NAIROBI – ¿Cómo iba a la escuela cuando era joven? Para muchos en los países desarrollados, la respuesta es un medio de transporte que se da por supuesto (aunque subestimado), como un bus escolar o el coche de los padres. Sin embargo, el transporte fiable no es algo que los estudiantes de Kenia pueden dar por hecho. Para los keniatas, el transporte a la escuela es, muy literalmente, nuestro pasaje a un futuro mejor.
En 2003, cuando en Kenia se garantizó el libre acceso a la escuela primaria, la matriculación total subió al 104%. Pero este aumento radical en el acceso no vino acompañado de una ampliación de las instalaciones escolares. A medida que muchas escuelas se esforzaban por acoger el flujo de nuevos alumnos, la falta de aulas locales obligó a los estudiantes de áreas rurales a trasladarse más lejos de sus hogares en busca de una plaza, lo que redujo los índices de asistencia y afectó negativamente los resultados lectivos; según un estudio, apenas un 63% de los estudiantes que se inscribieron en una escuela primaria gratuita finalizaron sus estudios, mientras un 58% de quienes se matricularon en el nivel secundario nunca se graduó.
Los traslados excesivos están privando a los jóvenes keniatas de la educación que se les ha prometido: en particular, las niñas son las más afectadas por la distancia. Afortunadamente hay una solución: igualar la educación libre con bicicletas gratuitas.
En las áreas rurales del país esto está ocurriendo poco a poco, y hasta ahora los resultados han sido notables. Considérese, por ejemplo, la historia de Carol, una estudiante de secundaria de 15 años que tenía que caminar seis kilómetros de la casa a la escuela, y viceversa, todos los días. Nacida en una familia pobre, no siempre podía llevar almuerzo y, debido que no todas las escuelas públicas de Kenia sirven comidas, a menudo se veía obligada a no comer del todo. Esta falta de nutrición afectaba gravemente su capacidad de aprendizaje y concentración.
Y, sin embargo, la larga caminata y el hambre no eran lo peor; al igual que miles de otras chicas en áreas rurales y remotas de Kenia, la jornada de Carol no comienza con la preparación para ir al colegio. Tras levantarse a las 4:30 de la mañana, hace desayuno para su familia y limpia la casa hecha de barro y paja. Luego, tras volver de la escuela, lava los platos y ayuda a preparar la cena. Para cuando todo eso está hecho, Carol suele estar demasiado cansada para hacer sus tareas escolares.
Pero hace unos años, su vida cambió de manera importante cuando se le dio acceso a un medio fiable, rápido y seguro para ir a la escuela: una bicicleta. World Bicycle Relief, una organización caritativa estadounidense que proporciona bicicletas gratuitas a personas en África, redujo su tiempo de transporte de dos horas a 30 minutos. Hoy Carol llega a la escuela sintiéndose fresca y alerta, lo que ha cambiado radicalmente sus perspectivas y rendimiento. Según me dice, sus notas también están mejorando.
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Los estudiantes no son los únicos que padecen la falta de un medio de transporte fiable. Cuando los campesinos, trabajadores sanitarios y empleados públicos no pueden llegar a sus trabajos con puntualidad, la productividad y el rendimiento bajan. World Bicycle Relief los ha ayudado también. Desde 2005 se han distribuido más de 400.000 bicicletas en todo el mundo, beneficiando a cerca de dos millones de personas. Para las estudiantes en Kenia, el regalo de la movilidad ha sido especialmente transformador.
Hoy Carol va a la escuela en su resistente bicicleta negra, desarmando con su ejemplo estereotipos de género que permean a muchas sociedades africanas. Para las chicas, es intensa la presión para abandonar la escuela y casarse jóvenes; de hecho, casi un cuarto de las niñas keniatas –cerca de un 23%- ya están casadas al cumplir los 18 años. Al llegar a tiempo a clases, Carol mejora su autoestima y se da una oportunidad de tener éxito en la educación. Es más, las hordas de hombres explotadores que la acosaban cada día en su camino son una molestia menos que debe enfrentar.
Con un sencillo cambio a su forma de transportarse, Carol y muchas otras chicas keniatas tienen a su alcance el éxito educacional. Kenia tiene mucho camino pendiente para asegurarse de que cada joven que quiera ir a la escuela pueda hacerlo. Pero en la larga senda hacia la igualdad en educación, resulta reconfortante saber que no toda solución tiene que ser complicada.
