El despegue de las potencias medias

El ambiente de seguridad posterior a los ataques terroristas del 11 de septiembre de 2001 contra los Estados Unidos han mostrado claramente las limitaciones de las Naciones Unidas, e incluso de Estados Unidos como la única superpotencia mundial, para mantener la seguridad internacional. Sin embargo, las potencias medias con ideas similares podrían complementar lo que les hace falta a la ONU o los EU, y generar suficiente influencia para estabilizar el ambiente de seguridad internacional.

Japón, Australia, Alemania o Canadá podrían ser esas potencias. Como países libres y democráticos, comparten valores comunes. Además, son potencias no nucleares y no tienen un lugar permanente en el Consejo de Seguridad de Naciones Unidas. Todos son aliados de los EU desde hace mucho tiempo. De hecho, en años recientes estos países ya han tenido muchas oportunidades para demostrar sus capacidades y su voluntad de contribuir a la seguridad internacional si se les solicita, ya que también comparten el reconocimiento de que la estabilidad global favorece a sus propios intereses nacionales.

Sin embargo, hay diferencias sutiles entre estos países que pueden influir en si cooperación bilateral o su coordinación con la ONU o los EU. Como resultado, deben complementar sus ventajas, características e intereses mutuos a fin de optimizar su papel en la promoción de la seguridad internacional.

Durante muchos años, Japón ha estado dando pasos muy cuidadosos en esta esfera, pero recientemente han ocurrido cambios sustanciales. En marzo de 2007, Japón acordó establecer una “semi-alianza” con Australia y emitió un “Comunicado Conjunto sobre la Cooperación Japón-Australia en materia de Seguridad”. A principios de junio, los ministros de defensa y de relaciones exteriores de ambos países sostuvieron la primera reunión ordinaria sobre seguridad (la llamada “reunión 2+2”) en Tokio y acordaron promover la cooperación en materia de defensa en varios campos, incluyendo la cooperación internacional.

Bajo sus últimos dos primeros ministros, Japón ha estado haciendo contribuciones prácticas sostenidas a la estabilización del ambiente de seguridad internacional como forma de proteger sus propios intereses nacionales e internacionales. Así, Japón está contribuyendo a crear las condiciones que les permitan a las potencias medias actuar de manera conjunta y eficaz para suministrar un “bien público” esencial.

Esas propuestas prácticas abordan temas globales clave, incluyendo el terrorismo internacional, el fortalecimiento de los mecanismos de control de armamento, la reducción del armamento y la no proliferación, esfuerzos para contener los intentos de Corea del Norte e Irán por desarrollar armas nucleares, alentar una mayor transparencia en las fuerzas armadas de China, limitar las ambiciones imperialistas de Rusia y construir una red global de defensa de misiles balísticos contra los misiles que pudieran lanzar los regímenes delincuentes.

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Sin embargo, los esfuerzos para promover este tipo de cooperación no deben limitarse a estas potencias medias. Hay muchos otros países democráticos de nivel medio que deberían participar. Pueden utilizarse varios enfoques para construir una coalición de esas potencias, incluyendo el uso de las Naciones Unidas e intentar influir sobre la política exterior de los EU.

Para avanzar en esos esfuerzos, puede ser necesario que las potencias medias como Japón, Canadá, Australia y Alemania refuercen sus vínculos con otros países de nivel medio con ideas afines que posean armas nucleares y tengan lugares permanente en el Consejo de Seguridad de Naciones Unidas, como el Reino Unido o Francia, o con potencias nucleares menores que no tengan lugar en el Consejo de seguridad, como la India.

Una vez que una coalición de ese tipo se establezca firmemente, el siguiente paso sería participar activamente en la negociación de las cuestiones de seguridad principales, como la reducción y el control internacional de los armamentos y la no proliferación, y alentar al mismo tiempo la participación de China y Rusia. La meta debería ser crear y ejercer influencia en la comunidad internacional hasta el punto que la coalición se convierta en el equivalente de un “sexto” miembro permanente del Consejo de Seguridad.

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