OAKLAND – En su calidad de segundo mayor emisor de gases de efecto invernadero del mundo, Estados Unidos es esencial para preservar un planeta habitable. Y con la Ley de Reducción de la Inflación (IRA) recientemente sancionada –que asigna cientos de miles de millones de dólares para la descarbonización-, Estados Unidos ha apuntalado su credibilidad justo a tiempo para la Conferencia de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático (COP27) en Egipto.
Estados Unidos hoy está bien posicionado para alcanzar su objetivo de reducir a la mitad sus emisiones en 2030, en relación a los niveles de 2005. Si bien las cláusulas de la IRA podrían recortar las emisiones norteamericanas hasta un 43% en 2030, el déficit restante se puede cubrir con reglas de la nueva Agencia de Protección Ambiental y una acción más fuerte a nivel de los estados del tipo que ya hemos visto este año en California.
Pero si bien la IRA es un logro histórico en sí misma, sus mayores déficits se presentarán en forma de efectos indirectos económicos a nivel global. Al igual que las políticas “Objetivo 55” de la Unión Europea, la IRA impulsará la implementación de almacenamiento de energía solar, eólica y de baterías, reduciendo así los costos de estas tecnologías limpias para todos. En definitiva, todos los países pagarán mucho menos para recortar sus propias emisiones a la velocidad y la escala necesarias para mantener bajo control al cambio climático.
Sin duda, Estados Unidos todavía necesita cumplir con sus otros compromisos climáticos, sobre todo proporcionando los 11.400 millones de dólares por año (una suma insignificante en comparación con otros gastos de Estados Unidos) que ha prometido para financiar la mitigación y adaptación en el Sur Global. Contrariamente a la lógica, sin embargo, las enormes inversiones domésticas en tecnologías limpias por parte de Estados Unidos y la UE pueden ser mucho más valiosas que cualquier financiamiento directo que ofrezcan, debido a un fenómeno poco conocido llamado la Ley de Wright.
Bautizada así por el ingeniero norteamericano que la observó por primera vez en los años 1930 (Theodore Wright), la Ley de Wright predice que cada duplicación cumulativa de la producción global de una tecnología reducirá su costo en un porcentaje constante. Y como confirma una investigación reciente de la Universidad de Oxford, los costos de la energía solar, eólica, de baterías y electrolizadores han bajado marcadamente en tanto se ha incrementado su producción global.
Aún más importante, sin embargo, es el hecho de que los investigadores determinaron que la Ley de Wright sigue siendo válida después de que una tecnología innovadora ha alcanzado altos niveles de madurez de mercado. Eso significa que la inversión de 370.000 millones de dólares de la IRA en producción de energías limpias podría generar caídas aún más aceleradas de los costos de las tecnologías necesarias para solucionar la crisis climática, ofreciendo una mejor calidad de vida a miles de millones de personas.
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Por ejemplo, nuestra modelación en Energy Innovation demuestra que estas inversiones gubernamentales podrían agregar 1.053 gigavatios de nueva energía eólica y solar a la red de Estados Unidos, haciendo que sea limpia en un 85% en apenas ocho años. De la misma manera, los nuevos créditos impositivos de la ley para los vehículos eléctricos (VE) podrían garantizar que aproximadamente un tercio de todos los nuevos coches de pasajeros y camiones de carga pesada que se vendan en Estados Unidos sean eléctricos en 2030. También se espera que los incentivos de la IRA agreguen cinco gigavatios de capacidad de los electrolizadores para producir hidrógeno de carbono cero, que será esencial para reducir las emisiones en la industria química y la aviación.
Asimismo, las inversiones públicas de la IRA destrabarán mucho más capital privado. Si sumamos las inversiones de Europa y el enorme impulso de China en materia de energía limpia y VE, la adopción de tecnologías limpias innovadoras está lista para explotar.
Además de reducir las emisiones en las economías más grandes y más contaminantes del mundo, el crecimiento exponencial de las tecnologías limpias hará que al resto del mundo le resulte decididamente más económico transformar sus sistemas energéticos. De hecho, ya hemos visto esta dinámica en juego. Las inversiones verdes de Alemania y California al inicio de la década pasada ayudaron a reducir el costo de la energía solar un 85% y de la energía eólica un 56% entre 2010 y 2020. De la misma manera, la demanda de VE en China ha ayudado a reducir los costos de las baterías un 89% desde 2010.
Por su parte, India ha capitalizado esta caída de los costos diseñando subastas de energía inteligentes que resultan en los precios de la energía solar a escala de empresas de servicios públicos más bajos del mundo. A medida que se acelere la caída de los costos, los países en todo el Sur Global podrán explotar los beneficios de la Ley de Wright a través de políticas audaces para descarbonizar los autos, los sistemas de refrigeración y la electricidad.
La modelación de Energy Innovation consistentemente demuestra que las políticas ambiciosas de energía limpia expanden las economías y crean empleos, a la vez que mejoran la calidad del aire. Inclusive antes de la IRA, la investigación determinó que India podría ahorrar más de 60 billones de rupias (752.000 millones de dólares) para 2050 si adoptara políticas de alta descarbonización.
Con ese fin, los estándares de desempeño –que exigen un porcentaje mínimo cada vez mayor de energía limpia y VE cada año- son un instrumento particularmente poderoso. En países de bajos y medianos ingresos, estas políticas pueden apalancar las inversiones de Estados Unidos y de la UE sin costo alguno para los gobiernos más alá de la implementación, y pueden impedir que un país se vuelva un vertedero de vehículos y equipos contaminantes.
