SINGAPUR – Durante su reciente reunión en Davos, el Foro Económico Mundial dio a conocer su noveno informe anual sobre Riesgos Globales, que se basa en una encuesta realizada a más de 700 líderes empresariales, funcionarios gubernamentales e instituciones sin fines de lucro para identificar los riesgos más graves que el mundo enfrentará durante la próxima década. Quizás lo más notable es que cuatro de las diez amenazas que figuran en el informe de este año están relacionadas con el agua.
Estos riesgos incluyen las crisis relacionadas al agua derivadas de las sequías e inundaciones, el deterioro de la calidad y la mala gestión del agua; la falta de mitigación del y adaptación al cambio climático; la mayor incidencia de fenómenos meteorológicos extremos; y las crisis alimentarias, que son impulsadas, por lo menos en parte, por la escasez de agua. Sin embargo, el informe no destaca la preocupación más urgente relacionada con el agua: cómo garantizar el suministro de suficiente agua potable. Es más, si bien las organizaciones internacionales reconocen el problema, su enfoque para abordarlo está totalmente equivocado.
No hay escasez de pruebas. En el año 2011, se consideró que las aguas de la mitad de los lagos y ríos más grandes de China no eran aptas para el consumo humano. El año pasado, el Ministerio de Protección del Medio Ambiente de China admitió que “la contaminación de sustancias químicas tóxicas y peligrosas ha causado muchos desastres ambientales, cortando el suministro de agua potable e incluso dando lugar a graves problemas sociales y de salud, como las “aldeas del cáncer”.
La India no está en una situación que supere por mucho a la de la China, ya que el año pasado la estatal Junta Central de Control de la Contaminación informó que casi la mitad de 445 ríos del país se encontraban demasiado contaminados en términos de demanda bioquímica de oxígeno (un indicador de la calidad orgánica de las aguas) y de contenido de bacterias coliformes como para que sus aguas puedan ser consumidas de manera segura. Si se hubieran considerado otros contaminantes – tales como los nitratos, fluoruros, pesticidas y los metales pesados – la cifra sería mucho mayor.
De manera similar, el año pasado se informó a la Asamblea Nacional de Pakistán que el 72% de las muestras obtenidas de los sistemas de suministro de agua del país no eran aptas para el consumo humano, y que se considera que el 77% de las aguas subterráneas en las zonas urbanas y el 86% en las zonas rurales son peligrosas. En Nepal, el Departamento de Agua Potable y Alcantarillado llegó a la conclusion de que 85 % de sus sistemas de abastecimiento de agua tradicionales están seriamente contaminados con bacterias, hierro, manganeso y amoníaco. Entre tanto, en México, el 90% de las cerca de 25.000 empresas de agua del país funcionaron en estado de quiebra en el año 2013.
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El problema con el enfoque de las organizaciones internacionales es que se confunden la vaga noción de “fuentes mejoradas de agua” con agua potable segura y genuinamente limpia. De la misma manera, se han diluido el objetivo de “saneamiento mejorado” – el proceso de recogida, tratamiento y vertido seguro de las aguas residuales – aplicándolo a inodoros en ambientes interiores en los hogares de las personas.
Esto disimula una discrepancia importante entre el saneamiento y una gestión adecuada de aguas residuales. Mientras que se dice que casi el 90 % de los hogares de la región de Delhi en la India tiene un saneamiento adecuado, porque dichos hogares tienen inodoros en ambientes interiores, casi la totalidad de las aguas residuales sin tratar se descargan al río Yamuna – una fuente de agua potable para las ciudades río abajo. Del mismo modo, se considera que la Ciudad de México tiene un alto nivel de saneamiento, a pesar de que transporta aguas residuales sin tratar, y cargadas con patógenos y sustancias químicas tóxicas, al Valle del Mezquital, donde se utiliza para el riego de cultivos.
De hecho, el Centro del Tercer Mundo para el Manejo del Agua estima que solamente cerca del 10 al 12% de las aguas residuales domésticas e industriales producidos en América Latina se gestiona adecuadamente. La situación es probablemente muy similar en los países en desarrollo de Asia, y probablemente peor en los de África.
En 2011, una encuesta realizada por la Junta Central de Control de la Contaminación indicó que solamente 160 de los 8.000 municipios tenían ambos servicios, es decir tanto un sistema de alcantarillado como una planta de tratamiento de aguas residuales. Además, la mayoría de las plantas de aguas residuales de propiedad del gobierno se encuentran, la mayor parte del tiempo, en estado no funcional o cerradas, debido a una mala administración, un mantenimiento deficiente, un diseño defectuoso, la falta de suministro regular de electricidad, y a empleados indiferentes, sin entrenamiento o que faltan al trabajo.
