WASHINGTON, D.C. – El logro de un mundo más sostenible presupone una visión del mundo que no sólo tiene en cuenta el bienestar en términos de ingresos, sino que también en términos de seguridad humana y oportunidades para que cada persona prospere. Vale la pena considerar cómo se vería el mundo desde dicha perspectiva.
Para empezar, sería un mundo en el que las personas vivan libres de conflictos por la tierra, el agua y el espacio, y que garantizaría la seguridad alimentaria de los 739 millones de personas que padecen hambre o desnutrición en la actualidad. Un mundo así preservaría las 20.000 especies de animales y plantas que se están en peligro de extinción, comprendiendo el poder que dichas especies tienen para sanarnos física y espiritualmente. Nos haría retroceder desde el borde del precipicio del calentamiento global imparable y de sus consecuencias para las comunidades costeras, los patrones climáticos y, en algunas regiones, la habitabilidad. Protegería lugares de inspiración y extraordinaria belleza natural. Y, para las generaciones futuras, sería un mundo más sostenible que el nuestro.
Muchas personas consideran esto idealista. Sin embargo, el crecimiento económico posibilita que las personas mejoren sus vidas. Altera la economía política de la toma de decisiones, creando espacio para nuevas ideas con el fin de prosperar. Y una de dichas ideas es que el crecimiento no es sostenible en el largo plazo a menos que sea incluyente y verde.
Tenemos que romper el mito de que el crecimiento más verde es más costoso. Una política inteligente nos puede ayudar a superar las limitaciones a corto plazo, las conductas profundamente arraigadas y las normas sociales, y nos puede ayudar también a desarrollar instrumentos de financiación innovadores que cambien los incentivos. Un informe reciente (recent report) del Banco Mundial aboga por modelos de crecimiento más limpios, más verdes, y más inclusivos. Al mismo tiempo, los Principios de Ecuador (Equator Principles) ofrecen a las empresas un marco para considerar los riesgos ambientales y sociales de sus inversiones.
Del mismo modo, tenemos que utilizar como punto de referencia para la toma de decisiones cuentas para la contabilización de la riqueza que sean más integrales. Los países han utilizado durante mucho tiempo las cuentas nacionales de ingresos, con el PIB como indicador principal, para describir el desempeño económico. Un retrato más exacto de la riqueza de las naciones debe tener en cuenta no sólo los ingresos, sino también para los activos naturales y sociales.
Tales indicadores permitirían que los tomadores de decisiones consideraren el impacto a largo plazo de comportamientos que pudiesen mermar o construir activos y pudiesen obstaculizar o establecer un modelo de desarrollo más sostenible. Las nuevas herramientas como la Contabilidad de la Riqueza y Valoración de los Servicios de los Ecosistemas (WAVES, por sus siglas en inglés) (WAVES), permiten una contabilización cada más sólida de los ecosistemas – un enfoque que ha sido refrendado por 62 países, por más de 90 empresas privadas y por 17 organizaciones internacionales y de la sociedad civil en la Cumbre de Río +20 de junio pasado.
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También debemos proteger a nuestros océanos, que son la fuente del 16% de la ingesta de proteínas animales de la población mundial. Sólo se ha descubierto y documentado una pequeña fracción de las especies que viven en los océanos. Se desconoce el valor potencial que tiene la vida marina para la medicina, la economía y para nuestro clima. Sin embargo, los biosistemas oceánicos están amenazados por la acidificación, la contaminación y la sobreexplotación.
Donde los océanos se encuentran con la costa, la degradación de los manglares y las praderas pone en peligro a nuestras comunidades costeras. Ya que menos del 1% de los espacios marinos están protegidos y sólo una pequeña fracción se encuentra bajo los efectos de bien meditados tratados internacionales o políticas gubernamentales, abundan las oportunidades para mejorar la salud de los océanos. La Alianza Mundial de los Océanos (Global Partnership for Oceans) es una alianza nueva y prometedora que agrupa a más de 100 gobiernos e instituciones internacionales, a organizaciones de la sociedad civil y a empresas privadas que buscan abordar las amenazas a la salud de los océanos, la resiliencia y la productividad.
