La economía rusa, boyante por más de dos años gracias a los altos precios del petróleo y a las fuertes exportaciones que siguieron a la devaluación del rublo en 1998, podría estar en peligro de sucumbir a sus debilidades estructurales otra de vez. El crecimiento aflojó mucho el paso durante el primer trimestre de 2001 y la inflación está escalando de nuevo. En mayo, los precios finales crecían a una tasa anual de alrededor de 25%, el doble del objetivo del gobierno y sin un alivio aparente a la vista. Apenas tres años después de faltar a sus pagos de deuda externa, con una inversión extranjera todavía baja y una fuga de capital casi completa, ¿se dirige Rusia hacia otra caída?
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