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África necesita más mujeres en el sector de las tecnofinanzas

KIGALI – La revolución de las tecnofinanzas está recorriendo África y creando riqueza y oportunidades desde El Cairo a Ciudad del Cabo. Sin embargo, al igual que el sector técnico más general, la industria tecnofinanciera padece una debilidad fundamental: la escasez de mujeres.

África sí tiene algo de qué presumir en este frente: la proporción de compañía tecnofinancieras fundadas por mujeres duplica el promedio global. Lamentablemente, la cifra sigue siendo de apenas un 3,2%. Más aún, si bien el 30% de los profesionales técnicos del África Subsahariana son del género femenino, su proporción en el sector tecnofinanciero está muy por debajo del promedio de la industria.

Esto no quiere decir que las tecnofinanzas no hayan tenido efectos en las mujeres. Por el contrario, han acelerado rápidamente la inclusión financiera de las mujeres africanas, desde personas privadas que buscar dar formalidad a sus finanzas hogareñas a pequeños negocios cuyas propietarias desean expandirse. Por ejemplo, en Ruanda las plataformas tecnofinancieras impulsaron el aumento en un 27% del acceso femenino a servicios financieros desde 2012 a 2016. En Kenia, la banca móvil ha elevado la inclusión financiera general desde apenas un 26% en 2006 a un 84% en 2021.

Sin embargo, a África le queda mucho por recorrer. En 2020, sólo un 37% de las mujeres en el África Subsahariana tenían una cuenta bancaria, en comparación con un 48% de los hombres.

Incluso en Ruanda, país líder regional en igualdad de género, el problema persiste. En 2008, se convirtió en el primero del mundo en elegir un parlamento de mayoría femenina, y hoy ostenta una de las tasas más altas de participación de mujeres en política y en la fuerza laboral. Sin embargo, y a pesar de progreso en inclusión financiera que las tecnofinanzas han hecho posible, más de tres cuartos de las ruandesas todavía carece de acceso una cuenta bancaria.

La falta de acceso a servicios financieros pone a las propietarias de negocios en una desventaja importante. Según el Banco Mundial, las empresas pequeñas y medianas (SME) con propietarias mujeres en África -una proporción significativa del total- enfrentan una brecha crediticia de $42 mil millones, lo que limita su capacidad de expansión y creación de empleo.

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Con sus soluciones flexibles, innovadoras y focalizadas, las compañías tecnofinancieras pueden ayudar a cerrar esta brecha. Una de las razones por las que a las mujeres les puede resultar difícil acceder a la financiación es que carecen de un historial financiero o registro crediticio, la base de las evaluaciones de solvencia tradicionales. Las tecnofinancieras pueden evitar este problema si recurren a fuentes de datos alternativas, como el uso del teléfono móvil y la actividad en redes sociales, que han demostrado apuntar a evaluaciones de solvencia precisas. Obviamente, son enfoques que deben estar respaldados por soluciones robustas de cifrado y privacidad, para asegurar que la confianza fluya entre la entidad crediticia y el prestatario.

Otra barrera común para la inclusión financiera -especialmente en áreas rurales- es la falta de documentación, como tarjetas de identidad o pruebas de domicilio emitidas por el gobierno, exigidas para la apertura de cuentas bancarias tradicionales y acceder al crédito. Pero las compañías tecnofinancieras pueden permitir que las mujeres obtengan acceso a servicios financieros usando sus teléfonos móviles y aprovechando las tecnologías digitales de verificación de identidad, como la autenticación biométrica.

Las compañías tecnofinancieras también pueden desarrollar productos financieros personalizados a las necesidades de la gente que suele quedar excluida del sistema financiero formal. Por ejemplo, la empresa ugandesa Ensibuuko, en colaboración con organizaciones comerciales y sin ánimo de lucro, diseñó un innovador sistema de crédito digital dirigido específicamente a agricultores. Puesto que este es el sector en el que están activas la mayoría de las mujeres africanas, iniciativas como esta podrían ser un gran avance para la reducción de la brecha de género.

Pero para que la industria de las tecnofinanzas siga ampliando y fortaleciendo la inclusión financiera, no sólo debe prestar servicios a mujeres, sino también incluirlas. Ello beneficiaría a las mujeres que emplee, a la industria como un todo y a muchos de sus clientes. Es el doble de probable que las inversionistas apuesten a negocios de mujeres propietarias que sus contrapartes masculinos, y es muy posible que las mujeres estén mejor equipadas para diseñar y prestar servicios tecnofinancieros a clientas mujeres.

El hecho es que las instituciones en que las mujeres tienen poder sirven de manera más favorable a las mujeres. Esto es cierto en cualquier sector o servicio: como señala un artículo publicado por Nature recientemente, lo más probable es que el hecho de que falten mujeres en las instancias de diseño de políticas y decisiones presupuestarias relacionadas con la atención de salud sea una de las causas de la subfinanciación de los problemas sanitarios que estas deben enfrentar. Las tecnofinanzas no son diferentes.

El desafío ahora será apoyar la participación -y el liderazgo- de las mujeres en el sector de las tecnofinanzas. Sea desde la sala de juntas o las tierras de cultivo, las mujeres deben ayudar a dar forma al futuro de las finanzas africanas.

Traducido del inglés por David Meléndez Tormen

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