, debemos recordar que las crisis que afectan a la naturaleza también plantean riesgos estructurales para la economía global, para nuestro bienestar colectivo y para nuestra prosperidad, y los Objetivos de Desarrollo Sostenible de las Naciones Unidas. El 55% del PIB mundial depende en mayor o menor medida de la naturaleza.
En Cali, los delegados de casi 200 países discutirán la manera de acelerar la acción para proteger el 30% de la tierra y las zonas marítimas del planeta, reducir la contaminación y restaurar los ecosistemas degradados de aquí a 2030. Uno de los obstáculos clave para cumplir con estas metas ambiciosas es el financiamiento. Actualmente no solo invertimos demasiado en actividades que perjudican a la naturaleza y agravamos nuestros problemas; invertimos apenas un tercio de lo que hace falta para cumplir con las metas para 2030 en materia de clima, biodiversidad y degradación de la tierra.
Para incrementar la inversión positiva para la naturaleza, tenemos que hacer cuatro cosas. Primero, debemos crear alianzas público-privadas más efectivas entre los países y los bancos de desarrollo públicos, así como con las organizaciones de defensa de la naturaleza, las empresas y las instituciones financieras del sector privado. Esto ayudaría a reducir el riesgo de las inversiones, preparar proyectos y conseguir un impacto a escala para el clima, la naturaleza y el desarrollo económico inclusivo. Segundo, necesitamos reactivar y agilizar las prácticas regenerativas y la gestión de la biodiversidad, particularmente en el sector agrícola, forestal y pesquero.
Tercero, necesitamos principios, normas y mecanismos de divulgación comunes para rastrear la financiación positiva para la naturaleza y su impacto, y para divulgar más información sobre las huellas relacionadas con la naturaleza, las dependencias y la exposición al riesgo de las empresas y las instituciones financieras. Por último, para tomar en consideración a la naturaleza en todas las políticas y decisiones de inversión, debemos reducir el flujo de financiamiento a actividades que son perjudiciales para la naturaleza.
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Los bancos multilaterales de desarrollo desempeñarán un papel clave en el incremento de las inversiones verdes. Instituciones como el Banco Europeo de Inversiones ya están intensificando su apoyo a la protección, restauración y uso sostenible de la naturaleza con el lanzamiento de principios comunes para hacer un seguimiento del financiamiento positivo para la naturaleza. Esta información es esencial para medir e incorporar a la naturaleza en las operaciones de los prestadores multilaterales, así como para informar a otros inversores sobre qué constituye una inversión positiva para la naturaleza. Ya están en marcha alianzas y esfuerzos conjuntos para poner en práctica estos principios.
A nivel europeo, el BEI está trabajando estrechamente con la Comisión Europea para respaldar la implementación de la Estrategia de Biodiversidad 2030 de la Unión Europea a nivel mundial. Nos esforzamos por garantizar que todos los proyectos que financiamos no causen “ninguna pérdida” de biodiversidad e incorporamos consideraciones en torno a la biodiversidad y el ecosistema en todas nuestras actividades.
Asimismo, como uno de los mayores desafíos del incremento de las inversiones positivas para la naturaleza radica en la estructuración de los proyectos, prestamos servicios de asesoramiento para ayudar a poner en marcha iniciativas de restauración de la naturaleza y la biodiversidad. En Marruecos, el BEI asesoró y prestó 100 millones de euros (109 millones de dólares) para preservar y restablecer más de 600.000 hectáreas de bosques. En Costa de Marfil, nos estamos preparando para apoyar un cultivo sostenible de cacao en el que se preserven los bosques en lugar de talarlos. Y para apoyar la conservación marina, estamos trabajando con instituciones asociadas en la muy exitosa Iniciativa Océanos Limpios, que se ha adelantado al calendario a la hora de aportar 4.000 millones de euros para proyectos destinados a limitar los desechos plásticos.
Los instrumentos financieros innovadores que transfieren el riesgo pueden ayudar a movilizar más financiamiento público y privado para este tipo de inversiones. El Fondo para la Neutralidad de la Degradación del Suelo financiado por el BEI, por ejemplo, ofrece financiamiento y asistencia técnica para la agricultura y silvicultura sostenibles en todo el mundo, y el Fondo EcoEmpresas apoya a las empresas favorables a la biodiversidad en América Latina. El BEI también está explorando una nueva inversión en un fondo que apoya proyectos de reforestación, gestión forestal y conservación en la región. En la COP16, esperamos aprovechar estas iniciativas para incrementar la financiación en favor de la naturaleza.
Necesitamos con urgencia reducir el flujo de financiación para actividades que sean nocivas para la naturaleza. Es algo central para superar la triple crisis planetaria del cambio climático, la contaminación y la pérdida de biodiversidad.
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At the end of a year of domestic and international upheaval, Project Syndicate commentators share their favorite books from the past 12 months. Covering a wide array of genres and disciplines, this year’s picks provide fresh perspectives on the defining challenges of our time and how to confront them.
ask Project Syndicate contributors to select the books that resonated with them the most over the past year.
LUXEMBURGO – Es fácil pensar que los seres humanos existen al margen de la naturaleza. Pero las mayores amenazas para la humanidad provienen de crisis que afectan a la naturaleza, sobre todo el cambio climático, la pérdida de biodiversidad y la contaminación desenfrenada. No podremos hacer frente a ninguna de ellas hasta que dejemos de dar por sentada la naturaleza y empecemos a invertir más en ella.
