Los restos fósiles y los datos genéticos indican que los seres humanos modernos proceden de África y en el último decenio antropólogos, arqueólogos, lingüistas y otros científicos han solido identificar el origen biológico de nuestra especie con el origen de la inteligencia moderna. Esa idea es muy sencilla. El proceso que produjo nuestra especie en África le brindó varias ventajas -lenguaje sintáctico, conocimiento avanzado, pensamiento simbólico- que favoreció su dispersión por todo el mundo y determinó en última instancia su éxito evolutivo.
Sin embargo, si bien esas ventajas fueron espectaculares y determinadas por el cambio biológico, es de esperar que las encontremos reflejadas en la cultura material producida por aquellas poblaciones tempranas y anatómicamente modernas. Entre las más comunes creaciones duraderas que atestiguan la compleja naturaleza simbólica de las culturas humanas etnográficamente documentadas figuran tecnologías complejas, tendencias regionales en el estilo y la decoración de herramientas, utilización de pigmentos, representación abstracta y figurativa, enterramientos, artículos depositados en las tumbas y adornos personales.
Concretamente, deberíamos encontrar esa documentación arqueológica en yacimientos de África correspondientes a períodos comprendidos entre 200.000 y 100.000 años atrás, pero lo que, en cambio, vemos es la aparición gradual de innovaciones de comportamiento dentro y fuera de África en períodos comprendidos entre 300.000 y 20.000 años atrás. Además, las poblaciones anatómicamente modernas comparten varias de esas innovaciones con los hombres de Neandertal, que muchos antropólogos y genetistas consideran una especie diferente o un tipo humano inherentemente incapacitado para alcanzar nuestro nivel cognoscitivo.
Por ejemplo, encontramos cuchillas de piedra alargadas en yacimientos de Neandertal de Europa y del Oriente Próximo, pero también en yacimientos habitados por los seres humanos modernos en Oriente Próximo y África desde hace al menos 100.000 años. Después las tecnologías de cuchillas de piedra desaparecieron y reaparecieron cíclicamente en esas zonas y en algunas regiones -como, por ejemplo, Australia- no aparecieron hasta hace pocos miles de años.
Asimismo, las herramientas normalizadas producidas tanto por los hombres de Neandertal como por los modernos aparecieron hace 80.000 años. En yacimientos de África se encuentran pigmentos, probablemente utilizados para actividades simbólicas, como, por ejemplo, tatuajes o pinturas corporales, correspondientes a 300.000 años atrás, pero también en yacimientos contemporáneos y en yacimientos de Neandertal más recientes en Europa.
El carácter intencional y el significado simbólico de los enterramientos anteriores a 30.000 años atrás, en particular los de hombres de Neandertal, siguen siendo objeto de intenso debate, pero existe documentación suficiente para pensar que tanto los seres humanos anatómicamente modernos como los hombres de Neandertal comenzaron a enterrar a sus muertos hace 100.000 años... y probablemente antes, como lo indica la reciente datación de un lugar de enterramiento de hombres de Neandertal en Tabun (Israel), que corresponde a 160.000 años atrás.
Desde luego, herramientas complejas fabricadas con hueso -como, por ejemplo, arpones, puntas de lanzas y punzones- parecen haber aparecido en África hace 90.000 años, mucho antes que en el resto del mundo, lo que también resulta aplicable a artefactos de los seres humanos modernos como adornos personales, pues recientemente se han descubierto abalorios de concha que se remontan a 75.000 años atrás.
Pero no parece que se propagaran esas innovaciones. Las herramientas y los abalorios de huesos están virtualmente ausentes de los yacimientos de África y del Oriente Próximo habitados por seres humanos modernos a partir de 100.000 años atrás y en yacimientos africanos que se remontan a 75.000 años atrás se han encontrado pocos grabados abstractos en huesos y en fragmentos de ocre. Representaciones de animales, seres humanos y otros rasgos naturales no aparecen en las tres zonas de documentación -África, Europa y el Oriente Próximo- antes de períodos comprendidos entre 40.000 y 30.000 años atrás y en épocas mucho más posteriores en unas zonas que en otras.
En resumen, ciertas innovaciones de comportamiento parecen haber aparecido en África en períodos entre 10.000 y 30.000 años antes que su expresión por parte de los hombres de Neandertal, pero dudo que ese desfase sea una prueba de capacidades cognoscitivas diferentes. Al fin y al cabo, la agricultura tardó 7.000 años en llegar a Inglaterra desde el Oriente Próximo y nadie sostendría que las capacidades cognoscitivas de los cazadores y recolectores mesolíticos de Inglaterra fueran inferiores a las de los primeros agricultores.
