MAPUTO – La mayoría de las noticias que proceden de Mozambique son malas –pobreza, enfermedades, conflictos e inundaciones–, pero también ocurren muchas cosas buenas en mi país.
En los dos últimos decenios, Mozambique ha pasado a ser una democracia que funciona, su sector agrícola ha crecido, se han elevado las tasas de alfabetización, ha aumentado el abastecimiento de agua y de electricidad en las zonas rurales y se ha reducido espectacularmente la mortalidad infantil, de 219 por 1.000 nacidos vivos en 1990, dos años antes de que acabara la guerra civil, a 135 por 1.000 en 2010. Me siento particularmente orgullosa de este último logro, porque, al haber trabajado en colaboración con los compatriotas mozambiqueños para aumentar la cobertura de inmunización, creo que he desempeñado un papel en su consecución.
Yo me crié en Mozambique cuando el país estaba aún gobernado por Portugal y la desigualdad de nuestra sociedad colonial contribuyó a formar mi opinión de que todas las personas tienen derecho a la atención de salud. Recuerdo haber trabajado en un pabellón pediátrico cuando era adolescente y haber visto a niños morir de enfermedades como la poliomielitis, el sarampión y el tétanos, todas ellas fáciles de prevenir mediante vacunas. La impresión de aquella experiencia me movió a pasar los 40 años siguientes trabajando a fin de velar por que todos los niños de Mozambique, independientemente de su origen étnico o del lugar en el que vivan, reciban las vacunas que necesitan para que puedan tener una vida larga y sana.
Dentro de unos días, me uniré a 300 dirigentes mundiales en Abu Dhabi para celebrar la primera cumbre mundial sobre las vacunas: reunión dedicada a velar por que todos los niños de todo el mundo tengan acceso a las vacunas. Personas como Bill Gates y Kofi Annan expondrán los argumentos por los que los programas de inmunización merecen una financiación y un apoyo político adecuados.
Yo no tengo tanta repercusión pública como Gates o Annan, pero quisiera unir mi voz a la suya. Millones de agentes de salud, como mis colegas y yo, trabajan diariamente en la inmunización. Hemos dado pasos gigantescos para llegar a más niños con más vacunas, razón por la cual están sobreviviendo más niños que nunca, pero aún quedan más niños por salvar y necesitamos ayuda para llevar a cabo nuestra labor en el terreno.
Comos las vacunas son inútiles, si los padres se niegan a aplicárselas a sus hijos, una parte importante de mi labor es la de colaborar con los agentes de salud, los dirigentes comunitarios, los maestros y las figuras políticas locales para informar a los padres sobre las vacunas, pero contar con el apoyo de la comunidad no es suficiente. También es decisivo velar por que las vacunas lleguen a donde deben llegar, en el momento oportuno y en las condiciones correctas.
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Por ejemplo, para prevenir la escasez, VillageReach, la organización para la que trabajo, contribuyó a la corrección de las cifras de población utilizadas para prever el número de vacunas necesarias en cada uno de los centros de salud. VillageReach fundó también una compañía que distribuye gas propano a los centros de salud en el Mozambique septentrional, donde, como en muchas de las zonas rurales del país, la electricidad es poco fiable o no se dispone de ella para alimentar los refrigeradores que mantienen frescas las vacunas. Mediante el propano, podemos estar seguros de que las vacunas no se echan a perder durante el viaje desde donde se las produce hasta la madre y el niño y una vez al mes velamos por que los agentes de salud entreguen las vacunas y otros servicios de salud recorran “la última milla” hasta las madres y los niños de zonas rurales remotas.
Por último, he aprendido que el mantenimiento meticuloso de registros y el calibrado de los resultados son decisivos para llegar hasta más niños. Ésa es la razón por la que estamos evaluando diversos métodos de recogida de datos en el terreno, incluida la utilización de aplicaciones móviles para digitalizar los registros en papel.
La creación de esos procedimientos de inmunización sistemática nos ha ayudado ya a erradicar enfermedades como la poliomielitis y todos los tipos, menos uno, de sarampión. En fecha anterior de este mes, los hemos utilizado para vacunar a niños contra la neumonía por primera vez en la historia de Mozambique y esperamos que el año próximo comenzaremos a abordar el rotavirus, que causa la diarrea y es la mayor causa de mortalidad entre los niños menores de cinco años de edad. Nuestro objetivo a largo plazo es el de fortalecer lo suficiente esos procedimientos para llegar hasta todos los niños de Mozambique con las vacunas básicas y otras formas de atención de salud.
Creo que podemos lograr ese objetivo, porque he contemplado lo mucho que ya hemos avanzado, pese a las dificultades. Seguimos teniendo por delante muchas de éstas, pero confío en que, con el apoyo de la comunidad mundial, podré dejar a mis hijos y a mi comunidad un país próspero y en el que todas las personas tengan la oportunidad de prosperar.
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At the end of a year of domestic and international upheaval, Project Syndicate commentators share their favorite books from the past 12 months. Covering a wide array of genres and disciplines, this year’s picks provide fresh perspectives on the defining challenges of our time and how to confront them.
ask Project Syndicate contributors to select the books that resonated with them the most over the past year.
