SANTIAGO – Pronunciar las palabras política identitaria hoy en día conlleva el riesgo de que se desate una polémica. En la izquierda estadounidense, casi toda la política es de esta índole, lo que saca de quicio a la derecha de ese país. Y no solo a la derecha: intelectuales liberales como Mark Lilla de la Universidad de Columbia sostienen, de manera cada vez más persuasiva, que la política identitaria es mala como política electoral. Según afirman, es muy posible que la culpa de que Donald Trump haya sido elegido recaiga en un Partido Demócrata débil, que es poco más que un mosaico compuesto por una infinidad de grupos diferentes, basados cada uno en su propia identidad.
SANTIAGO – Pronunciar las palabras política identitaria hoy en día conlleva el riesgo de que se desate una polémica. En la izquierda estadounidense, casi toda la política es de esta índole, lo que saca de quicio a la derecha de ese país. Y no solo a la derecha: intelectuales liberales como Mark Lilla de la Universidad de Columbia sostienen, de manera cada vez más persuasiva, que la política identitaria es mala como política electoral. Según afirman, es muy posible que la culpa de que Donald Trump haya sido elegido recaiga en un Partido Demócrata débil, que es poco más que un mosaico compuesto por una infinidad de grupos diferentes, basados cada uno en su propia identidad.