Las inversiones “positivas para la naturaleza” en conservación marina, gestión sostenible de la tierra, seguridad hídrica y reforestación podrían aportar aproximadamente el 30%de la reducción de emisiones necesaria para limitar el calentamiento global a 1,5°C -la meta consagrada en el acuerdo climático de París-. Asimismo, este tipo de inversiones no solo mejorarían nuestra resiliencia al cambio climático; también ayudarían a prevenir futuras pandemias.
En vísperas de la 16 Conferencia de las Partes (COP16) del Convenio de las Naciones Unidas sobre Diversidad Biológica que se celebrará este mes en Cali, Colombia, debemos recordar que las crisis que afectan a la naturaleza también plantean riesgos estructurales para la economía global, para nuestro bienestar colectivo y para nuestra prosperidad, y los Objetivos de Desarrollo Sostenible de las Naciones Unidas. El 55% del PIB mundial depende en mayor o menor medida de la naturaleza.
En Cali, los delegados de casi 200 países discutirán la manera de acelerar la acción para proteger el 30% de la tierra y las zonas marítimas del planeta, reducir la contaminación y restaurar los ecosistemas degradados de aquí a 2030. Uno de los obstáculos clave para cumplir con estas metas ambiciosas es el financiamiento. Actualmente no solo invertimos demasiado en actividades que perjudican a la naturaleza y agravamos nuestros problemas; invertimos apenas un tercio de lo que hace falta para cumplir con las metas para 2030 en materia de clima, biodiversidad y degradación de la tierra.
Para incrementar la inversión positiva para la naturaleza, tenemos que hacer cuatro cosas. Primero, debemos crear alianzas público-privadas más efectivas entre los países y los bancos de desarrollo públicos, así como con las organizaciones de defensa de la naturaleza, las empresas y las instituciones financieras del sector privado. Esto ayudaría a reducir el riesgo de las inversiones, preparar proyectos y conseguir un impacto a escala para el clima, la naturaleza y el desarrollo económico inclusivo. Segundo, necesitamos reactivar y agilizar las prácticas regenerativas y la gestión de la biodiversidad, particularmente en el sector agrícola, forestal y pesquero.
Tercero, necesitamos principios, normas y mecanismos de divulgación comunes para rastrear la financiación positiva para la naturaleza y su impacto, y para divulgar más información sobre las huellas relacionadas con la naturaleza, las dependencias y la exposición al riesgo de las empresas y las instituciones financieras. Por último, para tomar en consideración a la naturaleza en todas las políticas y decisiones de inversión, debemos reducir el flujo de financiamiento a actividades que son perjudiciales para la naturaleza.
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Los bancos multilaterales de desarrollo desempeñarán un papel clave en el incremento de las inversiones verdes. Instituciones como el Banco Europeo de Inversiones ya están intensificando su apoyo a la protección, restauración y uso sostenible de la naturaleza con el lanzamiento de principios comunes para hacer un seguimiento del financiamiento positivo para la naturaleza. Esta información es esencial para medir e incorporar a la naturaleza en las operaciones de los prestadores multilaterales, así como para informar a otros inversores sobre qué constituye una inversión positiva para la naturaleza. Ya están en marcha alianzas y esfuerzos conjuntos para poner en práctica estos principios.
A nivel europeo, el BEI está trabajando estrechamente con la Comisión Europea para respaldar la implementación de la Estrategia de Biodiversidad 2030 de la Unión Europea a nivel mundial. Nos esforzamos por garantizar que todos los proyectos que financiamos no causen “ninguna pérdida” de biodiversidad e incorporamos consideraciones en torno a la biodiversidad y el ecosistema en todas nuestras actividades.
Asimismo, como uno de los mayores desafíos del incremento de las inversiones positivas para la naturaleza radica en la estructuración de los proyectos, prestamos servicios de asesoramiento para ayudar a poner en marcha iniciativas de restauración de la naturaleza y la biodiversidad. En Marruecos, el BEI asesoró y prestó 100 millones de euros (109 millones de dólares) para preservar y restablecer más de 600.000 hectáreas de bosques. En Costa de Marfil, nos estamos preparando para apoyar un cultivo sostenible de cacao en el que se preserven los bosques en lugar de talarlos. Y para apoyar la conservación marina, estamos trabajando con instituciones asociadas en la muy exitosa Iniciativa Océanos Limpios, que se ha adelantado al calendario a la hora de aportar 4.000 millones de euros para proyectos destinados a limitar los desechos plásticos.
Los instrumentos financieros innovadores que transfieren el riesgo pueden ayudar a movilizar más financiamiento público y privado para este tipo de inversiones. El Fondo para la Neutralidad de la Degradación del Suelo financiado por el BEI, por ejemplo, ofrece financiamiento y asistencia técnica para la agricultura y silvicultura sostenibles en todo el mundo, y el Fondo EcoEmpresas apoya a las empresas favorables a la biodiversidad en América Latina. El BEI también está explorando una nueva inversión en un fondo que apoya proyectos de reforestación, gestión forestal y conservación en la región. En la COP16, esperamos aprovechar estas iniciativas para incrementar la financiación en favor de la naturaleza.
Necesitamos con urgencia reducir el flujo de financiación para actividades que sean nocivas para la naturaleza. Es algo central para superar la triple crisis planetaria del cambio climático, la contaminación y la pérdida de biodiversidad.