FEZ – La caída global de los precios del petróleo ha sido devastadora para las economías de Oriente Próximo y el norte de África. Puede que varios gobernantes de la región tengan la tentación de esperar a que los precios vuelvan a subir, tras haber visto que en el pasado también hubo importantes descensos. Pero este colapso es diferente, y los gobiernos deben adoptar nuevas estrategias energéticas y de desarrollo. Las iniciativas de Marruecos para convertirse en una potencia regional de las energías renovables ofrecen una opción real para el desarrollo económico en otros países árabes.
Marruecos lleva ya algún tiempo invirtiendo en proyectos de energías renovables a gran escala, pero sólo ahora estas inversiones están entrando en la red. Quizás la más notable sea el gigantesco complejo de energía solar llamado Noor-1, en el desierto marroquí cerca de Ouarzazate. Inaugurado el 4 de febrero, usa tecnología altamente avanzada para almacenar energía que pueda usarse de noche y en días nublados.
Se espera que Noor-1, considerada la mayor planta solar del mundo, produzca energía suficiente para más de un millón de personas y que la potencia sobrante se pueda exportar a Francia y África, según lo estimado por el Banco Mundial. Puesto que Marruecos importa cerca del 97% de su energía y no posee yacimientos propios de petróleo o gas, su gobierno ha visto el desarrollo de energía renovable como la única manera de asegurar la continuidad del desarrollo económico nacional. Se trata de una conclusión que otros países de la región deberían considerar.
El proyecto cubre un área de más de 4,5 kilómetros cuadrados con 500.000 espejos curvos (algunos de hasta 12 metros de alto) y tiene un coste de cerca de $700 millones. Se espera que sea sólo parte de un enorme complejo solar que cubra más de 30 kilómetros cuadrados. De hecho, para 2018 se habrán construido tres otras plantas (Noor-II, Noor-III y Noor-Midelt), usando una combinación de tecnologías, entre ellas la termosolar y la fotovoltaica. Generará hasta 2 000 megavatios diarios para el año 2020, ayudando a reducir la brecha de desarrollo entre las áreas urbanas y rurales.
Por supuesto, el proyecto ha exigido una altísima inversión: $9 mil millones, de los cuales cerca de $1 mil millones proceden de un banco de inversiones alemán, $400 millones del Banco Mundial y $596 millones del Banco Europeo de Inversiones. El gobierno marroquí ha aportado el resto, como parte de su estrategia de desarrollo nacional.
En un futuro próximo, Marruecos también desarrollará un programa eólico con una capacidad de al menos 2 000 MW diarios, así como un proyecto hidroeléctrico de 2 000 MW. En conjunto, podrían representar un 42% de la producción eléctrica del país. Se trata de una proporción de la energía renovable sin paralelos regionales ni internacionales.
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El Parque Eólico Tarfaya, ubicado en la costa atlántica sur del país, ya es el mayor del continente. Con 131 turbinas y una capacidad diaria de más de 300 MW, podría ayudar a que Marruecos reduzca las emisiones de dióxido de carbono en 900.000 toneladas anuales y bajar sus costes anuales de importación petrolera en más de $190 millones.
A pesar de centrarse en las energías renovables, Marruecos no ha dejado de lado las fuentes de energía tradicionales. A lo largo de los próximos cinco años, las autoridades instalarán la infraestructura necesaria para que el gas natural licuado (GNL) sea más accesible para las industrias locales. Se trata de una tarea enorme, ya que también incluye un puerto con embarcadero de GNL y un gasoducto de 400 kilómetros. Este notable proyecto costará otros $4,5 mil millones, todos procedentes del sector privado.
El gobierno marroquí sabía desde hace tiempo que no podría quedarse de brazos cruzados ante el aumento de un 7% anual de la demanda de electricidad, causado principalmente por la expansión del sector industrial del país. En la actualidad, un 90% de los marroquíes están conectados a la red eléctrica, en lo que representa un drástico aumento con respecto al 18% de la década de los 90. A lo largo de este periodo, las inversiones del país en electrificación se elevaron en más de $3 mil millones al año.
El gobierno de Marruecos tiene la convicción de que las reformas y el desarrollo confirmarán su surgimiento como líder regional y puerta de entrada a África. Un mayor acceso a las energías renovables significará que todas las energías contarán con suficiente potencia para satisfacer sus necesidades, lo cual es esencial para que el país pueda diversificar su economía.
Los inversionistas están conscientes de la excepcional posición geográfica y la estabilidad política de Marruecos, en una región donde la incertidumbre es demasiado frecuente. El gigantesco complejo solar y otras inversiones del país le ayudarán a impulsar su independencia energética, reducir costes y ampliar el acceso a la energía. Otros países de África y Oriente Próximo deberían tomar nota.
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At the end of a year of domestic and international upheaval, Project Syndicate commentators share their favorite books from the past 12 months. Covering a wide array of genres and disciplines, this year’s picks provide fresh perspectives on the defining challenges of our time and how to confront them.
