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Invertir en la OMS, la inversión más rentable

EDIMBURGO – En agosto, catorce de los países más pobres de África, junto con organizaciones internacionales y empresas privadas, prometieron más de 45 millones de dólares para la nueva ronda de inversión de la Organización Mundial de la Salud, cuyo objetivo es recaudar 7100 millones de dólares en contribuciones voluntarias que permitan cubrir el déficit actual de financiación para los próximos cuatro años, mejorar la atención primaria y reforzar la capacitación de los trabajadores sanitarios.

En un contexto de alteraciones climáticas, pandemias y veloz envejecimiento poblacional, la OMS calcula que su campaña de captación de fondos puede salvar cuarenta millones de vidas en los próximos cuatro años. El Banco Africano de Desarrollo ha comprometido diez millones de dólares, y países como Etiopía y Níger han prometido dos millones más cada uno. Hace pocos días, países y organizaciones asociadas pertenecientes a la Región de Asia Sudoriental de la OMS (entre ellos la India, Indonesia, Corea del Norte y Sri Lanka) prometieron 345 millones de dólares.

Esto plantea una pregunta importante: si países de bajos ingresos (como Chad) y países de ingresos medianos bajos (como Costa de Marfil) pueden contribuir la parte que les corresponde, ¿qué harán sus homólogos más ricos?

La OMS provee ayuda esencial a unos 166 millones de personas en zonas de conflicto como Ucrania, Afganistán, Yemen, Siria, Sudán del Sur y la República Democrática del Congo, y necesita con urgencia financiación más uniforme y predecible. De lo contrario, su capacidad para responder a crisis sanitarias provocadas por guerras, brotes de enfermedades, hambrunas, sequías e inundaciones se verá muy restringida, y millones de personas no contarán con la asistencia médica de emergencia que necesitan. Al mismo tiempo, la OMS debe continuar esfuerzos en países empobrecidos en los que miles de millones de personas carecen de acceso constante a atención médica. En respuesta a estas necesidades cambiantes, la nueva ronda de inversión sólo pide el 0,1% de los nueve billones de dólares que se gastan cada año en atención médica.

Cuando se fundó la OMS después de la Segunda Guerra Mundial, los estados miembros proveían financiación flexible que hacía posible la planificación a largo plazo. Pero hoy, la organización sólo tiene garantizado un 20% de su presupuesto, y depende para el resto de contribuciones voluntarias (a menudo, con destino preasignado); esto limita su eficacia. Incluso con las reformas institucionales en curso, esta ronda de inversión es vital para conseguir la financiación flexible que necesita la organización para poner en práctica su estrategia durante los próximos cuatro años.

Si la COVID‑19 nos ha enseñado algo es que las emergencias sanitarias no respetan fronteras, y que la pregunta no es si habrá otra pandemia, sino cuándo. Resulta alarmante que mientras aumentan la frecuencia y la gravedad de las amenazas sanitarias globales, la cantidad de niños no vacunados ha vuelto a crecer, por primera vez en la historia moderna, lo que los deja expuestos otra vez a enfermedades mortales. Además, las enfermedades transmisibles han vuelto a convertirse en una importante causa de muerte prematura.

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Es indudable que la crisis climática es también una crisis sanitaria en aumento, y se prevé que millones de personas más morirán por desnutrición, cáncer, malaria, contaminación del aire y fenómenos meteorológicos extremos. Mientras tanto, la pandemia silenciosa de la resistencia a antibióticos (elemento causal de cinco millones de muertes anuales) amenaza con revertir un siglo de avances médicos.

Sumado a todo esto, el mundo enfrenta una profunda crisis de salud mental. Ahora que comprendemos mejor los trastornos de salud mental, sabemos que son mucho más frecuentes que lo que se pensaba. Cabe señalar que cada año mueren por suicidio en todo el mundo más de 700 000 personas.

Aunque la salud está consagrada como un derecho humano en las constituciones de 140 países, más de cuatro mil millones de personas carecen de acceso a atención básica; tal es entonces su vulnerabilidad que no pueden darse el lujo de enfermarse. Por eso, invertir en atención médica es la mejor póliza de seguro que puede haber. Los resultados hablan por sí mismos: cada dólar invertido en la OMS genera nada menos que 35 dólares en mejoras sanitarias. Pero los 194 estados miembros de la organización hoy sólo contribuyen 0,30 dólares por persona al año para mantenerla a flote.

Cubrir el faltante de financiación es crucial para que la OMS pueda responder con rapidez y eficacia a la próxima pandemia. De los 7100 millones de dólares que busca recaudar, 1600 millones se utilizarán para ampliar la atención médica en países de ingresos bajos y medios, el equivalente a sólo 0,13 dólares por año por cada una de los tres mil millones de personas que integran la clase media global.

Con financiación adecuada para los próximos cuatro años, la OMS podrá hacer frente a las disparidades sanitarias de género, que equivalen a la pérdida de 75 millones de años de vida cada año, haciendo frente a problemas como la hemorragia posparto, principal causa de muerte materna. Estos fondos también acelerarán la implementación de la estrategia mundial para la eliminación del cáncer de cuello uterino. Y ayudarán a financiar la iniciativa especial de la organización para la salud mental y aumentar así la provisión de apoyo a los mil millones de personas que padecen trastornos de salud mental.

En conjunto, proveer toda la financiación que necesita el programa de trabajo de la OMS para los próximos cuatro años puede evitar cuarenta millones de muertes de aquí a 2028, entre ellas 7,5 millones de muertes por causas relacionadas con el clima, 6,5 millones por enfermedades no transmisibles y cinco millones por enfermedades infecciosas. Además, puede mejorar los indicadores sanitarios de seis mil millones de personas y dar acceso a atención médica a cinco mil millones de personas que padecen dificultades financieras como resultado de los gastos médicos que deben pagar de su bolsillo.

Las últimas décadas han mostrado lo que se puede lograr con la cooperación internacional liderada por la OMS. Campañas globales coordinadas han erradicado la viruela, avanzado en la lucha contra la tuberculosis y disminuido en un 70% las muertes por VIH en los últimos veinte años. Según mis estimaciones, sólo en los últimos cinco años veinticinco países han eliminado al menos una enfermedad tropical, permitiendo así a la OMS extender sus esfuerzos para la eliminación de treinta enfermedades transmisibles.

¡Qué no podríamos lograr en los próximos cuatro años! Una OMS bien financiada podría proteger al mundo de emergencias sanitarias, reducir las disparidades de género, eliminar muchas más enfermedades, cubrir los faltantes en tratamiento de la salud mental, combatir la resistencia a antibióticos y asegurar que las personas desplazadas en todo el mundo tengan acceso a servicios médicos esenciales.

No pierdo las esperanzas, pero para alcanzar estos objetivos es necesario cubrir el faltante de financiación actual. Tenemos delante lo que Martin Luther King llamó la «urgencia feroz del ahora», y no podemos darnos el lujo de esperar.

Traducción: Esteban Flamini

https://prosyn.org/f9FG3aees