LONDRES – En agosto de hace diez años, el banco francés BNP Paribas decidió limitar el acceso de los inversores al dinero que habían depositado en tres fondos. Fue la primera señal clara del estrés financiero que, un año más tarde, enviaría a la economía global en picada. Sin embargo, las enormes distorsiones económicas y financieras que alcanzarían un punto crítico a fines de 2008 y se perpetuarían hasta comienzos de 2009 -y que llevaron al mundo al borde de una depresión devastadora que duró varios años- tomaron totalmente por sorpresa a los responsables de las políticas en las economías avanzadas. Claramente no habían prestado la suficiente atención a las lecciones de las crisis en el mundo emergente.
LONDRES – En agosto de hace diez años, el banco francés BNP Paribas decidió limitar el acceso de los inversores al dinero que habían depositado en tres fondos. Fue la primera señal clara del estrés financiero que, un año más tarde, enviaría a la economía global en picada. Sin embargo, las enormes distorsiones económicas y financieras que alcanzarían un punto crítico a fines de 2008 y se perpetuarían hasta comienzos de 2009 -y que llevaron al mundo al borde de una depresión devastadora que duró varios años- tomaron totalmente por sorpresa a los responsables de las políticas en las economías avanzadas. Claramente no habían prestado la suficiente atención a las lecciones de las crisis en el mundo emergente.