Hace más de 50 años, visionarios como el autor de ciencia ficción británico Arthur C. Clarke y el ingeniero alemán (y estadounidense) especialista en cohetes Wernher von Braun establecieron una serie de pasos para los viajes al espacio. Clarke presentó su visión en un libro de 1951 titulado La exploración del espacio y las propuestas de von Braun aparecieron en una serie de artículos publicados en la revista Collier's entre 1952 y 1954.
Pocos años después –de hecho esta semana se cumplen 50 años—la Unión Soviética lanzó el primer satélite que orbitó la Tierra, con lo que inauguró la era espacial. Tras 50 años, muchos elementos de la visión original se han logrado, algunos han fracasado, y ha habido más de unas cuantas sorpresas.
Clarke y von Braun se enfrentaron a un muro de escepticismo cuando sus propuestas aparecieron por primera vez. El público consideraba a los viajes espaciales como ciencia ficción, una forma de entretenimiento popular que se creía que no tenía grandes posibilidades de realizarse. Pero Clarke, von Braun y otros perseveraron. Predijeron que lanzaríamos satélites, enviaríamos a seres humanos a hacer viajes orbitales, construiríamos una gran estación espacial orbital, crearíamos transbordadores espaciales reutilizables, armaríamos telescopios espaciales y enviaríamos a seres humanos a la luna, Venus y Marte.
Clarke explicó cómo podrían construirse satélites de comunicaciones. Von Braun predijo que las fuerzas militares utilizarían plataformas orbitales para observar movimientos de tropas y evitar ataques por sorpresa. Todas estas visiones surgieron antes de que se lanzara el primer satélite artificial.
En 1959, los funcionarios de la Administración Nacional de Aeronáutica y del Espacio (NASA por sus siglas en inglés) adoptaron la mayoría de estos pasos como parte de su plan a largo plazo. La Unión Soviética entró en una carrera hacia la luna con Estados Unidos.
El apoyo del gobierno para hacer realidad esta visión sirvió de inspiración al cineasta británico Stanley Kubrick para presentar los pasos en su película clásica de 1968, 2001: Odisea del Espacio . Clarke participó en la redacción del guión. En la película aparecían una gran estación espacial, un transbordador espacial con alas, una base lunar y astronautas que viajaban al sistema solar exterior.
Ajustándose al plan, los seres humanos construyeron satélites científicos, de comunicaciones, y de reconocimiento o “espías”, estaciones espaciales y transbordadores espaciales reutilizables. Enviaron naves espaciales robóticas a la luna, Venus, Marte y otros planetas, y humanos a la luna. En esos aspectos, la visión original se cumplió.
No obstante, el esfuerzo espacial de la humanidad se desvió del plan en formas imprevistas. La Estación Espacial Internacional, que actualmente está en construcción, no se parece a las grandes ruedas giratorias que presentaron Kubrick, Clarke, y von Braun. Los primeros planificadores imaginaron a la estación espacial como un punto de reunión para expediciones a la luna y los planetas. La rueda de 300 metros de Kubrick giraba de tal forma que producía una sensación de gravedad igual a la de la luna, a la que muchos de los ocupantes ficticios de la estación estaban acostumbrados.
La verdadera estación espacial es un laboratorio de investigaciones en condiciones de microgravedad y desde ahí no se pueden lanzar viajes a la luna o más allá. El plan original de la estación espacial aprobado en 1984 incluía capacidades más amplias, que posteriormente desaparecieron a medida que los costos fueron aumentando.
El transbordador espacial estadounidense tampoco ha logrado sus metas. Von Braun predijo que los Estados Unidos tendrían que lanzar 364 transbordadores espaciales en menos de un año para preparar el primer viaje lunar. Cuando se aprobó el transbordador espacial en 1972, los funcionarios de la NASA pensaban lanzar uno cada semana o cada dos semanas. Pero la operación del transbordador espacial ha sido mucho más difícil y costosa de lo previsto, y en promedio vuela sólo cuatro veces al año. No ha reducido el costo del acceso al espacio ni ha hecho que los vuelos espaciales sean seguros y rutinarios, como se había prometido. Cuando termine el programa del transbordador en 2010, la NASA lo sustituirá con una nave espacial sin alas, al viejo estilo.
