DENVER – En la batalla contra el cambio climático, o la ganamos rápido, o la perdemos. Tenemos una única chance de resolver el problema antes de que se convierta en una amenaza existencial, y el tiempo se está acabando.
Pero además de esa dimensión temporal, el desafío climático amplifica todas las otras crisis que enfrentamos, desde la pandemia de coronavirus hasta la desigualdad mundial. Por eso es crucial transmitir la urgencia del problema en forma clara, realista y responsable. Si los votantes no reciben una presentación del problema franca, precisa y convincente, no comprenderán su magnitud y no demandarán soluciones a las autoridades que pueden movilizar los recursos necesarios para hacerle frente.
La inmensa complejidad del desafío climático exige periodistas experimentados, comprometidos y con conocimiento del tema, que cubran todos los aspectos del problema a tiempo completo. El cambio climático no es un nicho noticioso especializado: es un tema que tendrá un profundo efecto en todo el planeta y en cada aspecto de nuestras vidas. Descarbonizar los sistemas energéticos implica una remodelación completa de la economía global, y esa transformación cambiará la forma en que trabajamos, consumimos y satisfacemos las necesidades de nuestras familias.
Casi cualquier noticia importante hoy debe interpretarse en el contexto de la crisis climática, que está cambiando las reglas de juego en cada lugar y en casi todas las áreas de la vida. Por eso, para informar sobre el desafío climático se necesitan periodistas habituados al pensamiento «sistémico», mujeres y hombres con una capacidad sobresaliente para establecer conexiones y explicarlas bien. La tarea demanda una perspectiva tecnológica que permita trazar los vínculos entre la distribución de la electricidad, la movilidad, los edificios y la industria, y una perspectiva de ecosistemas que permita identificar los vínculos entre los fenómenos meteorológicos extremos, la pérdida de cosechas, la interrupción de cadenas de suministro globales y el riesgo financiero.
Ya hay muchos buenos periodistas dedicados a cubrir la crisis climática. Son los que han concientizado a la gente sobre el tema y se han encargado del difícil trabajo de exponer los argumentos falsos y fraudulentos que promueven los negacionistas del cambio climático, con apoyo de la industria de los combustibles fósiles. Pero todavía hay muchas cuestiones relacionadas con el clima que merecen una mayor cobertura. Tratándose de periodismo climático, más es mejor. Como dice la activista sueca por el clima Greta Thunberg, en esto todos somos necesarios y todos somos bienvenidos.
Los periodistas ya establecidos que se ocupan de otros temas tienen que comprender la relación entre su especialidad y el desafío climático. Los veteranos tienen que «pasar el micrófono» a los nuevos, como hizo Bill McKibben, periodista y activista del clima, con su columna en el New Yorker. Y los influencers de las redes sociales (TikTok, Substack, Clubhouse, etc.) tienen que usar esas plataformas para visibilizar la cuestión.
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En este contexto, no podía ser más oportuno el lanzamiento de Canary Media (www.canarymedia.com), una nueva plataforma dedicada a la energía y al clima, con apoyo y financiación inicial del Rocky Mountain Institute, una plantilla de periodistas experimentados y el objetivo de ser una redacción independiente en la vanguardia de la transición a la energía limpia.
En el panorama de medios actual, la importancia de un periodismo climático independiente y creíble crece día a día. El observatorio de medios Media Matters for America informa que en 2020, la cobertura televisiva corporativa del cambio climático en Estados Unidos disminuyó un 53%. La energía limpia (un sector que en 2050 recibirá inversiones por once billones de dólares) sigue estando casi ausente de las noticias en comparación con otras industrias. Hoy más que nunca, necesitamos que la gente tenga un conocimiento básico de la energía limpia, sus modelos de negocios, sus tecnologías y las cuestiones políticas y regulatorias que implica.
La mayor conciencia pública de la emergencia climática debe ir acompañada de un mayor apoyo al periodismo climático. Sin una cobertura convincente y accesible, que llegue a una amplia audiencia global, la magnitud del desafío (y de la oportunidad que representa) no se reconocerá a tiempo, y la transformación que necesitamos llegará demasiado tarde. Para alcanzar la meta de emisión neta nula en 2050, tenemos que reducir las emisiones al menos un 50% de aquí a 2030. Si no lo hacemos, habrá que empezar a prepararse para los escenarios climáticos más catastróficos, en los que estará en riesgo la supervivencia misma de la civilización.
Los dirigentes empresariales que comprenden lo que sucede ya están dando pasos hacia un futuro de emisión neta nula, en el que obtendrán una gran ventaja por haber sido los primeros. Como explica un informe reciente del Foro Económico Mundial, la actitud de cada cual ante el desafío climático puede hacerle ganar (o perder) una fortuna.
Necesitamos que más líderes reconozcan la urgencia de la crisis y las oportunidades que ofrece la transición a la energía limpia. Y un periodismo climático eficaz es una herramienta esencial para generar esa comprensión. La crisis climática es y debe seguir siendo noticia de portada.
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To prevent unnecessary deaths from treatable diseases, the World Health Organization must be empowered to fulfill its mandate as the leading global emergency responder. If its $7.1 billion fundraising campaign falls short, we risk being caught unprepared again when the next pandemic arrives.
calls on wealthy countries to ensure that the World Health Organization can confront emerging threats.