Del mismo modo, debemos reconocer que el cielo no es el límite, sino que está en el límite. Después de que se firmó el Protocolo de Kioto, los líderes del mundo tenían la esperanza de limitar el calentamiento global a dos grados centígrados Celsius por encima del nivel preindustrial. Ellos reconocieron las consecuencias dramáticas que incluso esta cantidad de calentamiento tendría en los niveles del mar, los suministros de agua dulce, la agricultura, los fenómenos meteorológicos extremos, la salud pública y la flora y fauna del planeta. Ahora parece que estamos en camino hacia un calentamiento de cuatro grados, con consecuencias casi inimaginables.
La necesidad de una acción concertada para limitar las emisiones de gases de efecto invernadero está más allá de toda duda. Mientras se despliega la política relacionada a los acuerdos internacionales, nosotros debemos actuar ahora. Una planificación urbana más meditada, sistemas de transporte más eficientes, mejor manejo de bosques, técnicas agrícolas que ayuden a retener el carbono, energía más limpia y más asequible, y una fijación de precios de los combustibles sucios adecuada son aspectos que pueden desplazarnos a todos en la dirección correcta. Los Fondos Climáticos (Climate Funds) como el Fondo de Inversión para el Clima, el Fondo para el Medio Ambiente Mundial, y el recientemente creado Fondo Climático Verde merecen apoyo por ser importantes vehículos para desarrollar soluciones viables.
Por encima de todo, debemos utilizar objetivos para enfocar las políticas. Los Objetivos de Desarrollo del Milenio (ODM) (Millennium Development Goals) fijaron metas ambiciosas para reducir la pobreza, mejorar la salud y la nutrición, expandir la educación, aumentar la igualdad de género, y garantizar la sostenibilidad del medio ambiente. Dichos objetivos han servido como una convocatoria útil. A medida que la comunidad mundial desarrolla Objetivos de Desarrollo Sostenible para complementar los ODM, es necesario un fuerte debate público sobre las lecciones aprendidas y los mecanismos de financiación utilizados para alcanzar las metas.
Una vez que nos fijamos objetivos, necesitamos sistemas de información fiables para evaluar el progreso hacia su logro. Las oficinas gubernamentales de estadística generalmente preparan la información necesaria para entender las tendencias sociales, ambientales y económicas. No obstante, aún cuando la urgencia de tener la capacidad de entendimiento de las tendencias y de actuar en tiempo real es cada vez mayor, muchos gobiernos se enfrentan a brechas significativas en su capacidad para producir y analizar información. Se necesitarán inversiones masivas para fortalecer la capacidad que tienen los gobiernos para recolectar datos actualizados, pertinentes y de alta calidad, para analizar dicha información, y para presentarla los diseñadores de políticas en maneras que les permita comprender y afrontar los retos más importantes a los que se enfrenta la sostenibilidad.
“Piensa globalmente, actúa localmente” ha sido durante mucho tiempo una convocatoria útil para la salud del planeta. Sin embargo, la magnitud de los problemas que enfrentamos nos impulsa a actuar a escala mundial. Nuevas herramientas para la elaboración de modelos económicos, contabilización de la riqueza natural, y decisiones de inversión nos pueden desplazar hacia adelante. La adopción de medidas para construir ciudades más inteligentes y proteger los océanos, el aire, y los bosques darán forma a la trayectoria de nuestro cambiante clima. A medida que los acuerdos alcanzados en Río +20 se implementan, la comunidad mundial debería decidirse a tomar medidas aún más audaces en los próximos 20 años – a nivel local, nacional e internacional – con el fin de fomentar la sostenibilidad.
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Over time, as American democracy has increasingly fallen short of delivering on its core promises, the Democratic Party has contributed to the problem by catering to a narrow, privileged elite. To restore its own prospects and America’s signature form of governance, it must return to its working-class roots.
is not surprised that so many voters ignored warnings about the threat Donald Trump poses to US institutions.
