BERLÍN – El aeropuerto Tegel de Berlín, que aún sigue recibiendo a la mayoría de los pasajeros que llegan a la capital de la potencia económica principal de Europa, es anticuado y provinciano. La inauguración del aeropuerto de Schönefeld, transformado en un aeropuerto internacional principal, se ha retrasado durante más de un año por razones técnicas (golpe algo tranquilizador a la fama de eficiencia de Alemania). Sin embargo, pese a la grisura y al frío de marzo en la Europa central, Berlín exuda confianza. Más que nunca, la ciudad es una obra en marcha: confusa, no demasiado hermosa y recargada de historia.
BERLÍN – El aeropuerto Tegel de Berlín, que aún sigue recibiendo a la mayoría de los pasajeros que llegan a la capital de la potencia económica principal de Europa, es anticuado y provinciano. La inauguración del aeropuerto de Schönefeld, transformado en un aeropuerto internacional principal, se ha retrasado durante más de un año por razones técnicas (golpe algo tranquilizador a la fama de eficiencia de Alemania). Sin embargo, pese a la grisura y al frío de marzo en la Europa central, Berlín exuda confianza. Más que nunca, la ciudad es una obra en marcha: confusa, no demasiado hermosa y recargada de historia.