ngilman1_Ivan LiemanAFP via Getty Images_rwandagorilla Ivan Lieman/AFP via Getty Images

El dinero entre especies ya existe

LOS ÁNGELES/KIGALI – Cada año, en el Parque Nacional de los Volcanes de Ruanda, se da nombre a unas 25 crías de gorila y se celebra la ceremonia Kwita Izina, inspirada en la tradición nacional de poner nombres a los bebés. El evento, que celebra su vigésima edición, atrae a líderes mundiales, celebridades y defensores de la vida silvestre, así como a guardabosques, rastreadores, veterinarios y comunidades locales que protegen y cuidan a diario de la población de gorilas de Ruanda.

Poner nombre a los gorilas les confiere dignidad, o agaciro, un concepto kinyarwanda que ha sustentado la trayectoria de desarrollo de Ruanda, incluida su estrategia para solventar su economía natural. Pero la población de gorilas del país -que crece a un ritmo del 3% anual- también tiene un valor financiero. ¿Y si hubiera una forma de pagar a estos magníficos animales lo que valen?

El “dinero entre especies” podría hacer precisamente eso. Este nuevo enfoque radical ofrece un mecanismo para que los seres vivos -como los gorilas de Ruanda- expresen preferencias simples, y crea fuertes incentivos financieros para que las comunidades locales los protejan y los cuiden. Al otorgarles un valor económico a los animales salvajes, a los árboles y a otras especies, el dinero entre especies aumenta el costo de oportunidad de su disminución y extinción, y permite el flujo circular de recursos entre humanos y no humanos.

Tehanu, liderado por el futurista Jonathan Ledgard, ha estimado el valor financiero de la población de gorilas en casi 1.400 millones de dólares -alrededor del 10% del PIB de Ruanda-. Tehanu ha trabajado recientemente con el gobierno ruandés para completar el primer pago entre especies del mundo. En agosto de 2024, una familia de gorilas de montaña del Parque Nacional de los Volcanes recibió una identidad y una billetera digitales. En calidad de fideicomisario, Tehanu utilizó inteligencia artificial para ayudar a identificar los intereses de estos animales y, a continuación, realizó pagos móviles a los ciudadanos vecinos que podían satisfacer esas necesidades.

Muchos de los servicios que un gorila solicita a través de su fideicomisario deberían impulsar la inversión en custodia y, por tanto, aumentar los ingresos de las poblaciones humanas que viven junto a ellos y entre ellos. Estos servicios podrían incluir teléfonos móviles y sensores para recopilar datos sobre el bienestar de los gorilas, y seguridad adicional para ahuyentar a cazadores furtivos y deforestadores. De este modo, el dinero entre especies permite a países y comunidades fomentar el crecimiento económico protegiendo, no explotando, la biodiversidad.

Por estar entre los primeros en adoptar este sistema, los gorilas de Ruanda son pioneros en lo que, a nuestro entender, puede convertirse en un nuevo modelo de colaboración económica entre los seres humanos y la vida silvestre. La principal justificación del dinero entre especies es que, en gran medida, pasa de la especie beneficiaria a los proveedores de servicios humanos, porque si no funciona para las personas, no funcionará para los animales. Esto requiere equidad entre las especies y las comunidades.

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Animados por los primeros resultados del proyecto piloto de Ruanda, recientemente copresidimos un grupo de trabajo de destacados ecologistas, especialistas en ética y expertos en IA y finanzas en la “Sala 15” -el Objetivo de Desarrollo Sostenible de las Naciones Unidas sobre ecosistemas sostenibles- de la Iniciativa 17 Salas. Debatimos las necesidades técnicas, de gobernanza y financieras para ampliar el dinero entre especies a 100 especies en todo el mundo para 2030.

Afortunadamente, muchos de los requisitos técnicos ya existen. Los no humanos pueden adquirir una billetera digital asociada a su identidad -los gorilas, por ejemplo, se identifican por sus características faciales y de andar, así como por otras marcas-. La IA les permite a los seres humanos deducir las preferencias y el valor financiero de otras especies. Y la creciente disponibilidad de la informática distribuida hace posible construir un sistema de verificación de datos en el que confíen los mercados, los gobiernos y, sobre todo, las comunidades.

El capital es crucial para aumentar el dinero entre especies. Las organizaciones filantrópicas, las instituciones multilaterales y los gobiernos del Norte Global, que ya invierten más de 16.000 millones de dólares al año en biodiversidad, deberían aportar fondos para la colaboración entre los seres humanos y la vida silvestre. Para gestionar estos recursos, debería crearse un “Banco para Otras Especies” dedicado a invertir en infraestructura no humana -como hace el Banco Mundial con los seres humanos.

Como próximo paso, Tehanu planea poner a prueba el dinero entre especies con elefantes en zonas rurales de India y con hayas centenarias en Rumania, entre otras especies. Por supuesto, se deben resolver muchos detalles para que tales experimentos sean efectivos a escala. Los responsables de las políticas y las partes interesadas deben crear mecanismos para prevenir el robo y resolver las disputas de titularidad, y diseñar un proceso de selección sólido para los fideicomisarios humanos. Asimismo, se necesitan barreras de seguridad para garantizar que los fiduciarios actúen de manera responsable.

Algunos pueden oponerse a ponerle precio a la naturaleza. Pero el medio ambiente ya se está monetizando y los intereses de los no humanos se están dejando de lado. El dinero entre especies busca cambiar esa realidad con su visión de una nueva economía planetaria que pueda respaldar la prosperidad y la equidad para las personas y los animales por igual. Como forma de capital básico universal, el dinero entre especies tiene como objetivo redistribuir miles de millones de dólares de tal manera que aumente la participación no humana en la economía y fomente la solidaridad y la colaboración entre especies. Pero eso exigirá que tratemos a otros seres vivos con la dignidad que merecen.

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