Enrique Krauze
considers the responsibility of the state to guarantee freedom, heralds the demise of Mexico’s democracy, highlights flaws in higher-education systems, and more.
WASHINGTON, D.C. – El logro de un mundo más sostenible presupone una visión del mundo que no sólo tiene en cuenta el bienestar en términos de ingresos, sino que también en términos de seguridad humana y oportunidades para que cada persona prospere. Vale la pena considerar cómo se vería el mundo desde dicha perspectiva.
Para empezar, sería un mundo en el que las personas vivan libres de conflictos por la tierra, el agua y el espacio, y que garantizaría la seguridad alimentaria de los 739 millones de personas que padecen hambre o desnutrición en la actualidad. Un mundo así preservaría las 20.000 especies de animales y plantas que se están en peligro de extinción, comprendiendo el poder que dichas especies tienen para sanarnos física y espiritualmente. Nos haría retroceder desde el borde del precipicio del calentamiento global imparable y de sus consecuencias para las comunidades costeras, los patrones climáticos y, en algunas regiones, la habitabilidad. Protegería lugares de inspiración y extraordinaria belleza natural. Y, para las generaciones futuras, sería un mundo más sostenible que el nuestro.
Muchas personas consideran esto idealista. Sin embargo, el crecimiento económico posibilita que las personas mejoren sus vidas. Altera la economía política de la toma de decisiones, creando espacio para nuevas ideas con el fin de prosperar. Y una de dichas ideas es que el crecimiento no es sostenible en el largo plazo a menos que sea incluyente y verde.
Tenemos que romper el mito de que el crecimiento más verde es más costoso. Una política inteligente nos puede ayudar a superar las limitaciones a corto plazo, las conductas profundamente arraigadas y las normas sociales, y nos puede ayudar también a desarrollar instrumentos de financiación innovadores que cambien los incentivos. Un informe reciente (recent report) del Banco Mundial aboga por modelos de crecimiento más limpios, más verdes, y más inclusivos. Al mismo tiempo, los Principios de Ecuador (Equator Principles) ofrecen a las empresas un marco para considerar los riesgos ambientales y sociales de sus inversiones.
Del mismo modo, tenemos que utilizar como punto de referencia para la toma de decisiones cuentas para la contabilización de la riqueza que sean más integrales. Los países han utilizado durante mucho tiempo las cuentas nacionales de ingresos, con el PIB como indicador principal, para describir el desempeño económico. Un retrato más exacto de la riqueza de las naciones debe tener en cuenta no sólo los ingresos, sino también para los activos naturales y sociales.
Tales indicadores permitirían que los tomadores de decisiones consideraren el impacto a largo plazo de comportamientos que pudiesen mermar o construir activos y pudiesen obstaculizar o establecer un modelo de desarrollo más sostenible. Las nuevas herramientas como la Contabilidad de la Riqueza y Valoración de los Servicios de los Ecosistemas (WAVES, por sus siglas en inglés) (WAVES), permiten una contabilización cada más sólida de los ecosistemas – un enfoque que ha sido refrendado por 62 países, por más de 90 empresas privadas y por 17 organizaciones internacionales y de la sociedad civil en la Cumbre de Río +20 de junio pasado.
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También debemos proteger a nuestros océanos, que son la fuente del 16% de la ingesta de proteínas animales de la población mundial. Sólo se ha descubierto y documentado una pequeña fracción de las especies que viven en los océanos. Se desconoce el valor potencial que tiene la vida marina para la medicina, la economía y para nuestro clima. Sin embargo, los biosistemas oceánicos están amenazados por la acidificación, la contaminación y la sobreexplotación.