Entender la Ley de Wright puede ayudar a reformular el diálogo Norte-Sur en la COP27. Las inversiones domésticas de los países más ricos reducirán los costos para los países en desarrollo y expandirán aún más el financiamiento internacional. Cuanto menos costosa se vuelva la acción climática, mayores serán nuestras posibilidades de mantener una estabilidad climática.
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In 2024, global geopolitics and national politics have undergone considerable upheaval, and the world economy has both significant weaknesses, including Europe and China, and notable bright spots, especially the US. In the coming year, the range of possible outcomes will broaden further.
offers his predictions for the new year while acknowledging that the range of possible outcomes is widening.
OAKLAND – En su calidad de segundo mayor emisor de gases de efecto invernadero del mundo, Estados Unidos es esencial para preservar un planeta habitable. Y con la Ley de Reducción de la Inflación (IRA) recientemente sancionada –que asigna cientos de miles de millones de dólares para la descarbonización-, Estados Unidos ha apuntalado su credibilidad justo a tiempo para la Conferencia de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático (COP27) en Egipto.
Estados Unidos hoy está bien posicionado para alcanzar su objetivo de reducir a la mitad sus emisiones en 2030, en relación a los niveles de 2005. Si bien las cláusulas de la IRA podrían recortar las emisiones norteamericanas hasta un 43% en 2030, el déficit restante se puede cubrir con reglas de la nueva Agencia de Protección Ambiental y una acción más fuerte a nivel de los estados del tipo que ya hemos visto este año en California.
Pero si bien la IRA es un logro histórico en sí misma, sus mayores déficits se presentarán en forma de efectos indirectos económicos a nivel global. Al igual que las políticas “Objetivo 55” de la Unión Europea, la IRA impulsará la implementación de almacenamiento de energía solar, eólica y de baterías, reduciendo así los costos de estas tecnologías limpias para todos. En definitiva, todos los países pagarán mucho menos para recortar sus propias emisiones a la velocidad y la escala necesarias para mantener bajo control al cambio climático.
Sin duda, Estados Unidos todavía necesita cumplir con sus otros compromisos climáticos, sobre todo proporcionando los 11.400 millones de dólares por año (una suma insignificante en comparación con otros gastos de Estados Unidos) que ha prometido para financiar la mitigación y adaptación en el Sur Global. Contrariamente a la lógica, sin embargo, las enormes inversiones domésticas en tecnologías limpias por parte de Estados Unidos y la UE pueden ser mucho más valiosas que cualquier financiamiento directo que ofrezcan, debido a un fenómeno poco conocido llamado la Ley de Wright.
Bautizada así por el ingeniero norteamericano que la observó por primera vez en los años 1930 (Theodore Wright), la Ley de Wright predice que cada duplicación cumulativa de la producción global de una tecnología reducirá su costo en un porcentaje constante. Y como confirma una investigación reciente de la Universidad de Oxford, los costos de la energía solar, eólica, de baterías y electrolizadores han bajado marcadamente en tanto se ha incrementado su producción global.
Aún más importante, sin embargo, es el hecho de que los investigadores determinaron que la Ley de Wright sigue siendo válida después de que una tecnología innovadora ha alcanzado altos niveles de madurez de mercado. Eso significa que la inversión de 370.000 millones de dólares de la IRA en producción de energías limpias podría generar caídas aún más aceleradas de los costos de las tecnologías necesarias para solucionar la crisis climática, ofreciendo una mejor calidad de vida a miles de millones de personas.
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Asimismo, las inversiones públicas de la IRA destrabarán mucho más capital privado. Si sumamos las inversiones de Europa y el enorme impulso de China en materia de energía limpia y VE, la adopción de tecnologías limpias innovadoras está lista para explotar.
Además de reducir las emisiones en las economías más grandes y más contaminantes del mundo, el crecimiento exponencial de las tecnologías limpias hará que al resto del mundo le resulte decididamente más económico transformar sus sistemas energéticos. De hecho, ya hemos visto esta dinámica en juego. Las inversiones verdes de Alemania y California al inicio de la década pasada ayudaron a reducir el costo de la energía solar un 85% y de la energía eólica un 56% entre 2010 y 2020. De la misma manera, la demanda de VE en China ha ayudado a reducir los costos de las baterías un 89% desde 2010.
Por su parte, India ha capitalizado esta caída de los costos diseñando subastas de energía inteligentes que resultan en los precios de la energía solar a escala de empresas de servicios públicos más bajos del mundo. A medida que se acelere la caída de los costos, los países en todo el Sur Global podrán explotar los beneficios de la Ley de Wright a través de políticas audaces para descarbonizar los autos, los sistemas de refrigeración y la electricidad.
La modelación de Energy Innovation consistentemente demuestra que las políticas ambiciosas de energía limpia expanden las economías y crean empleos, a la vez que mejoran la calidad del aire. Inclusive antes de la IRA, la investigación determinó que India podría ahorrar más de 60 billones de rupias (752.000 millones de dólares) para 2050 si adoptara políticas de alta descarbonización.
Con ese fin, los estándares de desempeño –que exigen un porcentaje mínimo cada vez mayor de energía limpia y VE cada año- son un instrumento particularmente poderoso. En países de bajos y medianos ingresos, estas políticas pueden apalancar las inversiones de Estados Unidos y de la UE sin costo alguno para los gobiernos más alá de la implementación, y pueden impedir que un país se vuelva un vertedero de vehículos y equipos contaminantes.
Entender la Ley de Wright puede ayudar a reformular el diálogo Norte-Sur en la COP27. Las inversiones domésticas de los países más ricos reducirán los costos para los países en desarrollo y expandirán aún más el financiamiento internacional. Cuanto menos costosa se vuelva la acción climática, mayores serán nuestras posibilidades de mantener una estabilidad climática.