Los beneficios económicos del control de las enfermedades

San Francisco – Grandes áreas del mundo no han disfrutado el notable avance mundial en condiciones de sanidad que ha ocurrido en el último siglo. De hecho, millones de muertes en naciones empobrecidas se pueden evitar con opciones de prevención y tratamiento que el mundo rico ya utiliza.

Este año diez millones de niños morirán en países de ingresos bajos a medios. Si los índices de mortalidad infantil fueran los mismos que en los países desarrollados, esta cifra sería de menos de un millón. A la inversa, si los índices de mortalidad infantil fueran los de los países ricos hace apenas 100 años, la cifra sería 30 millones.

La diferencia clave entre hoy y entonces no es so los ingresos sino el conocimiento técnico acerca de las causas de las enfermedades y las intervenciones para prevenirlas, o al menos sus síntomas más perniciosos. Los medios actuales para mejorar la salubridad son tan eficaces y poco costosos que las condiciones de salud podrían ser razonablemente buenas incluso en los países pobres, si las autoridades invirtieran fondos relativamente pequeños en los lugares adecuados.

Estudios recientes para el Consenso de Copenhague identifican seis opciones eficaces en función de los costes que podrían dar respuesta a algunos de los problemas de sanidad más urgentes del planeta.  La inversión más prometedora es en el tratamiento de la tuberculosis. Cerca del 90% de las 1,6 millones de muertes por tuberculosis de 2003 ocurrieron en países de ingresos bajos y medios. Puesto que la tuberculosis afecta a personas en edad laboral, puede aumentar los niveles de pobreza en los hogares.

La piedra angular del control es un tratamiento temprano utilizando medicamentos de primera línea, para lo que no es preciso contar con un sistema de salud sofisticado. Destinar mil millones de dólares al tratamiento de la tuberculosis en un año permitiría salvar un millón de vidas. Puesto que la buena sanidad va de la mano con mayores niveles de bienestar económico nacional en el largo plazo, los beneficios económicos equivalen a 30 mil millones de dólares.

La segunda inversión más eficiente en función de los costes es abordar las enfermedades cardiovasculares, que pueden no parecer un problema apremiante para las naciones pobres, pero representan más de un cuarto de sus muertes. Las medidas para reducir los factores de riesgo aparte del tabaco –alto consumo de grasa animal saturada, obesidad, consumo excesivo de alcohol, inactividad física y bajo consumo de frutas y verduras- han tenido poco éxito.

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Sin embargo, tratar los ataques cardiacos agudos con medicamentos poco costosos resulta económico. Destinar 200 millones de dólares permitiría evitar varios cientos de miles de muertes, lo que representa beneficios 25 veces más altos que los costes.

La tercera opción es la prevención y el tratamiento de la malaria. Mil millones de dólares permitirían aumentar la provisión de mallas para cama tratadas con insecticida y facilitar la entrega de tratamientos altamente eficaces, lo que evitaría más de un millón de muertes infantiles y produciría beneficios económicos equivalentes a 20 mil millones de dólares. El naciente Centro de Medicamentos Asequibles para la malaria (AMFm, por sus siglas en inglés) es un mecanismo particularmente atractivo para comprometer recursos para el control de la malaria.

La cuarta alternativa para las autoridades es centrarse en iniciativas de salud infantil. Las mejores medidas son bien conocidas: aumentar la cobertura de vacunaciones, promover el amamantamiento, aumentar el uso de tratamientos simples y poco costosos para la diarrea y la neumonía infantil, asegurar la distribución generalizada de micronutrientes clave y difundir el uso de medicamentos antirretrovirales y sustitutos de la leche materna para prevenir la transmisión de VIH de la madre al hijo.

Ampliar la cobertura de los programas de vacunación y micronutrientes es tal vez la medida más importante. Destinar mil millones de dólares a estas iniciativas podría salvar un millón de vidas al año y originar beneficios económicos equivalentes a más de 20 mil millones de dólares al año.

La siguiente opción es reducir la cantidad de muertes relacionadas con el tabaco. Con los patrones actuales, el tabaquismo será responsable de 10 millones de muertes para el año 2030, la mayoría de las cuales ocurrirán en los países pobres.

Cerca de 100 millones de los 200 millones de hombres jóvenes de China y cerca de 40 millones de los 100 millones de hombres jóvenes de India que fuman tabaco terminarán muriendo de causas relacionadas con el tabaquismo. Un enfoque de varios frentes para controlar esta adicción es uno de los pocos métodos probados para prevenir las enfermedades cardiacas y el cáncer. Particularmente eficaz es aplicar un impuesto al tabaco, ya que un 10% del aumento del precio reduce el consumo entre un 4 y un 8%.

Aplicar medidas para detener la propagación del VIH/SIDA es la sexta opción. Para decenas de países de todo el mundo, la epidemia de SIDA amenaza cada uno de los aspectos del desarrollo. Sin embargo, hay algunas buenas noticias: los índices de infección por VIH están bajando su ritmo en grandes partes de Asia y América Latina, lo que parece reflejar un (muy desigual) aumento de los programas de prevención.

Los mayores éxitos en la prevención tienen relación con lo que se ha llamado la “prevención combinada”, que implica el incremento simultáneo y sustancial de múltiples intervenciones, incluidas la distribución de condones, el tratamiento de enfermedades de transmisión sexual, la circuncisión masculina e intervenciones de pares entre trabajadores sexuales. Prevenir dos millones de infecciones de VIH cada año sería relativamente costoso, 2,5 mil millones de dólares, pero daría beneficios doce veces mayores.

Los cambios que recomendamos han sido pensados para apuntar a áreas de necesidades específicas en lugar de fortalecer la capacidad del sistema de salud. Sin embargo, hay una excepción importante: fortalecer la capacidad quirúrgica, especialmente en los hospitales locales, puede dar una respuesta poco costosa (y a menudo decisiva) a las enfermedades abdominales. Invertir en capacidad quirúrgica, algo que por largo tiempo se ha dejado de lado, podría reportar grandes beneficios.

Incluso si los costes de todas estas iniciativas fueran dos o tres veces más altos que lo que estimamos, aún así representarían grandes oportunidades de reducir la desigualdad en el ámbito de la sanidad y beneficiar al mundo.

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