PARÍS/SANTA BÁRBARA – Los bancos multilaterales de desarrollo (BMD) siempre han sido renuentes a invertir en energía nuclear, y el Banco Mundial no financia una central nuclear desde 1959. Por eso la financiación internacional para esa clase de proyectos ha salido en general de bancos estatales en Rusia y China, lo que convierte a las empresas de ambos países en las principales proveedoras de tecnología nuclear a los países de ingresos bajos y medios.
La postura de los BMD les ahorró controversias, pero ahora deben admitir que el mundo cambió. La necesidad urgente de limitar la emisión de gases de efecto invernadero, sumada a la guerra de Rusia en Ucrania y al posterior encarecimiento del petróleo y del gas, ha acrecentado la demanda mundial de energía nuclear. Hasta Japón (con el recuerdo cercano del desastre de 2011 en Fukushima) tiene planes de reactivar sus reactores. Francia, los Países Bajos y el Reino Unido han anunciado planes de construir nuevas centrales nucleares; Suecia lo está analizando; y la Unión Europea ha añadido la energía nuclear a la categoría de inversiones verdes. En Estados Unidos, se prevé que durante el próximo decenio el gobierno federal inyecte unos 40 000 millones de dólares en el sector; al mismo tiempo, la inversión privada en energía nuclear está en aumento.
Estos cambios de actitud coinciden con rápidos avances tecnológicos. El desarrollo de reactores más pequeños y más seguros abarata la energía nuclear, agiliza su despliegue y facilita su mantenimiento. En el pasado, construir una central nuclear tradicional implicaba embarcarse en un proyecto nacional a gran escala con un costo de varios miles de millones de dólares; pero los pequeños «reactores modulares» hacen posible la creación de proyectos a escala reducida con paquetes de financiación más manejables.
Esto es muy importante para los países en desarrollo, que a la par de su creciente industrialización y urbanización, necesitan encontrar el modo de ampliar el suministro de energía y al mismo tiempo limitar sus emisiones de gases de efecto invernadero. La Agencia Internacional de la Energía calcula que la demanda de energía en África crecerá un tercio de aquí al final de la década, como resultado del crecimiento poblacional y de ingresos y de las mejoras en el acceso a la energía.
El incremento del apoyo de los BMD a las energías renovables ayudó a las economías en desarrollo a situarse en una senda hacia la neutralidad de carbono; pero para la producción del suministro básico de electricidad, la mayoría de los países todavía depende del carbón y del gas natural. Para completar el abandono de los combustibles fósiles, los gobiernos deben complementar la energía solar y eólica con fuentes de baja emisión de carbono que no dependan de las condiciones meteorológicas.
Pero sin energía nuclear (o hidroeléctrica en los países que cuentan con esa opción), a los gobiernos les resultará difícil reemplazar el uso de combustibles fósiles para la generación del suministro básico. Una alternativa sería combinar las energías renovables con el almacenamiento en baterías a gran escala, pero los costos son prohibitivos, y las baterías modernas traen problemas de sostenibilidad propios. Otra alternativa es apelar a la energía geotérmica, pero por el momento, esto sólo es posible en aquellas áreas donde las fuentes de calor están cerca de la superficie de la Tierra. Las nuevas tecnologías que podrían usarse para ampliar el acceso a la energía geotérmica son costosas.
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Superando su renuencia a financiar proyectos de energía nuclear, los BMD pueden ayudar a ampliar la provisión de energía con baja emisión de carbono y al mismo tiempo mejorar la seguridad global. El abandono de la energía nuclear en los países occidentales durante las últimas décadas permitió a Rusia convertirse en el principal proveedor internacional de reactores, servicios y financiación para proyectos de energía nuclear. En tiempos de crecientes tensiones geopolíticas, redunda en interés de los gobiernos de países democráticos accionistas de los BMD crear una alternativa para los países emergentes que están interesados en la energía nuclear pero dudan de supeditar su seguridad energética a Rusia. Al hacerlo, además, los BMD promoverían una mejora de las normas de seguridad y sostenibilidad.
Como las agencias internacionales de desarrollo tienden a seguir el ejemplo de los BMD, y como la financiación privada de proyectos de infraestructura energética en los países en desarrollo suele depender de las políticas de mitigación de riesgos de los prestamistas multilaterales, es necesario que los BMD revean su actitud hacia la energía nuclear. De lo contrario, Rusia y China seguirán siendo los principales proveedores mundiales para esos proyectos.
