NUEVA DELHI – Cuando los datos e informes de la inteligencia de los Estados Unidos en el Afganistán expuestos con toda su crudeza en Wikileaks llegaron a las computadoras de todo el mundo, los comentaristas del Pakistán reaccionaron con andanadas vitriólicas. Uno habló de “vampiros neocon... islamófobos sedientos de sangre... centros de estudio irredentistas... revanchistas (indios)... que planean otro desmembramiento para (poder) continuar con su festín de sangre en... el Afganistán”. Palabras fuertes, en particular si las comparamos con las del Secretario de Defensa de los EE.UU, Robert M. Gates, que simplemente se sintió “abochornado” y “horrorizado” por las filtraciones.
NUEVA DELHI – Cuando los datos e informes de la inteligencia de los Estados Unidos en el Afganistán expuestos con toda su crudeza en Wikileaks llegaron a las computadoras de todo el mundo, los comentaristas del Pakistán reaccionaron con andanadas vitriólicas. Uno habló de “vampiros neocon... islamófobos sedientos de sangre... centros de estudio irredentistas... revanchistas (indios)... que planean otro desmembramiento para (poder) continuar con su festín de sangre en... el Afganistán”. Palabras fuertes, en particular si las comparamos con las del Secretario de Defensa de los EE.UU, Robert M. Gates, que simplemente se sintió “abochornado” y “horrorizado” por las filtraciones.