OTTAWA/WASHINGTON DC – En la lucha contra el cambio climático, el dióxido de carbono atrae la mayor parte de la atención de los reguladores. Pero, si bien el CO2, con su larga vida, es un factor clave para el aumento de las temperaturas, no es el único culpable. Otros súper contaminantes de corta vida también calientan el planeta, y ninguno tiene una mayor necesidad de ser reglamentado que el metano.
Según el Grupo Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático (IPCC), el metano es 86 veces más potente que el CO2 en su calidad de gas que atrapa el calor a lo largo de un período de 20 años, y es responsable de aproximadamente una quinta parte del calentamiento causado por los humanos. Si la comunidad internacional tiene alguna posibilidad de cumplir con los objetivos establecidos por el Acuerdo de París sobre el Cambio Climático y mantener el calentamiento global muy por debajo de 2°C por encima de los niveles preindustriales, el control del metano debe ser una alta prioridad. Por el momento, sin embargo, lo antedicho no ocurre a escala mundial, y solamente un puñado de países – liderados recientemente por Canadá – se ha comprometido a abordar la gestión del metano.
Un informe reciente de la Academia Nacional de Ciencias de Estados Unidos (NAS) calificó al metano como un problema “intrigante” vinculado a las políticas, debido a que no existe una causa predominante. Los picos recientes en las emisiones se han atribuido a una variedad de fuentes, que incluye a los incendios forestales y la fermentación en los arrozales.
La medición del metano, inclusive la medición mediante el uso de las cámaras infrarrojas de hoy en día, es un desafío. De acuerdo con el informe de la NAS, ni siquiera Estados Unidos tiene las herramientas para de manera efectiva medir, monitorizar y dar cuenta del metano. Sin embargo, se vislumbran en el horizonte herramientas de medición mejoradas para la detección de fuentes de metano; las antedichas herramientas están siendo puestas a prueba de manera exitosa en California en aviones de bajo vuelo, con el propósito de perfeccionarlas para su uso en satélites.
Incluso a medida que mejoramos nuestras herramientas para detectar fugas de metano, debemos ir tras el logro de reducciones agresivas de las emisiones de metano. Si el mundo sigue la iniciativa de los innovadores de la mitigación de metano, entre ellos Canadá y California, es posible realizar reducciones rápidas y drásticas.
Tres sectores necesitan atención urgente en cuanto a reglamentación, el primer sector es la industria del petróleo y el gas. Según la Agencia Internacional de Energía, mejorar la captura de metano en la cadena de valor del petróleo y gas sería barato y efectivo, debido a que aproximadamente la mitad de las 76 millones de toneladas anuales de emisiones de metano de este sector se producen por fugas fácilmente contenibles. Y, debido a que el metano es, en los hechos, un producto comercializable, su captura puede lograrse sin incurrir en un costo neto.
En segundo lugar, se deben considerar que las emisiones de metano en la agricultura, y especialmente en la ganadería, necesitan controles más estrictos. En este sector, también, la gestión mejorada tiene un fuerte fundamento económico. Por ejemplo, exigir el uso de dispositivos de captura de metano, como ser digestores anaeróbicos, ayudaría a que los agricultores aprovechen el metano de las reses y los cerdos, proporcionándoles una fuente renovable de generación de energía que podría sustituir a los combustibles fósiles que se usan para proveer de energía a los equipos.
Finalmente, los gobiernos en todos los niveles deben exigir la captura y el uso del metano emitido por vertederos y plantas de tratamiento de aguas residuales. Con las nuevas prácticas de medición de metano, los países, las ciudades y las empresas podrían abordar las fuentes de metano que se controlan fácilmente, sentando así las bases para abordar desafíos más difíciles a lo largo de los próximos años.
Y, sin embargo, a pesar de la disponibilidad de soluciones viables, muchos países continúan ignorando el resultado fácilmente obtenible que es la mitigación del metano. Dos años después de que Estados Unidos, México y Canadá se comprometieran a tomar medidas colectivas y reducir las emisiones de metano en el sector de petróleo y gas, el avance se ha estancado. En Estados Unidos el gobierno de Trump ha eximido a las compañías de energía de la captura de metano durante la perforación, mientras que México ofreció sólo promesas no vinculantes.