Eso indica que la trayectoria de nosotros, los "modernos", en nuestras transformaciones desde el final de la época glaciar ha variado enormemente en la cultura material. Los arqueólogos futuros deberían no buscar una explicación de esa variación desde el punto de vista de las diferencias visibles... ¡en nuestra biología ósea! El comportamiento "moderno" puede haber aparecido en regiones diferentes y entre grupos diferentes de seres humanos, como ocurriría en gran medida en períodos históricos posteriores con las invenciones de la agricultura, la escritura y el transporte.
Más esencial aún es que el comportamiento es, desde luego, un componente importante a la hora de determinar la adaptación de una especie, su zona de distribución geográfica y el sistema de reconocimiento de los pares para el apareamiento... todos los cuales contribuyen al mantenimiento de los limites de una especie. Pero eso no quiere decir que el comportamiento moderno deba haberse desarrollado en una sola especie. Especies muy próximas pueden tener sistemas similares de comportamiento y, en el caso de nuestros predecesores próximos, entre los rasgos compartidos probablemente figuraran muchos que hemos preferido considerar monopolio de nuestra especie, incluido el comportamiento simbólico.
La consecuencia más importante de la tesis de que la modernidad cultural surgió en más de una especie es la de que elimina en gran medida la dicotomía que el pensamiento occidental ha advertido tradicionalmente entre el mundo natural y la cultura humana. La arqueología de las primeras poblaciones modernas y las de Neandertal indica que no somos el pueblo elegido que recibió de Dios la luz, el mandato divino de crecer y multiplicarse y eliminar a sus vecinos subhumanos.
Se trata de una perspectiva liberadora y que, además, nos inspira humildad. Si el hecho de que seamos la única especie humana que ha sobrevivido en la Tierra es consecuencia de un accidente histórico y no de la competencia darwiniana, podemos abrir nuestras mentes y aceptar que compartimos parte de nuestra "cultura" con nuestros parientes vivos y ya extintos. Probablemente nuestra modernidad sea también parte de su legado.
Los restos fósiles y los datos genéticos indican que los seres humanos modernos proceden de África y en el último decenio antropólogos, arqueólogos, lingüistas y otros científicos han solido identificar el origen biológico de nuestra especie con el origen de la inteligencia moderna. Esa idea es muy sencilla. El proceso que produjo nuestra especie en África le brindó varias ventajas -lenguaje sintáctico, conocimiento avanzado, pensamiento simbólico- que favoreció su dispersión por todo el mundo y determinó en última instancia su éxito evolutivo.
Sin embargo, si bien esas ventajas fueron espectaculares y determinadas por el cambio biológico, es de esperar que las encontremos reflejadas en la cultura material producida por aquellas poblaciones tempranas y anatómicamente modernas. Entre las más comunes creaciones duraderas que atestiguan la compleja naturaleza simbólica de las culturas humanas etnográficamente documentadas figuran tecnologías complejas, tendencias regionales en el estilo y la decoración de herramientas, utilización de pigmentos, representación abstracta y figurativa, enterramientos, artículos depositados en las tumbas y adornos personales.
Concretamente, deberíamos encontrar esa documentación arqueológica en yacimientos de África correspondientes a períodos comprendidos entre 200.000 y 100.000 años atrás, pero lo que, en cambio, vemos es la aparición gradual de innovaciones de comportamiento dentro y fuera de África en períodos comprendidos entre 300.000 y 20.000 años atrás. Además, las poblaciones anatómicamente modernas comparten varias de esas innovaciones con los hombres de Neandertal, que muchos antropólogos y genetistas consideran una especie diferente o un tipo humano inherentemente incapacitado para alcanzar nuestro nivel cognoscitivo.
Por ejemplo, encontramos cuchillas de piedra alargadas en yacimientos de Neandertal de Europa y del Oriente Próximo, pero también en yacimientos habitados por los seres humanos modernos en Oriente Próximo y África desde hace al menos 100.000 años. Después las tecnologías de cuchillas de piedra desaparecieron y reaparecieron cíclicamente en esas zonas y en algunas regiones -como, por ejemplo, Australia- no aparecieron hasta hace pocos miles de años.
