NAIROBI/PARÍS – África está al borde de una crisis de desempleo que presagia profundas repercusiones económicas, políticas y sociales. Pero, esta es una crisis que se puede evitar, y una de las soluciones a la misma puede ser tan simple como encender la luz.
Cada año, aproximadamente 13 millones de personas jóvenes buscan trabajo en África, pero sólo unos 3 millones sí lo encuentran. Se proyecta que la población juvenil del continente se duplicará hasta el año 2050, llegando a 840 millones; aun así, las escuelas y universidades de África no están produciendo suficientes graduados con las habilidades técnicas para lograr el éxito en el lugar de trabajo del futuro. Si bien el Banco Africano de Desarrollo (BAfD) espera crear 25 millones de nuevos empleos dentro del período de una década, a través de su iniciativa ‘Empleos para los Jóvenes en el África’, a golpe de vista no se vislumbra claramente de dónde provendrán dichas oportunidades.
Sin embargo, una industria está preparada para llenar la brecha de empleos: la industria de las energías renovables.
Esta industria – y en especial la generación de energía eléctrica a pequeña escala, como por ejemplo la energía producida por paneles solares en las azoteas y las mini-redes ecológicas – tiene el potencial de impulsar el crecimiento del empleo en África. De hecho, calculamos que hasta una quinta parte del compromiso del BAfD con respecto a la creación de empleos podría alcanzarse únicamente con la actividad económica vinculada a la industria de la energía solar sin conexión a la red eléctrica principal – lo que se lograría a través de la creación de empleos directos e indirectos.
En todo el mundo, el crecimiento del empleo en la industria de las energías renovables está en auge, mientras que el empleo en la generación de energía tradicional se está reduciendo (primordialmente debido al cierre de las plantas de carbón). Se espera que los países africanos se vean afectados por una tendencia similar, a la par de que continúen trabajando en pos de alcanzar el acceso universal a la electricidad. Para cumplir con este objetivo, el BAfD estima que aproximadamente el 40% de las nuevas conexiones en el continente – energía eléctrica para 75 millones de hogares – necesariamente deberá provenir de soluciones sin conexión a la red eléctrica principal.
A pesar de que la inversión en energías renovables descentralizadas está en aumento en África, más de 600 millones de personas en el África subsahariana aún carecen de acceso a la electricidad. Para conectar a estos clientes – la mayoría de los cuales vive en áreas rurales – se necesitará una gran cantidad de trabajadores calificados y empresarios emprendedores. Si bien la demanda de energía sin conexión a la red tiene suficiente potencial como para crear más de 4,5 millones de empleos a nivel mundial, según la Agencia Internacional de las Energías Renovables (IRENA), sólo se han creado alrededor de 76.000 empleos vinculados a las energías renovables en toda África, menos del 1% de los 10,3 millones a nivel mundial.
Si se administra y apoya adecuadamente, la revolución de las energías renovables en África podría crear empleos mucho más allá del propio sector energético. Una vez que los consumidores de África tengan acceso a la electricidad, querrán obtener electrodomésticos y otras mercancías, lo que a su vez generará demanda de nuevos servicios y creará aún más oportunidades para los trabajadores calificados.
Además, la electrificación puede ayudar a estimular el crecimiento en las pequeñas y medianas empresas, las cuales sufren de manera desproporcionada cuando la energía es costosa o poco confiable. Si se toma en cuenta que la mitad de las empresas africanas poseen o comparten un generador e indican que la electricidad es una limitación de gran importancia para ellas, las energías renovables descentralizadas podrían mantener a las PYME de África productivas y a sus trabajadores empleados. Las soluciones sin conexión a la red eléctrica principal también permitirían la puesta en marcha de nuevos negocios, especialmente en el ámbito de la agricultura, y acortarían el camino de dichos negocios hacia la rentabilidad.