Afortunadamente, Canadá va en la dirección contraria. Los reguladores canadienses acaban de publicar nuevas reglas destinadas a reducir las emisiones de metano de la industria del petróleo y el gas hasta incluso llegar a reducirlas en un 45% durante los próximos siete años. Estas reglas solidifican a Canadá como líder mundial en los esfuerzos de reducción de metano.
Las reglas también hacen que se promuevan los intereses nacionales de Canadá. Los pronósticos para el Ártico muestran que la región se está calentando al doble del promedio mundial y está perdiendo hielo marino reflexivo a un ritmo vertiginoso. Sin este escudo helado que refleje el calor devolviéndolo al espacio, el calentamiento se acelera, el permafrost se derrite y las antiguas reservas de metano y CO2 vuelven a la atmósfera. Este ciclo no sólo aumenta las temperaturas a nivel mundial, sino que también amenaza la supervivencia de las comunidades que viven en el norte de Canadá.
Es posible que Canadá tenga una fuente adicional de motivación para implementar nuevas reglas aplicables al metano. Pero, dichas reglas equivalen a una oportunidad para ayudar a los países y ciudades de todo el mundo con el propósito de que vuelvan a comprometerse con las estrategias de mitigación de metano. Cuando Canadá sea anfitrión de la cumbre del G7 el próximo junio, sus líderes tendrán una oportunidad para promover esta agenda; dichos líderes deben capitalizar la antedicha oportunidad. Si el mundo va a lograr los objetivos de temperatura estipulados en el acuerdo de París y así disminuir el ritmo de calentamiento, se debe medir y se debe gestionar apropiadamente cada uno de los gases responsables de un planeta más caliente – y no sólo el CO2.
Traducción del inglés: Rocío L. Barrientos.
OTTAWA/WASHINGTON DC – En la lucha contra el cambio climático, el dióxido de carbono atrae la mayor parte de la atención de los reguladores. Pero, si bien el CO2, con su larga vida, es un factor clave para el aumento de las temperaturas, no es el único culpable. Otros súper contaminantes de corta vida también calientan el planeta, y ninguno tiene una mayor necesidad de ser reglamentado que el metano.
Según el Grupo Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático (IPCC), el metano es 86 veces más potente que el CO2 en su calidad de gas que atrapa el calor a lo largo de un período de 20 años, y es responsable de aproximadamente una quinta parte del calentamiento causado por los humanos. Si la comunidad internacional tiene alguna posibilidad de cumplir con los objetivos establecidos por el Acuerdo de París sobre el Cambio Climático y mantener el calentamiento global muy por debajo de 2°C por encima de los niveles preindustriales, el control del metano debe ser una alta prioridad. Por el momento, sin embargo, lo antedicho no ocurre a escala mundial, y solamente un puñado de países – liderados recientemente por Canadá – se ha comprometido a abordar la gestión del metano.
Un informe reciente de la Academia Nacional de Ciencias de Estados Unidos (NAS) calificó al metano como un problema “intrigante” vinculado a las políticas, debido a que no existe una causa predominante. Los picos recientes en las emisiones se han atribuido a una variedad de fuentes, que incluye a los incendios forestales y la fermentación en los arrozales.
La medición del metano, inclusive la medición mediante el uso de las cámaras infrarrojas de hoy en día, es un desafío. De acuerdo con el informe de la NAS, ni siquiera Estados Unidos tiene las herramientas para de manera efectiva medir, monitorizar y dar cuenta del metano. Sin embargo, se vislumbran en el horizonte herramientas de medición mejoradas para la detección de fuentes de metano; las antedichas herramientas están siendo puestas a prueba de manera exitosa en California en aviones de bajo vuelo, con el propósito de perfeccionarlas para su uso en satélites.
