Han pasado cinco años desde los ataques terroristas a Nueva York y Washington en septiembre de 2001, y sin embargo parece que quienes diseñan las políticas han aprendido muy poco sobre el funcionamiento de las células terroristas y sus debilidades. La administración Bush todavía usa la frase “la guerra contra el terrorismo” y se comporta como si fuera verdaderamente una guerra ordinaria en la que un gobierno lucha contra otro. Con todo, tras cinco años de esfuerzos militares, las estrategias que se basan en enfocarse en un atacante unido han empeorado la situación. Es tiempo de entender el nuevo modelo de conflicto emergente.
Han pasado cinco años desde los ataques terroristas a Nueva York y Washington en septiembre de 2001, y sin embargo parece que quienes diseñan las políticas han aprendido muy poco sobre el funcionamiento de las células terroristas y sus debilidades. La administración Bush todavía usa la frase “la guerra contra el terrorismo” y se comporta como si fuera verdaderamente una guerra ordinaria en la que un gobierno lucha contra otro. Con todo, tras cinco años de esfuerzos militares, las estrategias que se basan en enfocarse en un atacante unido han empeorado la situación. Es tiempo de entender el nuevo modelo de conflicto emergente.