BOSTON – Los costos del pago de los más de 7,5 billones de dólares que las economías emergentes deben a acreedores externos se están volviendo cada vez más onerosos, justo cuando necesitan el mayor margen fiscal posible para confrontar la crisis de la COVID‑19. Pese a que hay sólidas razones para cancelar buena parte de esta deuda, muchos actores importantes se oponen a hacerlo, con el argumento de que limitaría el acceso futuro de esos países a los mercados internacionales y de tal modo reduciría la inversión y el crecimiento.
BOSTON – Los costos del pago de los más de 7,5 billones de dólares que las economías emergentes deben a acreedores externos se están volviendo cada vez más onerosos, justo cuando necesitan el mayor margen fiscal posible para confrontar la crisis de la COVID‑19. Pese a que hay sólidas razones para cancelar buena parte de esta deuda, muchos actores importantes se oponen a hacerlo, con el argumento de que limitaría el acceso futuro de esos países a los mercados internacionales y de tal modo reduciría la inversión y el crecimiento.