Al contrario de los vuelos espaciales humanos, que en gran medida no han cumplido las expectativas, el esfuerzo espacial robótico las ha superado. Von Braun respaldaba la idea de un telescopio automatizado en el espacio, pero pensaba que los astronautas tendrían que visitar el instrumento para cambiar la película. Los primeros planes de las estaciones de reconocimiento militar asumían que habría soldados destacados a bordo. Clarke creía que se enviaría a astronautas a dar mantenimiento y a operar los satélites de comunicaciones. Kubrick sugirió que las personas –acompañadas por una computadora—pilotearían naves espaciales para explorar planetas como Júpiter y Saturno.
Pero nada de eso resultó ser necesario, debido a los notables avances en la robótica, la electrónica transitorizada, la visualización, la recolección de datos y las comunicaciones. Los sensores que convierten las ondas de luz en señales electrónicas eliminaron la necesidad de las películas en los telescopios espaciales, mientras que la tecnología de los chips de computadora (circuitos integrados) permitieron la operación de los satélites de comunicaciones sin reparaciones periódicas llevadas a cabo por humanos.
Hay naves espaciales robóticas que actualmente están enviando información desde las regiones exteriores del sistema solar y recorriendo la superficie de Marte. Ningún ejército ha percibido aún la necesidad de destacar tropas en sus distintos satélites de reconocimiento, comunicaciones o navegación. La tecnología robótica está avanzando más rápidamente que las tecnologías de apoyo a los vuelos espaciales humanos.
En todo el mundo, científicos, ingenieros y empresarios inteligentes trabajan para cumplir lo que falta del sueño de la exploración espacial. Estemos atentos a que los seres humanos establezcan el turismo espacial, regresen a la luna e intenten una expedición a Marte.
Los avances en la robótica seguirán sucediendo, con naves espaciales que puedan cavar y nadar y telescopios capaces de buscar planetas similares a la Tierra alrededor de las estrellas cercanas. Si nos guiamos por el pasado, mucho de lo que hoy parece ciencia ficción mañana será realidad.
Hace más de 50 años, visionarios como el autor de ciencia ficción británico Arthur C. Clarke y el ingeniero alemán (y estadounidense) especialista en cohetes Wernher von Braun establecieron una serie de pasos para los viajes al espacio. Clarke presentó su visión en un libro de 1951 titulado La exploración del espacio y las propuestas de von Braun aparecieron en una serie de artículos publicados en la revista Collier's entre 1952 y 1954.
Pocos años después –de hecho esta semana se cumplen 50 años—la Unión Soviética lanzó el primer satélite que orbitó la Tierra, con lo que inauguró la era espacial. Tras 50 años, muchos elementos de la visión original se han logrado, algunos han fracasado, y ha habido más de unas cuantas sorpresas.
Clarke y von Braun se enfrentaron a un muro de escepticismo cuando sus propuestas aparecieron por primera vez. El público consideraba a los viajes espaciales como ciencia ficción, una forma de entretenimiento popular que se creía que no tenía grandes posibilidades de realizarse. Pero Clarke, von Braun y otros perseveraron. Predijeron que lanzaríamos satélites, enviaríamos a seres humanos a hacer viajes orbitales, construiríamos una gran estación espacial orbital, crearíamos transbordadores espaciales reutilizables, armaríamos telescopios espaciales y enviaríamos a seres humanos a la luna, Venus y Marte.
Clarke explicó cómo podrían construirse satélites de comunicaciones. Von Braun predijo que las fuerzas militares utilizarían plataformas orbitales para observar movimientos de tropas y evitar ataques por sorpresa. Todas estas visiones surgieron antes de que se lanzara el primer satélite artificial.
En 1959, los funcionarios de la Administración Nacional de Aeronáutica y del Espacio (NASA por sus siglas en inglés) adoptaron la mayoría de estos pasos como parte de su plan a largo plazo. La Unión Soviética entró en una carrera hacia la luna con Estados Unidos.