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South Korea's latest political crisis is further evidence that the 1987 constitution has outlived its usefulness. To facilitate better governance and bolster policy stability, the country must establish a new political framework that includes stronger checks on the president and fosters genuine power-sharing.
argues that breaking the cycle of political crises will require some fundamental reforms.
Among the major issues that will dominate attention in the next 12 months are the future of multilateralism, the ongoing wars in Ukraine and the Middle East, and the threats to global stability posed by geopolitical rivalries and Donald Trump’s second presidency. Advances in artificial intelligence, if regulated effectively, offer a glimmer of hope.
asked PS contributors to identify the national and global trends to look out for in the coming year.
NAIROBI – ¿Cómo iba a la escuela cuando era joven? Para muchos en los países desarrollados, la respuesta es un medio de transporte que se da por supuesto (aunque subestimado), como un bus escolar o el coche de los padres. Sin embargo, el transporte fiable no es algo que los estudiantes de Kenia pueden dar por hecho. Para los keniatas, el transporte a la escuela es, muy literalmente, nuestro pasaje a un futuro mejor.
En 2003, cuando en Kenia se garantizó el libre acceso a la escuela primaria, la matriculación total subió al 104%. Pero este aumento radical en el acceso no vino acompañado de una ampliación de las instalaciones escolares. A medida que muchas escuelas se esforzaban por acoger el flujo de nuevos alumnos, la falta de aulas locales obligó a los estudiantes de áreas rurales a trasladarse más lejos de sus hogares en busca de una plaza, lo que redujo los índices de asistencia y afectó negativamente los resultados lectivos; según un estudio, apenas un 63% de los estudiantes que se inscribieron en una escuela primaria gratuita finalizaron sus estudios, mientras un 58% de quienes se matricularon en el nivel secundario nunca se graduó.
Los traslados excesivos están privando a los jóvenes keniatas de la educación que se les ha prometido: en particular, las niñas son las más afectadas por la distancia. Afortunadamente hay una solución: igualar la educación libre con bicicletas gratuitas.
En las áreas rurales del país esto está ocurriendo poco a poco, y hasta ahora los resultados han sido notables. Considérese, por ejemplo, la historia de Carol, una estudiante de secundaria de 15 años que tenía que caminar seis kilómetros de la casa a la escuela, y viceversa, todos los días. Nacida en una familia pobre, no siempre podía llevar almuerzo y, debido que no todas las escuelas públicas de Kenia sirven comidas, a menudo se veía obligada a no comer del todo. Esta falta de nutrición afectaba gravemente su capacidad de aprendizaje y concentración.
Y, sin embargo, la larga caminata y el hambre no eran lo peor; al igual que miles de otras chicas en áreas rurales y remotas de Kenia, la jornada de Carol no comienza con la preparación para ir al colegio. Tras levantarse a las 4:30 de la mañana, hace desayuno para su familia y limpia la casa hecha de barro y paja. Luego, tras volver de la escuela, lava los platos y ayuda a preparar la cena. Para cuando todo eso está hecho, Carol suele estar demasiado cansada para hacer sus tareas escolares.
Pero hace unos años, su vida cambió de manera importante cuando se le dio acceso a un medio fiable, rápido y seguro para ir a la escuela: una bicicleta. World Bicycle Relief, una organización caritativa estadounidense que proporciona bicicletas gratuitas a personas en África, redujo su tiempo de transporte de dos horas a 30 minutos. Hoy Carol llega a la escuela sintiéndose fresca y alerta, lo que ha cambiado radicalmente sus perspectivas y rendimiento. Según me dice, sus notas también están mejorando.
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Hoy Carol va a la escuela en su resistente bicicleta negra, desarmando con su ejemplo estereotipos de género que permean a muchas sociedades africanas. Para las chicas, es intensa la presión para abandonar la escuela y casarse jóvenes; de hecho, casi un cuarto de las niñas keniatas –cerca de un 23%- ya están casadas al cumplir los 18 años. Al llegar a tiempo a clases, Carol mejora su autoestima y se da una oportunidad de tener éxito en la educación. Es más, las hordas de hombres explotadores que la acosaban cada día en su camino son una molestia menos que debe enfrentar.
Con un sencillo cambio a su forma de transportarse, Carol y muchas otras chicas keniatas tienen a su alcance el éxito educacional. Kenia tiene mucho camino pendiente para asegurarse de que cada joven que quiera ir a la escuela pueda hacerlo. Pero en la larga senda hacia la igualdad en educación, resulta reconfortante saber que no toda solución tiene que ser complicada.
Traducido del inglés por David Meléndez Tormen