NUEVA YORK – Cuando los medios de comunicación internacional rebosan con las acusaciones de delito sexual contra el fundador de WikiLeaks, Julian Assange, una convención al respecto merece un examen detenido. Nosotros conocemos a Assange de nombre, pero a sus acusadoras –dos mujeres suecas que han presentado las demandas contra él– se las identifica sistemáticamente sólo como “señorita A” y “señorita W” y se difuminan sus imágenes.
NUEVA YORK – Cuando los medios de comunicación internacional rebosan con las acusaciones de delito sexual contra el fundador de WikiLeaks, Julian Assange, una convención al respecto merece un examen detenido. Nosotros conocemos a Assange de nombre, pero a sus acusadoras –dos mujeres suecas que han presentado las demandas contra él– se las identifica sistemáticamente sólo como “señorita A” y “señorita W” y se difuminan sus imágenes.