El apoyo del gobierno para hacer realidad esta visión sirvió de inspiración al cineasta británico Stanley Kubrick para presentar los pasos en su película clásica de 1968, 2001: Odisea del Espacio . Clarke participó en la redacción del guión. En la película aparecían una gran estación espacial, un transbordador espacial con alas, una base lunar y astronautas que viajaban al sistema solar exterior.
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Ajustándose al plan, los seres humanos construyeron satélites científicos, de comunicaciones, y de reconocimiento o “espías”, estaciones espaciales y transbordadores espaciales reutilizables. Enviaron naves espaciales robóticas a la luna, Venus, Marte y otros planetas, y humanos a la luna. En esos aspectos, la visión original se cumplió.
No obstante, el esfuerzo espacial de la humanidad se desvió del plan en formas imprevistas. La Estación Espacial Internacional, que actualmente está en construcción, no se parece a las grandes ruedas giratorias que presentaron Kubrick, Clarke, y von Braun. Los primeros planificadores imaginaron a la estación espacial como un punto de reunión para expediciones a la luna y los planetas. La rueda de 300 metros de Kubrick giraba de tal forma que producía una sensación de gravedad igual a la de la luna, a la que muchos de los ocupantes ficticios de la estación estaban acostumbrados.
La verdadera estación espacial es un laboratorio de investigaciones en condiciones de microgravedad y desde ahí no se pueden lanzar viajes a la luna o más allá. El plan original de la estación espacial aprobado en 1984 incluía capacidades más amplias, que posteriormente desaparecieron a medida que los costos fueron aumentando.
El transbordador espacial estadounidense tampoco ha logrado sus metas. Von Braun predijo que los Estados Unidos tendrían que lanzar 364 transbordadores espaciales en menos de un año para preparar el primer viaje lunar. Cuando se aprobó el transbordador espacial en 1972, los funcionarios de la NASA pensaban lanzar uno cada semana o cada dos semanas. Pero la operación del transbordador espacial ha sido mucho más difícil y costosa de lo previsto, y en promedio vuela sólo cuatro veces al año. No ha reducido el costo del acceso al espacio ni ha hecho que los vuelos espaciales sean seguros y rutinarios, como se había prometido. Cuando termine el programa del transbordador en 2010, la NASA lo sustituirá con una nave espacial sin alas, al viejo estilo.
Al contrario de los vuelos espaciales humanos, que en gran medida no han cumplido las expectativas, el esfuerzo espacial robótico las ha superado. Von Braun respaldaba la idea de un telescopio automatizado en el espacio, pero pensaba que los astronautas tendrían que visitar el instrumento para cambiar la película. Los primeros planes de las estaciones de reconocimiento militar asumían que habría soldados destacados a bordo. Clarke creía que se enviaría a astronautas a dar mantenimiento y a operar los satélites de comunicaciones. Kubrick sugirió que las personas –acompañadas por una computadora—pilotearían naves espaciales para explorar planetas como Júpiter y Saturno.
Pero nada de eso resultó ser necesario, debido a los notables avances en la robótica, la electrónica transitorizada, la visualización, la recolección de datos y las comunicaciones. Los sensores que convierten las ondas de luz en señales electrónicas eliminaron la necesidad de las películas en los telescopios espaciales, mientras que la tecnología de los chips de computadora (circuitos integrados) permitieron la operación de los satélites de comunicaciones sin reparaciones periódicas llevadas a cabo por humanos.
Hay naves espaciales robóticas que actualmente están enviando información desde las regiones exteriores del sistema solar y recorriendo la superficie de Marte. Ningún ejército ha percibido aún la necesidad de destacar tropas en sus distintos satélites de reconocimiento, comunicaciones o navegación. La tecnología robótica está avanzando más rápidamente que las tecnologías de apoyo a los vuelos espaciales humanos.
En todo el mundo, científicos, ingenieros y empresarios inteligentes trabajan para cumplir lo que falta del sueño de la exploración espacial. Estemos atentos a que los seres humanos establezcan el turismo espacial, regresen a la luna e intenten una expedición a Marte.
Los avances en la robótica seguirán sucediendo, con naves espaciales que puedan cavar y nadar y telescopios capaces de buscar planetas similares a la Tierra alrededor de las estrellas cercanas. Si nos guiamos por el pasado, mucho de lo que hoy parece ciencia ficción mañana será realidad.