SYDNEY – Hasta hace poco, el futuro de la energía nuclear estaba en Asia. En el año 2015, nueve de los diez reactores que se inauguraron a nivel mundial se encontraban ubicados en este continente. Pero las recientes declaraciones de Corea del Sur y Taiwán sobre que “irán por el camino respetuoso del medioambiente” han puesto en tela de juicio la viabilidad a largo plazo de la energía nuclear, al menos en Asia Oriental. De hecho, el 2017 puede marcar el final del enamoramiento de la región con la energía nuclear – y el comienzo de uno nuevo con las energías renovables.
El presidente de Corea del Sur, Moon Jae-in, y el presidente taiwanés Tsai Ing-wen, han establecido ambiciosas agendas nacionales para impulsar la generación de energías renovables, mientras que simultáneamente convocan al abandono paulatino de la energía nuclear. Durante años, la dependencia exagerada de los combustibles tradicionales desalentó la inversión en tecnologías limpias para la generación de energía eléctrica, a pesar de que ambos países son innovadores en industrias ecológicas, como las industrias del almacenamiento de energía y las redes eléctricas inteligentes. Si bien el 22% de las necesidades energéticas de Corea del Sur, y el 14% de las de Taiwán, se encuentran cubiertas por energía nuclear, esos porcentajes ahora están destinados a descender drásticamente.
A pesar de que aún se continúa con la elaboración de proyectos, si los compromisos de los dos países se consideran en conjunto, los mismos marcan un desplazamiento importante de la planificación regional hacia tecnologías más verdes y más limpias. Además, estas tecnologías allanarán el camino para una mayor inversión en instalaciones de energía renovable, colocando a estos países en una nueva posición competitiva en el mercado regional.
La estrategia de Corea del Sur exige una retirada gradual de la industria nuclear, a través de la no renovación de licencias existentes y la prohibición de futuras plantas. El mes pasado, Moon, quien fue elegido en el mes de mayo e hizo campaña fundamentándose en una agenda libre de energía nuclear, hizo un llamado a favor de un aumento del uso de las energías renovables, para que hasta el año 2030 las mismas den cuenta del 20% de la generación total de energía del país, incrementándose desde su nivel actual del 5%. También se ha comprometido a cerrar diez centrales eléctricas a carbón hasta el fin de su mandato el 2022. Hoy en día, el carbón representa aproximadamente una cuarta parte del consumo de energía de su país. Se podría usar al gas natural como “combustible puente” durante la transición hacia una energía más verde.
Dado que actualmente en Corea del Sur operan 25 reactores nucleares y se tienen planes para construir seis más, el estancamiento de la energía nuclear es un cambio significativo en la estrategia energética del país. De hecho, algunos han expresado dudas sobre la viabilidad de los planes de Moon. También existen interrogantes acerca de cómo la revisión de la política energética afectará al lucrativo mercado de exportación nuclear del país. Sin embargo, Moon mantiene firme su decisión al respecto.
En Taiwán, Tsai está igualmente comprometido. El año pasado, en respuesta a la oposición pública a la energía nuclear a raíz de la catástrofe de Fukushima el año 2011 en Japón, Tsai prometió lograr que Taiwán llegue a estar libre de energía nuclear hasta el año 2025. Hoy, el carbón y el gas natural proporcionan más de dos tercios de las necesidades de electricidad del país, y las energías renovables dan cuenta del 5%. Tsai ha pedido que la participación de las energías renovables aumente al 20% en el transcurso de los próximos ocho años, y que dicha capacidad provenga principalmente de fuentes solares y eólicas costa afuera. Esta nueva generación de energía reemplazaría fácilmente la electricidad generada por los seis reactores nucleares del país.