Donde los océanos se encuentran con la costa, la degradación de los manglares y las praderas pone en peligro a nuestras comunidades costeras. Ya que menos del 1% de los espacios marinos están protegidos y sólo una pequeña fracción se encuentra bajo los efectos de bien meditados tratados internacionales o políticas gubernamentales, abundan las oportunidades para mejorar la salud de los océanos. La Alianza Mundial de los Océanos (Global Partnership for Oceans) es una alianza nueva y prometedora que agrupa a más de 100 gobiernos e instituciones internacionales, a organizaciones de la sociedad civil y a empresas privadas que buscan abordar las amenazas a la salud de los océanos, la resiliencia y la productividad.
Del mismo modo, debemos reconocer que el cielo no es el límite, sino que está en el límite. Después de que se firmó el Protocolo de Kioto, los líderes del mundo tenían la esperanza de limitar el calentamiento global a dos grados centígrados Celsius por encima del nivel preindustrial. Ellos reconocieron las consecuencias dramáticas que incluso esta cantidad de calentamiento tendría en los niveles del mar, los suministros de agua dulce, la agricultura, los fenómenos meteorológicos extremos, la salud pública y la flora y fauna del planeta. Ahora parece que estamos en camino hacia un calentamiento de cuatro grados, con consecuencias casi inimaginables.
La necesidad de una acción concertada para limitar las emisiones de gases de efecto invernadero está más allá de toda duda. Mientras se despliega la política relacionada a los acuerdos internacionales, nosotros debemos actuar ahora. Una planificación urbana más meditada, sistemas de transporte más eficientes, mejor manejo de bosques, técnicas agrícolas que ayuden a retener el carbono, energía más limpia y más asequible, y una fijación de precios de los combustibles sucios adecuada son aspectos que pueden desplazarnos a todos en la dirección correcta. Los Fondos Climáticos (Climate Funds) como el Fondo de Inversión para el Clima, el Fondo para el Medio Ambiente Mundial, y el recientemente creado Fondo Climático Verde merecen apoyo por ser importantes vehículos para desarrollar soluciones viables.
Por encima de todo, debemos utilizar objetivos para enfocar las políticas. Los Objetivos de Desarrollo del Milenio (ODM) (Millennium Development Goals) fijaron metas ambiciosas para reducir la pobreza, mejorar la salud y la nutrición, expandir la educación, aumentar la igualdad de género, y garantizar la sostenibilidad del medio ambiente. Dichos objetivos han servido como una convocatoria útil. A medida que la comunidad mundial desarrolla Objetivos de Desarrollo Sostenible para complementar los ODM, es necesario un fuerte debate público sobre las lecciones aprendidas y los mecanismos de financiación utilizados para alcanzar las metas.
Una vez que nos fijamos objetivos, necesitamos sistemas de información fiables para evaluar el progreso hacia su logro. Las oficinas gubernamentales de estadística generalmente preparan la información necesaria para entender las tendencias sociales, ambientales y económicas. No obstante, aún cuando la urgencia de tener la capacidad de entendimiento de las tendencias y de actuar en tiempo real es cada vez mayor, muchos gobiernos se enfrentan a brechas significativas en su capacidad para producir y analizar información. Se necesitarán inversiones masivas para fortalecer la capacidad que tienen los gobiernos para recolectar datos actualizados, pertinentes y de alta calidad, para analizar dicha información, y para presentarla los diseñadores de políticas en maneras que les permita comprender y afrontar los retos más importantes a los que se enfrenta la sostenibilidad.
“Piensa globalmente, actúa localmente” ha sido durante mucho tiempo una convocatoria útil para la salud del planeta. Sin embargo, la magnitud de los problemas que enfrentamos nos impulsa a actuar a escala mundial. Nuevas herramientas para la elaboración de modelos económicos, contabilización de la riqueza natural, y decisiones de inversión nos pueden desplazar hacia adelante. La adopción de medidas para construir ciudades más inteligentes y proteger los océanos, el aire, y los bosques darán forma a la trayectoria de nuestro cambiante clima. A medida que los acuerdos alcanzados en Río +20 se implementan, la comunidad mundial debería decidirse a tomar medidas aún más audaces en los próximos 20 años – a nivel local, nacional e internacional – con el fin de fomentar la sostenibilidad.
Traducido del inglés por Rocío L. Barrientos.