La ampliación del acceso a la energía renovable también beneficiaría a los países africanos de muchas otras maneras, como por ejemplo, reduciendo la pobreza, mejorando la igualdad de género, mejorando el saneamiento, y limitando las emisiones de gases de efecto invernadero. Como dijo a menudo el ex Secretario General de las Naciones Unidas, Ban Ki-moon, la energía asequible y limpia “será fundamental” para el logro con casi todas las metas incluidas en los Objetivos de Desarrollo Sostenible de la ONU.
Sin embargo, el logro del acceso universal a la energía eléctrica requerirá de una fuerza laboral capacitada, y en este momento, África sufre de escasez de capital humano capacitado. A las empresas de energía como la nuestra – M-KOPA que cuenta con más de 800 empleados de tiempo completo – ya les resulta difícil contratar talentos que estén “listos y preparados para trabajar” en el sector de las energías renovables.
En casi todas las regiones, los países africanos han tardado en garantizar que la próxima generación de trabajadores en el ámbito energético esté lista y preparada para trabajar; el desarrollo de capacidades ha sido una idea que sobrevino de forma tardía. Esto debe cambiar, y debe hacerlo rápidamente. El futuro de la energía limpia en África necesitará de la participación de muchos técnicos calificados, y los gobiernos deben comenzar a capacitarlos ahora. Las asociaciones público-privadas, como el programa Access to Energy de Schneider Electric, han capacitado a muchos electricistas en todo el mundo, pero sólo una fracción de ellos se encontraban en África.
Hace dos años, Akinwumi A. Adesina, el presidente del BAfD, lamentó que muchos países africanos estaban “básicamente capacitando a nuestros jóvenes para los empleos del ayer, no para los empleos del futuro”. Ahora es el momento de revertir este patrón. Con el apoyo dedicado de los gobiernos, la industria, la sociedad civil y las agencias multilaterales, las energías renovables descentralizadas pueden hacer más que iluminar un continente; también pueden ponerlo a trabajar.
Traducción del inglés: Rocío L. Barrientos.
NAIROBI/PARÍS – África está al borde de una crisis de desempleo que presagia profundas repercusiones económicas, políticas y sociales. Pero, esta es una crisis que se puede evitar, y una de las soluciones a la misma puede ser tan simple como encender la luz.
Cada año, aproximadamente 13 millones de personas jóvenes buscan trabajo en África, pero sólo unos 3 millones sí lo encuentran. Se proyecta que la población juvenil del continente se duplicará hasta el año 2050, llegando a 840 millones; aun así, las escuelas y universidades de África no están produciendo suficientes graduados con las habilidades técnicas para lograr el éxito en el lugar de trabajo del futuro. Si bien el Banco Africano de Desarrollo (BAfD) espera crear 25 millones de nuevos empleos dentro del período de una década, a través de su iniciativa ‘Empleos para los Jóvenes en el África’, a golpe de vista no se vislumbra claramente de dónde provendrán dichas oportunidades.
Sin embargo, una industria está preparada para llenar la brecha de empleos: la industria de las energías renovables.
Esta industria – y en especial la generación de energía eléctrica a pequeña escala, como por ejemplo la energía producida por paneles solares en las azoteas y las mini-redes ecológicas – tiene el potencial de impulsar el crecimiento del empleo en África. De hecho, calculamos que hasta una quinta parte del compromiso del BAfD con respecto a la creación de empleos podría alcanzarse únicamente con la actividad económica vinculada a la industria de la energía solar sin conexión a la red eléctrica principal – lo que se lograría a través de la creación de empleos directos e indirectos.
En todo el mundo, el crecimiento del empleo en la industria de las energías renovables está en auge, mientras que el empleo en la generación de energía tradicional se está reduciendo (primordialmente debido al cierre de las plantas de carbón). Se espera que los países africanos se vean afectados por una tendencia similar, a la par de que continúen trabajando en pos de alcanzar el acceso universal a la electricidad. Para cumplir con este objetivo, el BAfD estima que aproximadamente el 40% de las nuevas conexiones en el continente – energía eléctrica para 75 millones de hogares – necesariamente deberá provenir de soluciones sin conexión a la red eléctrica principal.