Los críticos sostienen que las tecnologías verdes no están lo suficientemente maduras como para reemplazar a los combustibles tradicionales que se usan como energía a escala industrial. Sin embargo, estas afirmaciones llegan con unos cuantos años de retraso. El descenso significativo de los costos de puesta en marcha y de los precios de almacenamiento de energía, así como el mejor rendimiento de las baterías, han hecho que la energía renovable sea más competitiva que nunca. Tal como en el mes de junio Francesco Starace, director ejecutivo de Enel, la compañía de energía más grande de Europa que se capitaliza a través del mercado dijo al Financial Times, las energías renovables se están convirtiendo en la forma “más barata y más conveniente de producir electricidad”.
Corea del Sur y Taiwán no son las primeras potencias de Asia Oriental que se tornan más verdes. China ha estado desplazándose en esa dirección durante años, y ahora lidera el mundo en capacidad instalada de energía renovable. Sin embargo, al unirse a la revolución de las energías renovables, Corea del Sur y Taiwán facilitarán el ingreso de otros actores regionales en el mercado, debido a que las oportunidades ampliadas de inversión aumentarán la competitividad y reducirán aún más los costos.
De hecho, si hay una crítica válida sobre los objetivos visionarios de Moon y Tsai, es que se podrían lograr dichos objetivos aún más rápidamente. Por ejemplo, si ambos líderes permitieran la compra de energía renovable de la planificada Global Energy Interconnection o de la ‘Asian Super Grid’, ellos podrían aumentar la participación porcentual de la energía verde con mayor rapidez. Taiwán y Corea del Sur tienen pocos recursos naturales propios y dependen en gran medida del combustible importado para generar electricidad. El ingreso de competencia dentro de los monopolios nacionales en ambos países aceleraría también el cambio hacia las energías renovables.
Sin embargo, por ahora, lo más importante es el precedente que Taiwán y Corea del Sur están estableciendo. El mercado de las energías renovables en Asia Oriental está a punto de florecer. Cuando lo haga, la dependencia de la energía nuclear de la región, que se mantiene ya durante varias décadas, al fin se romperá.
Traducción del inglés: Rocío L. Barrientos.
SYDNEY – Hasta hace poco, el futuro de la energía nuclear estaba en Asia. En el año 2015, nueve de los diez reactores que se inauguraron a nivel mundial se encontraban ubicados en este continente. Pero las recientes declaraciones de Corea del Sur y Taiwán sobre que “irán por el camino respetuoso del medioambiente” han puesto en tela de juicio la viabilidad a largo plazo de la energía nuclear, al menos en Asia Oriental. De hecho, el 2017 puede marcar el final del enamoramiento de la región con la energía nuclear – y el comienzo de uno nuevo con las energías renovables.
El presidente de Corea del Sur, Moon Jae-in, y el presidente taiwanés Tsai Ing-wen, han establecido ambiciosas agendas nacionales para impulsar la generación de energías renovables, mientras que simultáneamente convocan al abandono paulatino de la energía nuclear. Durante años, la dependencia exagerada de los combustibles tradicionales desalentó la inversión en tecnologías limpias para la generación de energía eléctrica, a pesar de que ambos países son innovadores en industrias ecológicas, como las industrias del almacenamiento de energía y las redes eléctricas inteligentes. Si bien el 22% de las necesidades energéticas de Corea del Sur, y el 14% de las de Taiwán, se encuentran cubiertas por energía nuclear, esos porcentajes ahora están destinados a descender drásticamente.
A pesar de que aún se continúa con la elaboración de proyectos, si los compromisos de los dos países se consideran en conjunto, los mismos marcan un desplazamiento importante de la planificación regional hacia tecnologías más verdes y más limpias. Además, estas tecnologías allanarán el camino para una mayor inversión en instalaciones de energía renovable, colocando a estos países en una nueva posición competitiva en el mercado regional.
