Por lo general, a esta altura del año, la gente se obsesiona con lo que nos deparará el año entrante. Pero en Rusia, la verdadera incertidumbre tiene que ver con el 2008, no el 2007. En realidad, hoy por hoy se podría reducir la política rusa a un solo interrogante: ¿El presidente Vladimir Putin se quedará en el poder después de 2008, a pesar de afirmar repetidamente que no lo hará? Y si efectivamente se baja de la presidencia, ¿a quién preparará para reemplazarlo? ¿Acaso este sucesor elegido pertenecerá a una de las facciones enfrentadas del Kremlin? ¿O elegirá a alguien “de afuera”?
Por lo general, a esta altura del año, la gente se obsesiona con lo que nos deparará el año entrante. Pero en Rusia, la verdadera incertidumbre tiene que ver con el 2008, no el 2007. En realidad, hoy por hoy se podría reducir la política rusa a un solo interrogante: ¿El presidente Vladimir Putin se quedará en el poder después de 2008, a pesar de afirmar repetidamente que no lo hará? Y si efectivamente se baja de la presidencia, ¿a quién preparará para reemplazarlo? ¿Acaso este sucesor elegido pertenecerá a una de las facciones enfrentadas del Kremlin? ¿O elegirá a alguien “de afuera”?