Por supuesto que los BMD deben evaluar con cuidado los proyectos de energía nuclear propuestos, para verificar el cumplimiento de normas tecnológicas y de sostenibilidad adecuadas. Algunos países con escasez de recursos e instituciones débiles tal vez no estén listos para adoptar la energía nuclear, pero los BMD están en una posición única para ayudar a las economías emergentes que buscan alternativas a las tecnologías y fuentes de financiación rusas y chinas.
La crisis climática también ha dado un impulso inédito a la demanda de reformas. Estados Unidos, Alemania, un panel de expertos del G20 y la primera ministra de Barbados Mia Mottley han pedido que se fortalezca la capacidad de los BMD para ayudar a los países en desarrollo a llevar adelante medidas de mitigación y adaptación frente al cambio climático y movilizar inversiones privadas con ese propósito. En tanto, el Banco Mundial publicó hace poco una «hoja de ruta evolutiva» dirigida a aumentar su capacidad de respuesta al cambio climático.
Reformar las estructuras de financiación de los BMD y sus políticas en materia de energía es crucial para ayudar a los países en desarrollo a mitigar los peores efectos del cambio climático. Además, la guerra de Rusia contra Ucrania puso de manifiesto la importancia fundamental del sistema financiero multilateral como baluarte contra la tiranía. Desde el inicio de la guerra, el Banco Mundial ha desembolsado 16 000 millones de dólares en ayuda financiera a Ucrania (a lo que se suman cifras comparables de otras instituciones financieras multilaterales). Dando permiso explícito a los BMD para que financien proyectos de energía nuclear, los gobiernos de los países accionistas pueden debilitar la (todavía considerable) influencia de Rusia sobre los países emergentes.
El impulso generado por el renacimiento de la energía nuclear, por el imperativo geoestratégico de reducir el papel de Rusia como principal proveedor internacional de infraestructuras de energía nuclear y por una crisis climática en ciernes ofrece a los BMD una oportunidad única para actualizar sus políticas en relación con la energía nuclear. Para la lucha contra el cambio climático y la creación de un futuro más seguro y sostenible es necesario que la aprovechen.
En este artículo se expresan opiniones y argumentos personales de los autores que no reflejan necesariamente las posturas oficiales de la OCDE o de sus países miembros.
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Over time, as American democracy has increasingly fallen short of delivering on its core promises, the Democratic Party has contributed to the problem by catering to a narrow, privileged elite. To restore its own prospects and America’s signature form of governance, it must return to its working-class roots.
is not surprised that so many voters ignored warnings about the threat Donald Trump poses to US institutions.
Enrique Krauze
considers the responsibility of the state to guarantee freedom, heralds the demise of Mexico’s democracy, highlights flaws in higher-education systems, and more.
PARÍS/SANTA BÁRBARA – Los bancos multilaterales de desarrollo (BMD) siempre han sido renuentes a invertir en energía nuclear, y el Banco Mundial no financia una central nuclear desde 1959. Por eso la financiación internacional para esa clase de proyectos ha salido en general de bancos estatales en Rusia y China, lo que convierte a las empresas de ambos países en las principales proveedoras de tecnología nuclear a los países de ingresos bajos y medios.
La postura de los BMD les ahorró controversias, pero ahora deben admitir que el mundo cambió. La necesidad urgente de limitar la emisión de gases de efecto invernadero, sumada a la guerra de Rusia en Ucrania y al posterior encarecimiento del petróleo y del gas, ha acrecentado la demanda mundial de energía nuclear. Hasta Japón (con el recuerdo cercano del desastre de 2011 en Fukushima) tiene planes de reactivar sus reactores. Francia, los Países Bajos y el Reino Unido han anunciado planes de construir nuevas centrales nucleares; Suecia lo está analizando; y la Unión Europea ha añadido la energía nuclear a la categoría de inversiones verdes. En Estados Unidos, se prevé que durante el próximo decenio el gobierno federal inyecte unos 40 000 millones de dólares en el sector; al mismo tiempo, la inversión privada en energía nuclear está en aumento.
Estos cambios de actitud coinciden con rápidos avances tecnológicos. El desarrollo de reactores más pequeños y más seguros abarata la energía nuclear, agiliza su despliegue y facilita su mantenimiento. En el pasado, construir una central nuclear tradicional implicaba embarcarse en un proyecto nacional a gran escala con un costo de varios miles de millones de dólares; pero los pequeños «reactores modulares» hacen posible la creación de proyectos a escala reducida con paquetes de financiación más manejables.