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FEZ – La caída global de los precios del petróleo ha sido devastadora para las economías de Oriente Próximo y el norte de África. Puede que varios gobernantes de la región tengan la tentación de esperar a que los precios vuelvan a subir, tras haber visto que en el pasado también hubo importantes descensos. Pero este colapso es diferente, y los gobiernos deben adoptar nuevas estrategias energéticas y de desarrollo. Las iniciativas de Marruecos para convertirse en una potencia regional de las energías renovables ofrecen una opción real para el desarrollo económico en otros países árabes.
Marruecos lleva ya algún tiempo invirtiendo en proyectos de energías renovables a gran escala, pero sólo ahora estas inversiones están entrando en la red. Quizás la más notable sea el gigantesco complejo de energía solar llamado Noor-1, en el desierto marroquí cerca de Ouarzazate. Inaugurado el 4 de febrero, usa tecnología altamente avanzada para almacenar energía que pueda usarse de noche y en días nublados.
Se espera que Noor-1, considerada la mayor planta solar del mundo, produzca energía suficiente para más de un millón de personas y que la potencia sobrante se pueda exportar a Francia y África, según lo estimado por el Banco Mundial. Puesto que Marruecos importa cerca del 97% de su energía y no posee yacimientos propios de petróleo o gas, su gobierno ha visto el desarrollo de energía renovable como la única manera de asegurar la continuidad del desarrollo económico nacional. Se trata de una conclusión que otros países de la región deberían considerar.
El proyecto cubre un área de más de 4,5 kilómetros cuadrados con 500.000 espejos curvos (algunos de hasta 12 metros de alto) y tiene un coste de cerca de $700 millones. Se espera que sea sólo parte de un enorme complejo solar que cubra más de 30 kilómetros cuadrados. De hecho, para 2018 se habrán construido tres otras plantas (Noor-II, Noor-III y Noor-Midelt), usando una combinación de tecnologías, entre ellas la termosolar y la fotovoltaica. Generará hasta 2 000 megavatios diarios para el año 2020, ayudando a reducir la brecha de desarrollo entre las áreas urbanas y rurales.
Por supuesto, el proyecto ha exigido una altísima inversión: $9 mil millones, de los cuales cerca de $1 mil millones proceden de un banco de inversiones alemán, $400 millones del Banco Mundial y $596 millones del Banco Europeo de Inversiones. El gobierno marroquí ha aportado el resto, como parte de su estrategia de desarrollo nacional.
En un futuro próximo, Marruecos también desarrollará un programa eólico con una capacidad de al menos 2 000 MW diarios, así como un proyecto hidroeléctrico de 2 000 MW. En conjunto, podrían representar un 42% de la producción eléctrica del país. Se trata de una proporción de la energía renovable sin paralelos regionales ni internacionales.
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El Parque Eólico Tarfaya, ubicado en la costa atlántica sur del país, ya es el mayor del continente. Con 131 turbinas y una capacidad diaria de más de 300 MW, podría ayudar a que Marruecos reduzca las emisiones de dióxido de carbono en 900.000 toneladas anuales y bajar sus costes anuales de importación petrolera en más de $190 millones.
A pesar de centrarse en las energías renovables, Marruecos no ha dejado de lado las fuentes de energía tradicionales. A lo largo de los próximos cinco años, las autoridades instalarán la infraestructura necesaria para que el gas natural licuado (GNL) sea más accesible para las industrias locales. Se trata de una tarea enorme, ya que también incluye un puerto con embarcadero de GNL y un gasoducto de 400 kilómetros. Este notable proyecto costará otros $4,5 mil millones, todos procedentes del sector privado.
El gobierno marroquí sabía desde hace tiempo que no podría quedarse de brazos cruzados ante el aumento de un 7% anual de la demanda de electricidad, causado principalmente por la expansión del sector industrial del país. En la actualidad, un 90% de los marroquíes están conectados a la red eléctrica, en lo que representa un drástico aumento con respecto al 18% de la década de los 90. A lo largo de este periodo, las inversiones del país en electrificación se elevaron en más de $3 mil millones al año.
El gobierno de Marruecos tiene la convicción de que las reformas y el desarrollo confirmarán su surgimiento como líder regional y puerta de entrada a África. Un mayor acceso a las energías renovables significará que todas las energías contarán con suficiente potencia para satisfacer sus necesidades, lo cual es esencial para que el país pueda diversificar su economía.
Los inversionistas están conscientes de la excepcional posición geográfica y la estabilidad política de Marruecos, en una región donde la incertidumbre es demasiado frecuente. El gigantesco complejo solar y otras inversiones del país le ayudarán a impulsar su independencia energética, reducir costes y ampliar el acceso a la energía. Otros países de África y Oriente Próximo deberían tomar nota.
Traducido del inglés por David Meléndez Tormen