Asimismo, las herramientas normalizadas producidas tanto por los hombres de Neandertal como por los modernos aparecieron hace 80.000 años. En yacimientos de África se encuentran pigmentos, probablemente utilizados para actividades simbólicas, como, por ejemplo, tatuajes o pinturas corporales, correspondientes a 300.000 años atrás, pero también en yacimientos contemporáneos y en yacimientos de Neandertal más recientes en Europa.
El carácter intencional y el significado simbólico de los enterramientos anteriores a 30.000 años atrás, en particular los de hombres de Neandertal, siguen siendo objeto de intenso debate, pero existe documentación suficiente para pensar que tanto los seres humanos anatómicamente modernos como los hombres de Neandertal comenzaron a enterrar a sus muertos hace 100.000 años... y probablemente antes, como lo indica la reciente datación de un lugar de enterramiento de hombres de Neandertal en Tabun (Israel), que corresponde a 160.000 años atrás.
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Desde luego, herramientas complejas fabricadas con hueso -como, por ejemplo, arpones, puntas de lanzas y punzones- parecen haber aparecido en África hace 90.000 años, mucho antes que en el resto del mundo, lo que también resulta aplicable a artefactos de los seres humanos modernos como adornos personales, pues recientemente se han descubierto abalorios de concha que se remontan a 75.000 años atrás.
Pero no parece que se propagaran esas innovaciones. Las herramientas y los abalorios de huesos están virtualmente ausentes de los yacimientos de África y del Oriente Próximo habitados por seres humanos modernos a partir de 100.000 años atrás y en yacimientos africanos que se remontan a 75.000 años atrás se han encontrado pocos grabados abstractos en huesos y en fragmentos de ocre. Representaciones de animales, seres humanos y otros rasgos naturales no aparecen en las tres zonas de documentación -África, Europa y el Oriente Próximo- antes de períodos comprendidos entre 40.000 y 30.000 años atrás y en épocas mucho más posteriores en unas zonas que en otras.
En resumen, ciertas innovaciones de comportamiento parecen haber aparecido en África en períodos entre 10.000 y 30.000 años antes que su expresión por parte de los hombres de Neandertal, pero dudo que ese desfase sea una prueba de capacidades cognoscitivas diferentes. Al fin y al cabo, la agricultura tardó 7.000 años en llegar a Inglaterra desde el Oriente Próximo y nadie sostendría que las capacidades cognoscitivas de los cazadores y recolectores mesolíticos de Inglaterra fueran inferiores a las de los primeros agricultores.
Eso indica que la trayectoria de nosotros, los "modernos", en nuestras transformaciones desde el final de la época glaciar ha variado enormemente en la cultura material. Los arqueólogos futuros deberían no buscar una explicación de esa variación desde el punto de vista de las diferencias visibles... ¡en nuestra biología ósea! El comportamiento "moderno" puede haber aparecido en regiones diferentes y entre grupos diferentes de seres humanos, como ocurriría en gran medida en períodos históricos posteriores con las invenciones de la agricultura, la escritura y el transporte.
Más esencial aún es que el comportamiento es, desde luego, un componente importante a la hora de determinar la adaptación de una especie, su zona de distribución geográfica y el sistema de reconocimiento de los pares para el apareamiento... todos los cuales contribuyen al mantenimiento de los limites de una especie. Pero eso no quiere decir que el comportamiento moderno deba haberse desarrollado en una sola especie. Especies muy próximas pueden tener sistemas similares de comportamiento y, en el caso de nuestros predecesores próximos, entre los rasgos compartidos probablemente figuraran muchos que hemos preferido considerar monopolio de nuestra especie, incluido el comportamiento simbólico.
La consecuencia más importante de la tesis de que la modernidad cultural surgió en más de una especie es la de que elimina en gran medida la dicotomía que el pensamiento occidental ha advertido tradicionalmente entre el mundo natural y la cultura humana. La arqueología de las primeras poblaciones modernas y las de Neandertal indica que no somos el pueblo elegido que recibió de Dios la luz, el mandato divino de crecer y multiplicarse y eliminar a sus vecinos subhumanos.
Se trata de una perspectiva liberadora y que, además, nos inspira humildad. Si el hecho de que seamos la única especie humana que ha sobrevivido en la Tierra es consecuencia de un accidente histórico y no de la competencia darwiniana, podemos abrir nuestras mentes y aceptar que compartimos parte de nuestra "cultura" con nuestros parientes vivos y ya extintos. Probablemente nuestra modernidad sea también parte de su legado.