WASHINGTON, DC – A estas alturas uno casi podría sentir pena por Donald Trump. Si bien ese “casi” es un abismo demasiado ancho para que lo crucen sus opositores, puede decirse que lo que va de febrero ha sido cruel con el presidente de los Estados Unidos (aunque él, claro, no es una víctima inocente).
WASHINGTON, DC – A estas alturas uno casi podría sentir pena por Donald Trump. Si bien ese “casi” es un abismo demasiado ancho para que lo crucen sus opositores, puede decirse que lo que va de febrero ha sido cruel con el presidente de los Estados Unidos (aunque él, claro, no es una víctima inocente).