Francia y Alemania solían verse a si mismas como el "núcleo duro" de la Unión Europea, rodeado de círculos concéntricos de socios menos comprometidos. Sólo los otros cuatro miembros fundadores de lo que era la Comunidad Europea (Italia, Bélgica, los Países Bajos y Luxemburgo) eran admitidos dentro del exclusivo círculo de los verdaderos creyentes en Europa.
Francia y Alemania solían verse a si mismas como el "núcleo duro" de la Unión Europea, rodeado de círculos concéntricos de socios menos comprometidos. Sólo los otros cuatro miembros fundadores de lo que era la Comunidad Europea (Italia, Bélgica, los Países Bajos y Luxemburgo) eran admitidos dentro del exclusivo círculo de los verdaderos creyentes en Europa.