k2jacobs2_Saul LoebGettyImages_us_treasury Saul Loeb/Getty Images

La política comercial de Trump es un pacto fáustico

NUEVA YORK – Durante un viaje reciente a Alemania (donde di una conferencia sobre el estado de los mercados de fusiones y adquisiciones y su significado respecto de la confianza de las empresas), encontré por casualidad la casa de Johann Wolfgang von Goethe, el gran escritor de cuya pluma salió la interpretación más influyente de la leyenda de Fausto. Fue una feliz coincidencia. En el relato, un mago y alquimista vende su alma inmortal al diablo a cambio de obtener poder y riqueza en lo inmediato. Los aranceles que anunció el gobierno estadounidense la semana pasada pueden verse como el pacto fáustico de Estados Unidos.

Ya antes de eso, la confianza de directores ejecutivos y presidentes de juntas corporativas a ambos lados del Atlántico era incierta. Los mercados de fusiones y adquisiciones son un buen barómetro del apetito empresarial de inversión a largo plazo, y en los primeros dos meses de este año los anuncios estuvieron en un mínimo de veinte años.

Es fácil ver por qué. La confianza es inseparable de la previsibilidad, y durante el mes que pasó, el gobierno estadounidense del presidente Donald Trump ha lanzado aranceles indiscriminados, puesto en duda los compromisos económicos de su país, alterado la labor de los organismos federales y anunciado una serie de políticas que pueden trastocar la geopolítica mundial.

Pero el problema es más profundo que la imprevisibilidad. Cuando la toma de decisiones se reduce a un pacto fáustico en busca de beneficios inmediatos, muchas veces no se verán las consecuencias a largo plazo de las acciones hasta que sea demasiado tarde.

Los aranceles son un buen ejemplo. La administración Trump cree que Estados Unidos juega con ventaja en cualquier guerra comercial, porque exportar bienes y servicios es mucho más importante para la mayoría de los socios comerciales que para Estados Unidos. De modo que aunque los aranceles provoquen alteraciones en la economía estadounidense, causarán mucho más daño a China, Canadá o la Unión Europea (entre otros afectados).

Pero es común que las guerras comerciales no se detengan en el intercambio de bienes y servicios y se extiendan al control de capitales. Y aquí están los costos ocultos de la política comercial de la administración Trump.

Winter Sale: Save 40% on a new PS subscription
PS_Sales_Winter_1333x1000 AI

Winter Sale: Save 40% on a new PS subscription

At a time of escalating global turmoil, there is an urgent need for incisive, informed analysis of the issues and questions driving the news – just what PS has always provided.

Subscribe to Digital or Digital Plus now to secure your discount.

Subscribe Now

Hoy casi la cuarta parte de la deuda pública de los Estados Unidos está en poder de otros países. Una de las fuentes de dinero que tienen estos países para comprar títulos de deuda de Estados Unidos (con lo que financian su déficit presupuestario crónico y compensan su baja tasa de ahorro) es el superávit comercial, que les permite acumular reservas en dólares. Aunque no están en modo alguno obligados a invertir el producto de ese superávit en deuda estadounidense, es común que lo hagan.

¿Qué ocurriría si los principales socios comerciales de Estados Unidos aprobaran un impuesto a la compra de títulos estadounidenses denominados en dólares (públicos o corporativos)? Se evaporaría una fuente importante de fondos para las subastas del Tesoro, y aumentaría el costo financiero para el gobierno de los Estados Unidos. El incremento del flujo de capital local a las subastas del Tesoro reduciría la inversión en otros sectores, ensancharía los diferenciales de tipos de interés y aumentaría el costo del capital. También subirían los tipos hipotecarios y sobre el consumo con tarjetas de crédito, así como el costo de endeudamiento para las empresas, lo que provocaría fuertes vientos en contra económicos y en los mercados. Bastaría incluso la amenaza de un impuesto semejante para afectar los rendimientos de los bonos estadounidenses. Y no cuesta imaginar estrategias más sutiles para las reservas en dólares que consigan el mismo resultado.

Habrá quien diga que es improbable que los socios comerciales de Estados Unidos tomen esa medida, ya que también les supondría costos importantes, desde pérdida de ingresos por las reservas en dólares a aumento de riesgos al trasladar sus inversiones a otras economías. Pero los costos para Estados Unidos serían mucho mayores, y se manifestarían mucho antes. Trasladar inversiones financieras es mucho más fácil que forjar relaciones comerciales nuevas.

Incluso si un impuesto u otra política de desaliento de la compra de títulos estadounidenses llevara a una especie de «destrucción mutua asegurada», tal vez los socios comerciales de Estados Unidos decidan que vale la pena, en particular porque no tienen muchas otras opciones para oponer resistencia eficaz a los aranceles. Cuanto más intenso sea el uso agresivo de la política comercial, más tentados estarán de «lanzar la bomba atómica» apelando a esta herramienta. Desde el punto de vista político, el atractivo es indudable: para el gobierno de una economía presionada por los aranceles estadounidenses, decir que «si Estados Unidos grava nuestros bienes, nosotros haremos lo mismo con sus títulos de deuda» sería un argumento muy poderoso frente a los votantes.

Es evidente que a la administración Trump le gusta la idea de usar los aranceles para arrancarles concesiones a los socios comerciales de Estados Unidos. Pero el pacto que el gobierno estadounidense parece dispuesto a hacer al servicio de sus objetivos inmediatos crea enormes riesgos para la economía de los Estados Unidos.

Traducción: Esteban Flamini

https://prosyn.org/WPQkAJves