La estrategia de Corea del Sur exige una retirada gradual de la industria nuclear, a través de la no renovación de licencias existentes y la prohibición de futuras plantas. El mes pasado, Moon, quien fue elegido en el mes de mayo e hizo campaña fundamentándose en una agenda libre de energía nuclear, hizo un llamado a favor de un aumento del uso de las energías renovables, para que hasta el año 2030 las mismas den cuenta del 20% de la generación total de energía del país, incrementándose desde su nivel actual del 5%. También se ha comprometido a cerrar diez centrales eléctricas a carbón hasta el fin de su mandato el 2022. Hoy en día, el carbón representa aproximadamente una cuarta parte del consumo de energía de su país. Se podría usar al gas natural como “combustible puente” durante la transición hacia una energía más verde.
Dado que actualmente en Corea del Sur operan 25 reactores nucleares y se tienen planes para construir seis más, el estancamiento de la energía nuclear es un cambio significativo en la estrategia energética del país. De hecho, algunos han expresado dudas sobre la viabilidad de los planes de Moon. También existen interrogantes acerca de cómo la revisión de la política energética afectará al lucrativo mercado de exportación nuclear del país. Sin embargo, Moon mantiene firme su decisión al respecto.
En Taiwán, Tsai está igualmente comprometido. El año pasado, en respuesta a la oposición pública a la energía nuclear a raíz de la catástrofe de Fukushima el año 2011 en Japón, Tsai prometió lograr que Taiwán llegue a estar libre de energía nuclear hasta el año 2025. Hoy, el carbón y el gas natural proporcionan más de dos tercios de las necesidades de electricidad del país, y las energías renovables dan cuenta del 5%. Tsai ha pedido que la participación de las energías renovables aumente al 20% en el transcurso de los próximos ocho años, y que dicha capacidad provenga principalmente de fuentes solares y eólicas costa afuera. Esta nueva generación de energía reemplazaría fácilmente la electricidad generada por los seis reactores nucleares del país.
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Los críticos sostienen que las tecnologías verdes no están lo suficientemente maduras como para reemplazar a los combustibles tradicionales que se usan como energía a escala industrial. Sin embargo, estas afirmaciones llegan con unos cuantos años de retraso. El descenso significativo de los costos de puesta en marcha y de los precios de almacenamiento de energía, así como el mejor rendimiento de las baterías, han hecho que la energía renovable sea más competitiva que nunca. Tal como en el mes de junio Francesco Starace, director ejecutivo de Enel, la compañía de energía más grande de Europa que se capitaliza a través del mercado dijo al Financial Times, las energías renovables se están convirtiendo en la forma “más barata y más conveniente de producir electricidad”.
Corea del Sur y Taiwán no son las primeras potencias de Asia Oriental que se tornan más verdes. China ha estado desplazándose en esa dirección durante años, y ahora lidera el mundo en capacidad instalada de energía renovable. Sin embargo, al unirse a la revolución de las energías renovables, Corea del Sur y Taiwán facilitarán el ingreso de otros actores regionales en el mercado, debido a que las oportunidades ampliadas de inversión aumentarán la competitividad y reducirán aún más los costos.
De hecho, si hay una crítica válida sobre los objetivos visionarios de Moon y Tsai, es que se podrían lograr dichos objetivos aún más rápidamente. Por ejemplo, si ambos líderes permitieran la compra de energía renovable de la planificada Global Energy Interconnection o de la ‘Asian Super Grid’, ellos podrían aumentar la participación porcentual de la energía verde con mayor rapidez. Taiwán y Corea del Sur tienen pocos recursos naturales propios y dependen en gran medida del combustible importado para generar electricidad. El ingreso de competencia dentro de los monopolios nacionales en ambos países aceleraría también el cambio hacia las energías renovables.
Sin embargo, por ahora, lo más importante es el precedente que Taiwán y Corea del Sur están estableciendo. El mercado de las energías renovables en Asia Oriental está a punto de florecer. Cuando lo haga, la dependencia de la energía nuclear de la región, que se mantiene ya durante varias décadas, al fin se romperá.
Traducción del inglés: Rocío L. Barrientos.