Los organizadores de los conciertos Live Earth del próximo sábado esperan que el mundo entero escuche un claro mensaje: el cambio climático es la mayor amenaza que enfrenta el planeta. Planificado por el ex Vicepresidente de EE.UU. Al Gore, Live Earth será el espectáculo más grande y promovido a mayor escala en todo la historia del activismo de personajes famosos.
Sin embargo, hacer del calentamiento global la principal prioridad significa que pasemos para abajo otros reto en nuestra lista de cosas pendientes. Algunos activistas del cambio climático de hecho así lo reconocen: el autor australiano Tim Flannery dijo en una entrevista que el cambio climático es “el único problema del que debemos preocuparnos a lo largo de la próxima década”.
Digan eso a las 4 millones de personas que están muriendo de inanición, a las 3 millones de víctimas del VIH/SIDA, o a los miles de millones de personas que carecen de acceso a agua potable y limpia.
El cambio climático causado por el ser humano merece atención, y ya la ha recibido, gracias a Gore, Flannery y otros. Incluso antes de que se haya tocado una sola nota en los conciertos de “concientización”, gran parte del mundo desarrollado cree ya que el calentamiento global es el mayor problema del planeta.
Sin embargo, el mundo enfrenta muchos otros grandes desafíos. Nos guste o no, tenemos limitados recursos y una capacidad de atención limitada para las causas globales. Debemos centrarnos primero en lograr el mayor bien para la mayor cantidad posible de personas.
El Consenso de Copenhague reunió a pensadores de primer nivel, entre ellos cuatro Premios Nobel de Economía, para estudiar lo que podríamos lograr con una inversión de US$ 50 mil millones creada para “hacer bien” al planeta.
Examinaron los mejores estudios disponibles y llegaron a la conclusión de que los proyectos que requerían una inversión relativamente pequeña –hacer que quienes sufren de desnutrición reciban micronutrientes, asignar más recursos a la prevención del VIH/SIDA, hacer un esfuerzo adecuado para dar acceso a agua potable a quienes carecen de ella- haría mucho más bien que los miles de millones de dólares que podríamos dedicar a reducir las emisiones de gases de carbono para combatir el cambio climático.
Los activistas de la reducción de las emisiones de gases de carbono arguyen que centrarse exclusivamente en el cambio climático generaría muchos beneficios. Por ejemplo, señalan que las muertes por malaria aumentarán junto con las temperaturas, ya que los mosquitos potencialmente asesinos crecen más en las áreas más cálidas. Y puede que tengan razón. Pero no es tan simple como un eslogan de autoadhesivo: “Luchemos contra el cambio climático y detengamos la malaria.”
Si de algún modo Estados Unidos y Australia reciben inspiración con los conciertos LIve Earth para firmar el Protocolo de Kyoto, las temperaturas aumentarían ligeramente menos. La cantidad de personas en riesgo de contraer malaria se reduciría en cerca de un 0,02% para el año 2085. Sin embargo, el costo del Protocolo de Kyoto serían unos increíbles US$ 180 mil millones al año. En otras palabras, los activistas del cambio climático creen que debemos gastar US$ 180 mil millones para salvar apenas 1.000 vidas al año.
Por mucho menos dinero podríamos salvar 850.000 vidas cada año. Sabemos que la entrega de redes antimosquito y los programas de prevención de la malaria podrían reducir a la mitad la incidencia de la enfermedad para el año 2015, por cerca de US$ 3 mil millones al año, menos del 2% del coste del Protocolo de Kyoto. No es muy difícil ver cuál es la mejor opción.
Algunos argumentarán que el Protocolo de Kyoto no es lo suficientemente fuerte. Sin embargo, como señalo en mi próximo libro “Cool It”, incluso si pudiéramos detener por completo el calentamiento global hoy mismo –lo que es imposible- sólo podríamos reducir las infecciones de malaria en un 3,2% para el año 2085. ¿Deberíamos despreocuparnos de los que están 100% infectados hoy, a quienes podemos ayudar mejor, de manera mucho más barata y con un mucho mayor efecto?
Cuando miramos la evidencia, vemos una y otra vez que las mejores soluciones a los mayores retos del mundo no son aquellas sobre las que más escuchamos. Podríamos salvar muchas más vidas durante condiciones climáticas extremas, por ejemplo, insistiendo en normas de construcción resistentes a los huracanes, que las que salvaríamos comprometiéndonos al objetivo de Live Earth de un 90% de reducción en las emisiones de carbono para el año 2050. Sería más fácil, mucho menos costoso, y en último término haría mucho más bien. De hecho, los expertos del Consenso de Copenhague descubrieron que por cada dólar invertido en la lucha contra el cambio climático al estilo Kyoto, podríamos hacer hasta 120 mayor bien en numerosas otras áreas.
Es encomiable que los organizadores de Live Earth estén tan preocupados del futuro lejano, pero cabe preguntarse porque hay tan poco interés en el presente, que es mucho peor.
No quiero que nadie deje de preocuparse por el cambio climático, sino que deseo fomentar un sentido de perspectiva. Podemos hacer un gran bien a través de iniciativas prácticas y asequibles como la educación sobre VIH/SIDA, prevención de la malaria, y el acceso a micronutrientes y agua potable.
