CLARKSVILLE, MD/KAMPALA – Al menos seis millones de mujeres —frecuentemente, en países con ingresos bajos o medios (PIBM)— trabajan cobrando muy poco, o nada, en centros de salud comunitaria. Muchas se desempeñan como trabajadoras sanitarias de la comunidad (TSC), pero, aunque se trata de tareas calificadas que debieran ser remuneradas, solo 34 países registran, capacitan y ofrecen salarios a los TSC. La mayoría de esos trabajadores queda en situación de explotación, lo que reduce su eficacia con los pacientes. Si nos tomamos en serio que la «salud para todos» debe ser una prioridad mundial, esto debe cambiar.
CLARKSVILLE, MD/KAMPALA – Al menos seis millones de mujeres —frecuentemente, en países con ingresos bajos o medios (PIBM)— trabajan cobrando muy poco, o nada, en centros de salud comunitaria. Muchas se desempeñan como trabajadoras sanitarias de la comunidad (TSC), pero, aunque se trata de tareas calificadas que debieran ser remuneradas, solo 34 países registran, capacitan y ofrecen salarios a los TSC. La mayoría de esos trabajadores queda en situación de explotación, lo que reduce su eficacia con los pacientes. Si nos tomamos en serio que la «salud para todos» debe ser una prioridad mundial, esto debe cambiar.