CAMBRIDGE – La desigualdad está ocupando un lugar preponderante, que desde hace mucho no se veía, en la agenda de los responsables de las políticas. Frente a la violenta respuesta política y social contra el orden económico establecido, que alimenta el ascenso de los movimientos populistas y las protestas callejeras desde Chile hasta Francia, los políticos de todos los colores convertido a este tema en una prioridad urgente. Y aunque los economistas solían inquietarse por los efectos negativos de las políticas igualitarias sobre los incentivos de mercado o el equilibrio fiscal, ahora los preocupa que la excesiva desigualdad promueva el comportamiento monopolístico y socave el progreso tecnológico y el crecimiento económico.
CAMBRIDGE – La desigualdad está ocupando un lugar preponderante, que desde hace mucho no se veía, en la agenda de los responsables de las políticas. Frente a la violenta respuesta política y social contra el orden económico establecido, que alimenta el ascenso de los movimientos populistas y las protestas callejeras desde Chile hasta Francia, los políticos de todos los colores convertido a este tema en una prioridad urgente. Y aunque los economistas solían inquietarse por los efectos negativos de las políticas igualitarias sobre los incentivos de mercado o el equilibrio fiscal, ahora los preocupa que la excesiva desigualdad promueva el comportamiento monopolístico y socave el progreso tecnológico y el crecimiento económico.