BERLÍN – La reciente Convención Nacional Republicana fue escandalosa por muchas razones –desde el mal uso de la Casa Blanca como un sitio de campaña (en violación de la Ley Hatch y de normas de larga data) y la mendacidad descarada de sus oradores, hasta el desfile de los familiares de Trump-. En medio del espectáculo chabacano de la transformación del Partido Republicano en una subsidiaria de la Organización Trump, se destacó un aspecto sorprendente: el partido no ofreció ninguna plataforma. La única promesa de los republicanos, aparentemente, es “respaldar de manera entusiasta la agenda de Estados Unidos primero del presidente”.
BERLÍN – La reciente Convención Nacional Republicana fue escandalosa por muchas razones –desde el mal uso de la Casa Blanca como un sitio de campaña (en violación de la Ley Hatch y de normas de larga data) y la mendacidad descarada de sus oradores, hasta el desfile de los familiares de Trump-. En medio del espectáculo chabacano de la transformación del Partido Republicano en una subsidiaria de la Organización Trump, se destacó un aspecto sorprendente: el partido no ofreció ninguna plataforma. La única promesa de los republicanos, aparentemente, es “respaldar de manera entusiasta la agenda de Estados Unidos primero del presidente”.