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Cómo afrontar la crisis global del agua

CAMBRIDGE – A nivel mundial, la demanda de agua potable se duplica cada 20 años debido al crecimiento de la población y de la riqueza. Sin embargo, la contaminación, el cambio climático y las invasiones de agua salada están reduciendo las reservas de agua dulce a un ritmo similar. Así pues, ¿estamos ante una crisis de agua potable?

Afortunadamente, la situación parece ser menos alarmante. No se pretende negar con esto que las reservas de agua potable estén disminuyendo. Si no se hace algo al respecto, podrían ocurrir serios trastornos para la sociedad.

Muchas personas sostienen que el agua es distinta a otros recursos como el petróleo, porque no se puede sustituir en la mayoría de sus usos (particularmente la producción de alimentos).  Además, el agua es esencialmente un recurso fijo, aunque se renueva cada año.

Hay cantidades enormes de agua en el planeta, pero la mayoría es agua salada de los océanos y agua subterránea salobre. Hay grandes recursos de agua potable, pero la mayor parte se encuentra en las placas de hielo y los glaciares y sólo un porcentaje pequeño está disponible cuando y donde lo necesitamos.  Las reservas de agua también varían mucho de región en región y dentro de cada país, y hay inundaciones y sequías a intervalos irregulares.

Un nuevo factor que influye en las reservas de agua es la elevación de la temperatura global. Aunque no estamos seguros de los efectos exactos, muchos científicos creen que la precipitación anual total aumentará, pero también podría hacerlo su estacionalidad y la frecuencia de los extremos. Esto complicaría el uso de la actual infraestructura de abastecimiento como presas, embalses, sistemas de tratamiento y ductos sin hacerle modificaciones importantes.

De las obras de los primeros estudiosos modernos de los motores del crecimiento y el deterioro socioeconómico – Adam Smith, Edward Gibbon, Thomas Malthus, David Ricardo y Karl Marx – se desprende que la preocupación por el agotamiento de los recursos no es nueva. Malthus y Ricardo fueron particularmente proféticos en cuanto al papel de la población, los alimentos y los recursos energéticos.

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Malthus hablaba de una tasa de crecimiento geométrica de la población (como el interés compuesto en los depósitos bancarios) y de una tasa de crecimiento aritmética de la producción de alimentos (como el interés simple). Estas curvas siempre se intersecan tras un par de décadas y Malthus predijo hambrunas generalizadas o conflictos violentos: los alimentos y la población se alinearían mediante la “miseria, la guerra, la peste y los vicios”.

Ricardo previó “rendimientos decrecientes” de las inversiones en recursos, es decir, que los mejores recursos (los de menor costo) se utilizan primero, después los que les siguen en eficiencia y así sucesivamente. El aumento de la demanda provoca aumentos de los precios que continuarán hasta que el uso del recurso sea demasiado costoso.

Por supuesto, estas limitaciones ya operaban en los siglos anteriores, antes de que Malthus y Ricardo las enunciaran, pero el homo sapiens pudo “hacer trampa” mediante la expansión de la base de recursos (colonialismo) para obtener bienes y alimentos más baratos; mediante la sustitución de recursos escasos; y mediante el mejoramiento de la tecnología de tal modo que las tierras y los recursos se pudieran utilizar más eficientemente.

Puesto que actualmente el mundo ya está prácticamente lleno, hay pocas posibilidades para ampliar el suministro físico de recursos. La verdadera pregunta a que se enfrenta ahora el planeta es si podemos seguir mejorando nuestras tecnologías o encontrando sustitutos más baratos. El que algo haya funcionado durante los últimos 200 años no significa necesariamente que seguirá siendo útil. Este es el meollo del problema en lo que se refiere a los recursos hídricos globales.

Pero podemos evitar una crisis si adoptamos los siguientes ajustes técnicos y de gestión:

·������� Comerciar con agua virtual – la cantidad de agua que se requiere para producir un bien (generalmente alimentos) y transportarlo con el fin de que se utilice en otro lugar. Esto permite que el receptor ahorre su propia agua para dedicarla a actividades de mayor valor.

·�������� Conservar el agua de irrigación. Puesto que la agricultura representa normalmente el 75-90% de toda el agua que se consume en un país, un aumento del 10% en la eficiencia ahorraría el equivalente al agua utilizada por los servicios y la industria. Otra forma de mejorar la eficiencia de la irrigación es el desarrollo de cultivos que produzcan más alimentos con una cantidad de agua igual o inferior. Las investigaciones sobre esos alimentos genéticamente modificados están muy avanzadas en algunos de los países con mayor escasez de agua, como China y la India.

·������� Explotar la desalinización avanzada. Los avances modernos en la desalinización han hecho que el costo por unidad de agua de mar desalinizada esté a un nivel comparable al de obtener agua dulce de fuentes naturales (aproximadamente 0.05 dólares por metro cúbico).

·�������� Aumentar el reciclaje de las aguas residuales. Las zonas urbanas normalmente eliminan como aguas residuales el 85% del agua potable que reciben, frecuentemente en cuerpos de agua cercanos. Esas aguas podrían tratarse y utilizarse para reponer los mantos freáticos. Las tecnologías que están surgiendo en materia de saneamiento de bajo consumo de agua, como los inodoros de separación de orina y composta seca, también podrían reducir significativamente la demanda urbana de agua si se desarrollan adecuadamente.

·�������� Establecer políticas creativas de precios para el agua urbana y las aguas residuales. Es difícil poner un precio a la protección de la salud y los ecosistemas, porque forman parte de las externalidades generales que se asocian con el uso del agua. No obstante, muchos de los usos del agua responderían positivamente ante precios más eficientes. 

Si bien no será fácil evitar una crisis global del agua, tenemos a nuestra disposición políticas y tecnologías que, si se aplican de manera adecuada, podrían darnos seguridad en las próximas décadas, incluso con el crecimiento de la población y de la riqueza.

https://prosyn.org/DWGLsddes