BERLÍN – La democracia liberal vuelve a estar bajo amenaza en todo el mundo. En muchos sentidos, hemos visto estos desafíos antes y, en definitiva, la democracia siempre ha salido victoriosa. ¿Una confianza similar está garantizada esta vez? Está claro que las amenazas antidemocráticas no implican el fin del sistema. Pero en lugar de aferrarse a una fe optimista en un triunfo inevitable de la democracia a nivel global, sus defensores ahora deben adoptar una mentalidad realista basada en evidencia empírica -especialmente cuando los datos cuestionan las suposiciones de larga data y plantean interrogantes incómodos.
BERLÍN – La democracia liberal vuelve a estar bajo amenaza en todo el mundo. En muchos sentidos, hemos visto estos desafíos antes y, en definitiva, la democracia siempre ha salido victoriosa. ¿Una confianza similar está garantizada esta vez? Está claro que las amenazas antidemocráticas no implican el fin del sistema. Pero en lugar de aferrarse a una fe optimista en un triunfo inevitable de la democracia a nivel global, sus defensores ahora deben adoptar una mentalidad realista basada en evidencia empírica -especialmente cuando los datos cuestionan las suposiciones de larga data y plantean interrogantes incómodos.