Ya han pasado 20 años desde que Alan Greenspan se convirtió en presidente del Banco de la Reserva Federal de Estados Unidos. Los años transcurridos desde entonces han sido testigos de la más rápida tasa de crecimiento del ingreso promedio global de cualquier generación, así como de escasísimos brotes de deflación masiva generadora de desempleo o de inflación destructiva de la riqueza. Sólo la década y media perdida de Japón y las dificultades de la transición del comunismo cuentan como verdaderas catástrofes macroeconómicas de una magnitud tal que fue aterradoramente común en décadas anteriores.
Ya han pasado 20 años desde que Alan Greenspan se convirtió en presidente del Banco de la Reserva Federal de Estados Unidos. Los años transcurridos desde entonces han sido testigos de la más rápida tasa de crecimiento del ingreso promedio global de cualquier generación, así como de escasísimos brotes de deflación masiva generadora de desempleo o de inflación destructiva de la riqueza. Sólo la década y media perdida de Japón y las dificultades de la transición del comunismo cuentan como verdaderas catástrofes macroeconómicas de una magnitud tal que fue aterradoramente común en décadas anteriores.