Esto es muy importante para los países en desarrollo, que a la par de su creciente industrialización y urbanización, necesitan encontrar el modo de ampliar el suministro de energía y al mismo tiempo limitar sus emisiones de gases de efecto invernadero. La Agencia Internacional de la Energía calcula que la demanda de energía en África crecerá un tercio de aquí al final de la década, como resultado del crecimiento poblacional y de ingresos y de las mejoras en el acceso a la energía.
El incremento del apoyo de los BMD a las energías renovables ayudó a las economías en desarrollo a situarse en una senda hacia la neutralidad de carbono; pero para la producción del suministro básico de electricidad, la mayoría de los países todavía depende del carbón y del gas natural. Para completar el abandono de los combustibles fósiles, los gobiernos deben complementar la energía solar y eólica con fuentes de baja emisión de carbono que no dependan de las condiciones meteorológicas.
Pero sin energía nuclear (o hidroeléctrica en los países que cuentan con esa opción), a los gobiernos les resultará difícil reemplazar el uso de combustibles fósiles para la generación del suministro básico. Una alternativa sería combinar las energías renovables con el almacenamiento en baterías a gran escala, pero los costos son prohibitivos, y las baterías modernas traen problemas de sostenibilidad propios. Otra alternativa es apelar a la energía geotérmica, pero por el momento, esto sólo es posible en aquellas áreas donde las fuentes de calor están cerca de la superficie de la Tierra. Las nuevas tecnologías que podrían usarse para ampliar el acceso a la energía geotérmica son costosas.
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Como las agencias internacionales de desarrollo tienden a seguir el ejemplo de los BMD, y como la financiación privada de proyectos de infraestructura energética en los países en desarrollo suele depender de las políticas de mitigación de riesgos de los prestamistas multilaterales, es necesario que los BMD revean su actitud hacia la energía nuclear. De lo contrario, Rusia y China seguirán siendo los principales proveedores mundiales para esos proyectos.
Por supuesto que los BMD deben evaluar con cuidado los proyectos de energía nuclear propuestos, para verificar el cumplimiento de normas tecnológicas y de sostenibilidad adecuadas. Algunos países con escasez de recursos e instituciones débiles tal vez no estén listos para adoptar la energía nuclear, pero los BMD están en una posición única para ayudar a las economías emergentes que buscan alternativas a las tecnologías y fuentes de financiación rusas y chinas.
La crisis climática también ha dado un impulso inédito a la demanda de reformas. Estados Unidos, Alemania, un panel de expertos del G20 y la primera ministra de Barbados Mia Mottley han pedido que se fortalezca la capacidad de los BMD para ayudar a los países en desarrollo a llevar adelante medidas de mitigación y adaptación frente al cambio climático y movilizar inversiones privadas con ese propósito. En tanto, el Banco Mundial publicó hace poco una «hoja de ruta evolutiva» dirigida a aumentar su capacidad de respuesta al cambio climático.
Reformar las estructuras de financiación de los BMD y sus políticas en materia de energía es crucial para ayudar a los países en desarrollo a mitigar los peores efectos del cambio climático. Además, la guerra de Rusia contra Ucrania puso de manifiesto la importancia fundamental del sistema financiero multilateral como baluarte contra la tiranía. Desde el inicio de la guerra, el Banco Mundial ha desembolsado 16 000 millones de dólares en ayuda financiera a Ucrania (a lo que se suman cifras comparables de otras instituciones financieras multilaterales). Dando permiso explícito a los BMD para que financien proyectos de energía nuclear, los gobiernos de los países accionistas pueden debilitar la (todavía considerable) influencia de Rusia sobre los países emergentes.
El impulso generado por el renacimiento de la energía nuclear, por el imperativo geoestratégico de reducir el papel de Rusia como principal proveedor internacional de infraestructuras de energía nuclear y por una crisis climática en ciernes ofrece a los BMD una oportunidad única para actualizar sus políticas en relación con la energía nuclear. Para la lucha contra el cambio climático y la creación de un futuro más seguro y sostenible es necesario que la aprovechen.
En este artículo se expresan opiniones y argumentos personales de los autores que no reflejan necesariamente las posturas oficiales de la OCDE o de sus países miembros.