MAPUTO – La mayoría de las noticias que proceden de Mozambique son malas –pobreza, enfermedades, conflictos e inundaciones–, pero también ocurren muchas cosas buenas en mi país.
En los dos últimos decenios, Mozambique ha pasado a ser una democracia que funciona, su sector agrícola ha crecido, se han elevado las tasas de alfabetización, ha aumentado el abastecimiento de agua y de electricidad en las zonas rurales y se ha reducido espectacularmente la mortalidad infantil, de 219 por 1.000 nacidos vivos en 1990, dos años antes de que acabara la guerra civil, a 135 por 1.000 en 2010. Me siento particularmente orgullosa de este último logro, porque, al haber trabajado en colaboración con los compatriotas mozambiqueños para aumentar la cobertura de inmunización, creo que he desempeñado un papel en su consecución.
Yo me crié en Mozambique cuando el país estaba aún gobernado por Portugal y la desigualdad de nuestra sociedad colonial contribuyó a formar mi opinión de que todas las personas tienen derecho a la atención de salud. Recuerdo haber trabajado en un pabellón pediátrico cuando era adolescente y haber visto a niños morir de enfermedades como la poliomielitis, el sarampión y el tétanos, todas ellas fáciles de prevenir mediante vacunas. La impresión de aquella experiencia me movió a pasar los 40 años siguientes trabajando a fin de velar por que todos los niños de Mozambique, independientemente de su origen étnico o del lugar en el que vivan, reciban las vacunas que necesitan para que puedan tener una vida larga y sana.
Dentro de unos días, me uniré a 300 dirigentes mundiales en Abu Dhabi para celebrar la primera cumbre mundial sobre las vacunas: reunión dedicada a velar por que todos los niños de todo el mundo tengan acceso a las vacunas. Personas como Bill Gates y Kofi Annan expondrán los argumentos por los que los programas de inmunización merecen una financiación y un apoyo político adecuados.
Yo no tengo tanta repercusión pública como Gates o Annan, pero quisiera unir mi voz a la suya. Millones de agentes de salud, como mis colegas y yo, trabajan diariamente en la inmunización. Hemos dado pasos gigantescos para llegar a más niños con más vacunas, razón por la cual están sobreviviendo más niños que nunca, pero aún quedan más niños por salvar y necesitamos ayuda para llevar a cabo nuestra labor en el terreno.
Comos las vacunas son inútiles, si los padres se niegan a aplicárselas a sus hijos, una parte importante de mi labor es la de colaborar con los agentes de salud, los dirigentes comunitarios, los maestros y las figuras políticas locales para informar a los padres sobre las vacunas, pero contar con el apoyo de la comunidad no es suficiente. También es decisivo velar por que las vacunas lleguen a donde deben llegar, en el momento oportuno y en las condiciones correctas.
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Por ejemplo, para prevenir la escasez, VillageReach, la organización para la que trabajo, contribuyó a la corrección de las cifras de población utilizadas para prever el número de vacunas necesarias en cada uno de los centros de salud. VillageReach fundó también una compañía que distribuye gas propano a los centros de salud en el Mozambique septentrional, donde, como en muchas de las zonas rurales del país, la electricidad es poco fiable o no se dispone de ella para alimentar los refrigeradores que mantienen frescas las vacunas. Mediante el propano, podemos estar seguros de que las vacunas no se echan a perder durante el viaje desde donde se las produce hasta la madre y el niño y una vez al mes velamos por que los agentes de salud entreguen las vacunas y otros servicios de salud recorran “la última milla” hasta las madres y los niños de zonas rurales remotas.
Por último, he aprendido que el mantenimiento meticuloso de registros y el calibrado de los resultados son decisivos para llegar hasta más niños. Ésa es la razón por la que estamos evaluando diversos métodos de recogida de datos en el terreno, incluida la utilización de aplicaciones móviles para digitalizar los registros en papel.
La creación de esos procedimientos de inmunización sistemática nos ha ayudado ya a erradicar enfermedades como la poliomielitis y todos los tipos, menos uno, de sarampión. En fecha anterior de este mes, los hemos utilizado para vacunar a niños contra la neumonía por primera vez en la historia de Mozambique y esperamos que el año próximo comenzaremos a abordar el rotavirus, que causa la diarrea y es la mayor causa de mortalidad entre los niños menores de cinco años de edad. Nuestro objetivo a largo plazo es el de fortalecer lo suficiente esos procedimientos para llegar hasta todos los niños de Mozambique con las vacunas básicas y otras formas de atención de salud.
Creo que podemos lograr ese objetivo, porque he contemplado lo mucho que ya hemos avanzado, pese a las dificultades. Seguimos teniendo por delante muchas de éstas, pero confío en que, con el apoyo de la comunidad mundial, podré dejar a mis hijos y a mi comunidad un país próspero y en el que todas las personas tengan la oportunidad de prosperar.
Traducido del inglés por Carlos Manzano.