Del mismo modo, el Ministerio de Vivienda y Desarrollo Urbano-Rural de China informó en el año 2012 que, si bien 640 de las 647 ciudades y más o menos 73% de los condados tenían instalaciones de tratamiento de aguas residuales, 377 plantas construidas en el transcurso de un año no cumplían con los exigencias nacionales, y que la eficiencia operativa promedio era de menos del 60%. El ministerio también determinó que solamente el 12 % de las plantas cumplía con los estándares Grado 1A.
Esto no refleja una carencia de conocimiento, tecnología, o experiencia. Tampoco esto se puede culpar a la falta de inversión. China gastó $112,4 miles de millones en infraestructura de agua en el período 2006 a 2011, y la India ha canalizado enormes cantidades de fondos públicos hacia la limpieza del río Yamuna. Sin embargo, los suministros de agua de ambos países se mantienen altamente contaminados.
Los problemas de agua y saneamiento del mundo de ninguna manera son insuperables. Resolverlos requerirá una voluntad política sostenida, y dependerá de que los gobiernos establezcan y desarrollen instituciones dedicadas al agua que sean fuertes y de se garantice que los fondos públicos se utilicen con la mayor eficacia posible. Al mismo tiempo, el público debe reconocer que pueden acceder a tener mejores servicios de agua, si están dispuestos a contribuir a través de los impuestos, aranceles y transferencias.
Por su parte, los medios de comunicación deben enfatizar los beneficios que se obtienen de los sistemas de suministro de agua y gestión de aguas residuales en buen estado de funcionamiento – y deben responsabilizar a los políticos y burócratas si no hacen lo que a ellos les corresponde hacer al respecto. Por último, los profesionales en temas de agua deben desplazar su enfoque del suministro de más agua al suministro de mejor agua de manera más sostenible.
Teniendo en cuenta que no hacer frente al desafío del agua provocaría, en el plazo de una generación, una crisis mundial de proporciones sin precedentes, tales esfuerzos no podrían ser más urgentes.
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At the end of a year of domestic and international upheaval, Project Syndicate commentators share their favorite books from the past 12 months. Covering a wide array of genres and disciplines, this year’s picks provide fresh perspectives on the defining challenges of our time and how to confront them.
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SINGAPUR – Durante su reciente reunión en Davos, el Foro Económico Mundial dio a conocer su noveno informe anual sobre Riesgos Globales, que se basa en una encuesta realizada a más de 700 líderes empresariales, funcionarios gubernamentales e instituciones sin fines de lucro para identificar los riesgos más graves que el mundo enfrentará durante la próxima década. Quizás lo más notable es que cuatro de las diez amenazas que figuran en el informe de este año están relacionadas con el agua.
Estos riesgos incluyen las crisis relacionadas al agua derivadas de las sequías e inundaciones, el deterioro de la calidad y la mala gestión del agua; la falta de mitigación del y adaptación al cambio climático; la mayor incidencia de fenómenos meteorológicos extremos; y las crisis alimentarias, que son impulsadas, por lo menos en parte, por la escasez de agua. Sin embargo, el informe no destaca la preocupación más urgente relacionada con el agua: cómo garantizar el suministro de suficiente agua potable. Es más, si bien las organizaciones internacionales reconocen el problema, su enfoque para abordarlo está totalmente equivocado.
En 2012, las Naciones Unidas anunciaron que la meta de los Objetivos de Desarrollo del Milenio relativa a reducir a la mitad el número de personas sin acceso sostenible al agua potable se había alcanzado antes de lo previsto, quedando solamente 783 millones de personas sin acceso al agua potable. Pero, el Centro del Tercer Mundo para el Manejo del Agua estima que por lo menos tres mil millones de personas en todo el mundo aún beben agua de dudosa calidad. AquaFed, que representa a las compañías privadas de agua, indica que esta cifra estaría en un nivel de 3,4 miles de millones de personas – es decir, casi la mitad de la población mundial. Esto sugiere que la declaración de victoria de la ONU fue, como mínimo, prematura.
No hay escasez de pruebas. En el año 2011, se consideró que las aguas de la mitad de los lagos y ríos más grandes de China no eran aptas para el consumo humano. El año pasado, el Ministerio de Protección del Medio Ambiente de China admitió que “la contaminación de sustancias químicas tóxicas y peligrosas ha causado muchos desastres ambientales, cortando el suministro de agua potable e incluso dando lugar a graves problemas sociales y de salud, como las “aldeas del cáncer”.