Not only did Donald Trump win last week’s US presidential election decisively – winning some three million more votes than his opponent, Vice President Kamala Harris – but the Republican Party he now controls gained majorities in both houses on Congress. Given the far-reaching implications of this result – for both US democracy and global stability – understanding how it came about is essential.
The post-election blame game in the United States will not only tear apart the Democratic Party, but will also distract from the elephant in the room. Democracy has been eroded by a socioeconomic regime that puts price signals above people's needs, undermining the capacity for consensus and collective decision-making.
argues that the financialization of the global economy has come at the expense self-governance.
DENVER – En la batalla contra el cambio climático, o la ganamos rápido, o la perdemos. Tenemos una única chance de resolver el problema antes de que se convierta en una amenaza existencial, y el tiempo se está acabando.
Pero además de esa dimensión temporal, el desafío climático amplifica todas las otras crisis que enfrentamos, desde la pandemia de coronavirus hasta la desigualdad mundial. Por eso es crucial transmitir la urgencia del problema en forma clara, realista y responsable. Si los votantes no reciben una presentación del problema franca, precisa y convincente, no comprenderán su magnitud y no demandarán soluciones a las autoridades que pueden movilizar los recursos necesarios para hacerle frente.
La inmensa complejidad del desafío climático exige periodistas experimentados, comprometidos y con conocimiento del tema, que cubran todos los aspectos del problema a tiempo completo. El cambio climático no es un nicho noticioso especializado: es un tema que tendrá un profundo efecto en todo el planeta y en cada aspecto de nuestras vidas. Descarbonizar los sistemas energéticos implica una remodelación completa de la economía global, y esa transformación cambiará la forma en que trabajamos, consumimos y satisfacemos las necesidades de nuestras familias.
Casi cualquier noticia importante hoy debe interpretarse en el contexto de la crisis climática, que está cambiando las reglas de juego en cada lugar y en casi todas las áreas de la vida. Por eso, para informar sobre el desafío climático se necesitan periodistas habituados al pensamiento «sistémico», mujeres y hombres con una capacidad sobresaliente para establecer conexiones y explicarlas bien. La tarea demanda una perspectiva tecnológica que permita trazar los vínculos entre la distribución de la electricidad, la movilidad, los edificios y la industria, y una perspectiva de ecosistemas que permita identificar los vínculos entre los fenómenos meteorológicos extremos, la pérdida de cosechas, la interrupción de cadenas de suministro globales y el riesgo financiero.
Ya hay muchos buenos periodistas dedicados a cubrir la crisis climática. Son los que han concientizado a la gente sobre el tema y se han encargado del difícil trabajo de exponer los argumentos falsos y fraudulentos que promueven los negacionistas del cambio climático, con apoyo de la industria de los combustibles fósiles. Pero todavía hay muchas cuestiones relacionadas con el clima que merecen una mayor cobertura. Tratándose de periodismo climático, más es mejor. Como dice la activista sueca por el clima Greta Thunberg, en esto todos somos necesarios y todos somos bienvenidos.
Los periodistas ya establecidos que se ocupan de otros temas tienen que comprender la relación entre su especialidad y el desafío climático. Los veteranos tienen que «pasar el micrófono» a los nuevos, como hizo Bill McKibben, periodista y activista del clima, con su columna en el New Yorker. Y los influencers de las redes sociales (TikTok, Substack, Clubhouse, etc.) tienen que usar esas plataformas para visibilizar la cuestión.
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En el panorama de medios actual, la importancia de un periodismo climático independiente y creíble crece día a día. El observatorio de medios Media Matters for America informa que en 2020, la cobertura televisiva corporativa del cambio climático en Estados Unidos disminuyó un 53%. La energía limpia (un sector que en 2050 recibirá inversiones por once billones de dólares) sigue estando casi ausente de las noticias en comparación con otras industrias. Hoy más que nunca, necesitamos que la gente tenga un conocimiento básico de la energía limpia, sus modelos de negocios, sus tecnologías y las cuestiones políticas y regulatorias que implica.
La mayor conciencia pública de la emergencia climática debe ir acompañada de un mayor apoyo al periodismo climático. Sin una cobertura convincente y accesible, que llegue a una amplia audiencia global, la magnitud del desafío (y de la oportunidad que representa) no se reconocerá a tiempo, y la transformación que necesitamos llegará demasiado tarde. Para alcanzar la meta de emisión neta nula en 2050, tenemos que reducir las emisiones al menos un 50% de aquí a 2030. Si no lo hacemos, habrá que empezar a prepararse para los escenarios climáticos más catastróficos, en los que estará en riesgo la supervivencia misma de la civilización.
Los dirigentes empresariales que comprenden lo que sucede ya están dando pasos hacia un futuro de emisión neta nula, en el que obtendrán una gran ventaja por haber sido los primeros. Como explica un informe reciente del Foro Económico Mundial, la actitud de cada cual ante el desafío climático puede hacerle ganar (o perder) una fortuna.
Necesitamos que más líderes reconozcan la urgencia de la crisis y las oportunidades que ofrece la transición a la energía limpia. Y un periodismo climático eficaz es una herramienta esencial para generar esa comprensión. La crisis climática es y debe seguir siendo noticia de portada.
Traducción: Esteban Flamini