NUEVA YORK – Parece que las elecciones de Zimbabwe confirman una vez más un tópico. Parece que África sólo aparece en los titulares internacionales cuando se ve golpeada por desastres: una sequía, un golpe de Estado, una guerra, un genocidio o, ciomo en el caso de Robert Mugabe, un gobienro flagrantemente incompetente, pero en los últimos años varios países subsaharianos han atraído corrientes de capital extranjero sin precedentes. La reciente agitación financiera mundial no ha hecho sino contribuir al atractivo de África, porque sus mercados fronterizos son menos vulnerables a la volatilidad internacional que la mayoría de las economías en ascenso más destacadas del mundo.
NUEVA YORK – Parece que las elecciones de Zimbabwe confirman una vez más un tópico. Parece que África sólo aparece en los titulares internacionales cuando se ve golpeada por desastres: una sequía, un golpe de Estado, una guerra, un genocidio o, ciomo en el caso de Robert Mugabe, un gobienro flagrantemente incompetente, pero en los últimos años varios países subsaharianos han atraído corrientes de capital extranjero sin precedentes. La reciente agitación financiera mundial no ha hecho sino contribuir al atractivo de África, porque sus mercados fronterizos son menos vulnerables a la volatilidad internacional que la mayoría de las economías en ascenso más destacadas del mundo.