La India no está en una situación que supere por mucho a la de la China, ya que el año pasado la estatal Junta Central de Control de la Contaminación informó que casi la mitad de 445 ríos del país se encontraban demasiado contaminados en términos de demanda bioquímica de oxígeno (un indicador de la calidad orgánica de las aguas) y de contenido de bacterias coliformes como para que sus aguas puedan ser consumidas de manera segura. Si se hubieran considerado otros contaminantes – tales como los nitratos, fluoruros, pesticidas y los metales pesados – la cifra sería mucho mayor.
De manera similar, el año pasado se informó a la Asamblea Nacional de Pakistán que el 72% de las muestras obtenidas de los sistemas de suministro de agua del país no eran aptas para el consumo humano, y que se considera que el 77% de las aguas subterráneas en las zonas urbanas y el 86% en las zonas rurales son peligrosas. En Nepal, el Departamento de Agua Potable y Alcantarillado llegó a la conclusion de que 85 % de sus sistemas de abastecimiento de agua tradicionales están seriamente contaminados con bacterias, hierro, manganeso y amoníaco. Entre tanto, en México, el 90% de las cerca de 25.000 empresas de agua del país funcionaron en estado de quiebra en el año 2013.
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Esto disimula una discrepancia importante entre el saneamiento y una gestión adecuada de aguas residuales. Mientras que se dice que casi el 90 % de los hogares de la región de Delhi en la India tiene un saneamiento adecuado, porque dichos hogares tienen inodoros en ambientes interiores, casi la totalidad de las aguas residuales sin tratar se descargan al río Yamuna – una fuente de agua potable para las ciudades río abajo. Del mismo modo, se considera que la Ciudad de México tiene un alto nivel de saneamiento, a pesar de que transporta aguas residuales sin tratar, y cargadas con patógenos y sustancias químicas tóxicas, al Valle del Mezquital, donde se utiliza para el riego de cultivos.
De hecho, el Centro del Tercer Mundo para el Manejo del Agua estima que solamente cerca del 10 al 12% de las aguas residuales domésticas e industriales producidos en América Latina se gestiona adecuadamente. La situación es probablemente muy similar en los países en desarrollo de Asia, y probablemente peor en los de África.
En 2011, una encuesta realizada por la Junta Central de Control de la Contaminación indicó que solamente 160 de los 8.000 municipios tenían ambos servicios, es decir tanto un sistema de alcantarillado como una planta de tratamiento de aguas residuales. Además, la mayoría de las plantas de aguas residuales de propiedad del gobierno se encuentran, la mayor parte del tiempo, en estado no funcional o cerradas, debido a una mala administración, un mantenimiento deficiente, un diseño defectuoso, la falta de suministro regular de electricidad, y a empleados indiferentes, sin entrenamiento o que faltan al trabajo.
Del mismo modo, el Ministerio de Vivienda y Desarrollo Urbano-Rural de China informó en el año 2012 que, si bien 640 de las 647 ciudades y más o menos 73% de los condados tenían instalaciones de tratamiento de aguas residuales, 377 plantas construidas en el transcurso de un año no cumplían con los exigencias nacionales, y que la eficiencia operativa promedio era de menos del 60%. El ministerio también determinó que solamente el 12 % de las plantas cumplía con los estándares Grado 1A.
Esto no refleja una carencia de conocimiento, tecnología, o experiencia. Tampoco esto se puede culpar a la falta de inversión. China gastó $112,4 miles de millones en infraestructura de agua en el período 2006 a 2011, y la India ha canalizado enormes cantidades de fondos públicos hacia la limpieza del río Yamuna. Sin embargo, los suministros de agua de ambos países se mantienen altamente contaminados.
Los problemas de agua y saneamiento del mundo de ninguna manera son insuperables. Resolverlos requerirá una voluntad política sostenida, y dependerá de que los gobiernos establezcan y desarrollen instituciones dedicadas al agua que sean fuertes y de se garantice que los fondos públicos se utilicen con la mayor eficacia posible. Al mismo tiempo, el público debe reconocer que pueden acceder a tener mejores servicios de agua, si están dispuestos a contribuir a través de los impuestos, aranceles y transferencias.
Por su parte, los medios de comunicación deben enfatizar los beneficios que se obtienen de los sistemas de suministro de agua y gestión de aguas residuales en buen estado de funcionamiento – y deben responsabilizar a los políticos y burócratas si no hacen lo que a ellos les corresponde hacer al respecto. Por último, los profesionales en temas de agua deben desplazar su enfoque del suministro de más agua al suministro de mejor agua de manera más sostenible.
Teniendo en cuenta que no hacer frente al desafío del agua provocaría, en el plazo de una generación, una crisis mundial de proporciones sin precedentes, tales esfuerzos no podrían ser más urgentes.
Traducido del inglés por Rocío L. Barrientos.