A pesar de que la inversión en energías renovables descentralizadas está en aumento en África, más de 600 millones de personas en el África subsahariana aún carecen de acceso a la electricidad. Para conectar a estos clientes – la mayoría de los cuales vive en áreas rurales – se necesitará una gran cantidad de trabajadores calificados y empresarios emprendedores. Si bien la demanda de energía sin conexión a la red tiene suficiente potencial como para crear más de 4,5 millones de empleos a nivel mundial, según la Agencia Internacional de las Energías Renovables (IRENA), sólo se han creado alrededor de 76.000 empleos vinculados a las energías renovables en toda África, menos del 1% de los 10,3 millones a nivel mundial.
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Si se administra y apoya adecuadamente, la revolución de las energías renovables en África podría crear empleos mucho más allá del propio sector energético. Una vez que los consumidores de África tengan acceso a la electricidad, querrán obtener electrodomésticos y otras mercancías, lo que a su vez generará demanda de nuevos servicios y creará aún más oportunidades para los trabajadores calificados.
Además, la electrificación puede ayudar a estimular el crecimiento en las pequeñas y medianas empresas, las cuales sufren de manera desproporcionada cuando la energía es costosa o poco confiable. Si se toma en cuenta que la mitad de las empresas africanas poseen o comparten un generador e indican que la electricidad es una limitación de gran importancia para ellas, las energías renovables descentralizadas podrían mantener a las PYME de África productivas y a sus trabajadores empleados. Las soluciones sin conexión a la red eléctrica principal también permitirían la puesta en marcha de nuevos negocios, especialmente en el ámbito de la agricultura, y acortarían el camino de dichos negocios hacia la rentabilidad.
La ampliación del acceso a la energía renovable también beneficiaría a los países africanos de muchas otras maneras, como por ejemplo, reduciendo la pobreza, mejorando la igualdad de género, mejorando el saneamiento, y limitando las emisiones de gases de efecto invernadero. Como dijo a menudo el ex Secretario General de las Naciones Unidas, Ban Ki-moon, la energía asequible y limpia “será fundamental” para el logro con casi todas las metas incluidas en los Objetivos de Desarrollo Sostenible de la ONU.
Sin embargo, el logro del acceso universal a la energía eléctrica requerirá de una fuerza laboral capacitada, y en este momento, África sufre de escasez de capital humano capacitado. A las empresas de energía como la nuestra – M-KOPA que cuenta con más de 800 empleados de tiempo completo – ya les resulta difícil contratar talentos que estén “listos y preparados para trabajar” en el sector de las energías renovables.
En casi todas las regiones, los países africanos han tardado en garantizar que la próxima generación de trabajadores en el ámbito energético esté lista y preparada para trabajar; el desarrollo de capacidades ha sido una idea que sobrevino de forma tardía. Esto debe cambiar, y debe hacerlo rápidamente. El futuro de la energía limpia en África necesitará de la participación de muchos técnicos calificados, y los gobiernos deben comenzar a capacitarlos ahora. Las asociaciones público-privadas, como el programa Access to Energy de Schneider Electric, han capacitado a muchos electricistas en todo el mundo, pero sólo una fracción de ellos se encontraban en África.
Hace dos años, Akinwumi A. Adesina, el presidente del BAfD, lamentó que muchos países africanos estaban “básicamente capacitando a nuestros jóvenes para los empleos del ayer, no para los empleos del futuro”. Ahora es el momento de revertir este patrón. Con el apoyo dedicado de los gobiernos, la industria, la sociedad civil y las agencias multilaterales, las energías renovables descentralizadas pueden hacer más que iluminar un continente; también pueden ponerlo a trabajar.
Traducción del inglés: Rocío L. Barrientos.