Este es el mensaje que quisiera hacer escuchar: Deberíamos centrarnos primero en las mejores ideas. Lamentablemente, este sábado eso no es lo que vamos a oír.
Los organizadores de los conciertos Live Earth del próximo sábado esperan que el mundo entero escuche un claro mensaje: el cambio climático es la mayor amenaza que enfrenta el planeta. Planificado por el ex Vicepresidente de EE.UU. Al Gore, Live Earth será el espectáculo más grande y promovido a mayor escala en todo la historia del activismo de personajes famosos.
Sin embargo, hacer del calentamiento global la principal prioridad significa que pasemos para abajo otros reto en nuestra lista de cosas pendientes. Algunos activistas del cambio climático de hecho así lo reconocen: el autor australiano Tim Flannery dijo en una entrevista que el cambio climático es “el único problema del que debemos preocuparnos a lo largo de la próxima década”.
Digan eso a las 4 millones de personas que están muriendo de inanición, a las 3 millones de víctimas del VIH/SIDA, o a los miles de millones de personas que carecen de acceso a agua potable y limpia.
El cambio climático causado por el ser humano merece atención, y ya la ha recibido, gracias a Gore, Flannery y otros. Incluso antes de que se haya tocado una sola nota en los conciertos de “concientización”, gran parte del mundo desarrollado cree ya que el calentamiento global es el mayor problema del planeta.
Sin embargo, el mundo enfrenta muchos otros grandes desafíos. Nos guste o no, tenemos limitados recursos y una capacidad de atención limitada para las causas globales. Debemos centrarnos primero en lograr el mayor bien para la mayor cantidad posible de personas.
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Examinaron los mejores estudios disponibles y llegaron a la conclusión de que los proyectos que requerían una inversión relativamente pequeña –hacer que quienes sufren de desnutrición reciban micronutrientes, asignar más recursos a la prevención del VIH/SIDA, hacer un esfuerzo adecuado para dar acceso a agua potable a quienes carecen de ella- haría mucho más bien que los miles de millones de dólares que podríamos dedicar a reducir las emisiones de gases de carbono para combatir el cambio climático.
Los activistas de la reducción de las emisiones de gases de carbono arguyen que centrarse exclusivamente en el cambio climático generaría muchos beneficios. Por ejemplo, señalan que las muertes por malaria aumentarán junto con las temperaturas, ya que los mosquitos potencialmente asesinos crecen más en las áreas más cálidas. Y puede que tengan razón. Pero no es tan simple como un eslogan de autoadhesivo: “Luchemos contra el cambio climático y detengamos la malaria.”
Si de algún modo Estados Unidos y Australia reciben inspiración con los conciertos LIve Earth para firmar el Protocolo de Kyoto, las temperaturas aumentarían ligeramente menos. La cantidad de personas en riesgo de contraer malaria se reduciría en cerca de un 0,02% para el año 2085. Sin embargo, el costo del Protocolo de Kyoto serían unos increíbles US$ 180 mil millones al año. En otras palabras, los activistas del cambio climático creen que debemos gastar US$ 180 mil millones para salvar apenas 1.000 vidas al año.
Por mucho menos dinero podríamos salvar 850.000 vidas cada año. Sabemos que la entrega de redes antimosquito y los programas de prevención de la malaria podrían reducir a la mitad la incidencia de la enfermedad para el año 2015, por cerca de US$ 3 mil millones al año, menos del 2% del coste del Protocolo de Kyoto. No es muy difícil ver cuál es la mejor opción.
Algunos argumentarán que el Protocolo de Kyoto no es lo suficientemente fuerte. Sin embargo, como señalo en mi próximo libro “Cool It”, incluso si pudiéramos detener por completo el calentamiento global hoy mismo –lo que es imposible- sólo podríamos reducir las infecciones de malaria en un 3,2% para el año 2085. ¿Deberíamos despreocuparnos de los que están 100% infectados hoy, a quienes podemos ayudar mejor, de manera mucho más barata y con un mucho mayor efecto?
Cuando miramos la evidencia, vemos una y otra vez que las mejores soluciones a los mayores retos del mundo no son aquellas sobre las que más escuchamos. Podríamos salvar muchas más vidas durante condiciones climáticas extremas, por ejemplo, insistiendo en normas de construcción resistentes a los huracanes, que las que salvaríamos comprometiéndonos al objetivo de Live Earth de un 90% de reducción en las emisiones de carbono para el año 2050. Sería más fácil, mucho menos costoso, y en último término haría mucho más bien. De hecho, los expertos del Consenso de Copenhague descubrieron que por cada dólar invertido en la lucha contra el cambio climático al estilo Kyoto, podríamos hacer hasta 120 mayor bien en numerosas otras áreas.
Es encomiable que los organizadores de Live Earth estén tan preocupados del futuro lejano, pero cabe preguntarse porque hay tan poco interés en el presente, que es mucho peor.
No quiero que nadie deje de preocuparse por el cambio climático, sino que deseo fomentar un sentido de perspectiva. Podemos hacer un gran bien a través de iniciativas prácticas y asequibles como la educación sobre VIH/SIDA, prevención de la malaria, y el acceso a micronutrientes y agua potable.
Este es el mensaje que quisiera hacer escuchar: Deberíamos centrarnos primero en las mejores ideas. Lamentablemente, este sábado eso no es lo que vamos a oír.