Incluso a medida que mejoramos nuestras herramientas para detectar fugas de metano, debemos ir tras el logro de reducciones agresivas de las emisiones de metano. Si el mundo sigue la iniciativa de los innovadores de la mitigación de metano, entre ellos Canadá y California, es posible realizar reducciones rápidas y drásticas.
Tres sectores necesitan atención urgente en cuanto a reglamentación, el primer sector es la industria del petróleo y el gas. Según la Agencia Internacional de Energía, mejorar la captura de metano en la cadena de valor del petróleo y gas sería barato y efectivo, debido a que aproximadamente la mitad de las 76 millones de toneladas anuales de emisiones de metano de este sector se producen por fugas fácilmente contenibles. Y, debido a que el metano es, en los hechos, un producto comercializable, su captura puede lograrse sin incurrir en un costo neto.
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En segundo lugar, se deben considerar que las emisiones de metano en la agricultura, y especialmente en la ganadería, necesitan controles más estrictos. En este sector, también, la gestión mejorada tiene un fuerte fundamento económico. Por ejemplo, exigir el uso de dispositivos de captura de metano, como ser digestores anaeróbicos, ayudaría a que los agricultores aprovechen el metano de las reses y los cerdos, proporcionándoles una fuente renovable de generación de energía que podría sustituir a los combustibles fósiles que se usan para proveer de energía a los equipos.
Finalmente, los gobiernos en todos los niveles deben exigir la captura y el uso del metano emitido por vertederos y plantas de tratamiento de aguas residuales. Con las nuevas prácticas de medición de metano, los países, las ciudades y las empresas podrían abordar las fuentes de metano que se controlan fácilmente, sentando así las bases para abordar desafíos más difíciles a lo largo de los próximos años.
Y, sin embargo, a pesar de la disponibilidad de soluciones viables, muchos países continúan ignorando el resultado fácilmente obtenible que es la mitigación del metano. Dos años después de que Estados Unidos, México y Canadá se comprometieran a tomar medidas colectivas y reducir las emisiones de metano en el sector de petróleo y gas, el avance se ha estancado. En Estados Unidos el gobierno de Trump ha eximido a las compañías de energía de la captura de metano durante la perforación, mientras que México ofreció sólo promesas no vinculantes.
Afortunadamente, Canadá va en la dirección contraria. Los reguladores canadienses acaban de publicar nuevas reglas destinadas a reducir las emisiones de metano de la industria del petróleo y el gas hasta incluso llegar a reducirlas en un 45% durante los próximos siete años. Estas reglas solidifican a Canadá como líder mundial en los esfuerzos de reducción de metano.
Las reglas también hacen que se promuevan los intereses nacionales de Canadá. Los pronósticos para el Ártico muestran que la región se está calentando al doble del promedio mundial y está perdiendo hielo marino reflexivo a un ritmo vertiginoso. Sin este escudo helado que refleje el calor devolviéndolo al espacio, el calentamiento se acelera, el permafrost se derrite y las antiguas reservas de metano y CO2 vuelven a la atmósfera. Este ciclo no sólo aumenta las temperaturas a nivel mundial, sino que también amenaza la supervivencia de las comunidades que viven en el norte de Canadá.
Es posible que Canadá tenga una fuente adicional de motivación para implementar nuevas reglas aplicables al metano. Pero, dichas reglas equivalen a una oportunidad para ayudar a los países y ciudades de todo el mundo con el propósito de que vuelvan a comprometerse con las estrategias de mitigación de metano. Cuando Canadá sea anfitrión de la cumbre del G7 el próximo junio, sus líderes tendrán una oportunidad para promover esta agenda; dichos líderes deben capitalizar la antedicha oportunidad. Si el mundo va a lograr los objetivos de temperatura estipulados en el acuerdo de París y así disminuir el ritmo de calentamiento, se debe medir y se debe gestionar apropiadamente cada uno de los gases responsables de un planeta más caliente – y no sólo el CO2.
Traducción del inglés: Rocío L. Barrientos.