TOKIO – El ascenso del multimillonario Donald Trump en la carrera presidencial de los Estados Unidos fue recibido con una mezcla de horror y fascinación. Mientras su campaña, antes vista con sorna, sigue acumulando éxitos (el más reciente, en las primarias de Michigan y Mississippi, y en el caucus de Hawaii), los analistas se esfuerzan por encontrar algún análogo histórico o extranjero que pueda echar luz sobre el fenómeno. Toda comparación es imperfecta, pero el mejor ejemplo que podemos encontrar es Silvio Berlusconi, el magnate de medios italiano que fue tres veces primer ministro de su país. Y es un ejemplo inquietante.
TOKIO – El ascenso del multimillonario Donald Trump en la carrera presidencial de los Estados Unidos fue recibido con una mezcla de horror y fascinación. Mientras su campaña, antes vista con sorna, sigue acumulando éxitos (el más reciente, en las primarias de Michigan y Mississippi, y en el caucus de Hawaii), los analistas se esfuerzan por encontrar algún análogo histórico o extranjero que pueda echar luz sobre el fenómeno. Toda comparación es imperfecta, pero el mejor ejemplo que podemos encontrar es Silvio Berlusconi, el magnate de medios italiano que fue tres veces primer ministro de su país. Y es un ejemplo inquietante.