A pesar de la oposición de EU al Tratado de Kioto sobre Cambio Climático, el mundo alcanzó un acuerdo histórico en Bonn, Alemania sobre su puesta en marcha. Aunque los países industrializados más importantes deben ratificar el Tratado, parece que la mayoría de ellos lo hará y así podrá comenzar el proceso para controlar los cambios climáticos provocados por el hombre. El acuerdo alcanzado es un triunfo para la ciencia que debe reconocerse y ampliarse a otros ámbitos.
Los cambios climáticos generados por el hombre no sólo son de gran importancia sino también de gran complejidad. Las teorías básicas acerca de la forma en que las sociedades humanas están calentando el ambiente mediante el uso de combustibles fósiles se expusieron por primera vez hace más de 100 años. No obstante, los modelos teóricos sobre el ambiente del planeta aperecieron apenas hace unas cuantas décadas y todavía son imperfectos. Al mismo tiempo, el clima mismo está sujeto a grandes variaciones de temperatura, lluvia y otros patrones, ajenos a la actividad humana. Separar el factor humano de los naturales es muy difícil.
Por ello, es mucho más notable aún que el mundo se haya puesto de acuerdo sobre la forma de abordar este tema. No es sólo que la parte científica sea compleja e incierta, sino que las naciones tienen intereses distintos. A los países tropicales el calentamiento global puede afectarlos, mientras que países más fríos como Canadá y Rusia podrían beneficiarse. Los países costeros pueden resultar dañados por el nivel creciente de los océanos, mientras que aquéllos sin litorales se verían relativamente menos afectados.
Los países productores de carbón y petróleo resultarían dañados si el mundo reduce su consumo de combustibles fósiles; los productores de otros tipos de energía, como la hidroeléctrica, podrían beneficiarse. En resumen, hay numerosos intereses y mucha incertidumbre sobre el proceso subyacente del cambio climático.
¿Cómo, pues, es que el mundo llegó a un acuerdo, aunque haya sido apenas sobre el primer paso de una serie de acciones que habrán de durar décadas? Los diplomáticos merecen el crédito por las negociaciones y las concesiones. Sin embargo, la comunidad científica es digna de grandes elogios ya que ofreció sus conocimientos y su objetividad a pesar del agresivo cabildeo que llevaron a cabo las industrias, grupos ambientalistas y países con intereses y puntos de vista distintos.
Los científicos organizaron el análisis del cambio climático poniendo las evidencias en primer lugar, con lo que obligaron a los políticos a enfrentarse a la realidad. Los detalles de este enorme esfuerzo científico son notables, porque ofrecen lecciones para abordar otros problemas globales. En 1988, dos organismos de la ONU establecieron el Panel Intergubernamental sobre Cambio Climático (PICC).
El PICC es una vasta red de científicos dedicados a evaluar el conocimiento sobre el cambio climático y los vínculos de éste con el género humano. Participan centenares de científicos y se hacen grandes esfuerzos para garantizar la objetividad, la equidad y la excelencia científica al juzgar las evidencias. Cada cinco años, el PICC prepara un informe, llamado Informe de Evaluación, para los líderes políticos del mundo. El Tercer Informe de Evaluación está por entregarse. Se han divulgado y discutido ampliamente partes del informe que confirman las crecientes evidencias sobre los efectos del hombre sobre el clima.
Varios grupos industriales con intereses en la utilización del carbón, el petróleo y otros combustibles fósiles atacaron la teoría del cambio climático, buscando socavar la credibilidad científica del PICC. Algunos científicos, provenientes algunas veces de campos ajenos al estudio del clima, afirmaron que las evidencias sobre los cambios provocados por el hombre no existían o eran muy exageradas. Otros acusaron al PICC de tener sesgos políticos.
Había mucho en juego, porque el Tratado de Kioto promete conducir a cambios significativos a largo plazo en el papel del sector energético y los tipos de tecnologías que se adoptarán en el futuro. Sin duda, había, y sigue habiendo, grandes incertidumbres científicas, por lo que resultaba fácil afirmar que existían pocas evidencias para emprender acciones.
Cuando el Presidente Goerge W. Bush inició su mandato, los grupos de interés siguieron luchando contra el PICC. La administración Bush dijo en un principio que la evidencia científica sobre el cambio climático era demasiado incierta para guiar las políticas. Hay que reconocer que el Presidente pidió entonces que un comité especial de la Academia Nacional de Ciencia de Estados Unidos revisara el trabajo del PICC. La Academia informó que el PICC había presentado las evidencias científicas existentes sobre el cambio climático de manera exacta.
Debido al trabajo cuidadoso y meticuloso del PICC, el mundo ha podido rebasar los debates llenos de insultos y parcialidad para alcanzar un entendimiento de los riesgos reales del cambio climático provocado por el hombre. Aunque es posible que algunos intereses empresariales y regionales resulten afectados por las acciones globales para limitar el cambio climático, la credibilidad de la ciencia triunfó sobre esos intereses. Todo esto dependía de que los científicos usaran su talento correctamente y organizaran sus esfuerzos de manera transparente y profesional.
Todavía es muy pronto para cantar victoria en cuanto al control de los cambios climáticos provocados por el hombre. Eso requerirá de esfuerzos durante varias décadas. No obstante, ya hay un comienzo. Aunque EU todavía no es parte del nuevo acuerdo, el peso de la ciencia llevará a Estados Unidos a desempeñar un papel más constructivo en el futuro, aun cuando los políticos estadounidenses sigan luchando contra el proceso.
En nuestra sociedad global, interconectada y basada en la tecnología, los temas de complejidad científica afectarán nuestras vidas cada vez más. ¿Cómo hemos de luchar contra el SIDA? ¿Debemos modificar genéticamente las cosechas para mejorar nuestros sistemas agrícolas? ¿Cómo debemos manejar la escasez de agua dulce en algunas partes del planeta? ¿Cómo podemos preservar la diversidad biológica?
En cada caso, los políticos y los diplomáticos tendrán que tender puentes entre intereses divergentes mediante la cooperación. No obstante, también necesitaremos contar con la información científica más exacta y objetiva para poder escoger el mejor camino a seguir. El PICC muestra que los científicos de países ricos y pobres pueden trabajar unidos en un proceso sistemático para suministrar información objetiva, incluso en temas complejos con intereses muy divergentes.
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Nicholas Agar
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