CIUDAD HO CHI MINH – Desde diciembre de 2013, China ha añadido más de 1,200 hectáreas a islas en el Mar Meridional de China. Las implicaciones geopolíticas de estos esfuerzos de reclamación de tierras están bien documentados: la mayor parte de dicha actividad se llevó a cabo en las Islas Spratly, un archipiélago en las aguas entre Vietnam, Malasia y Filipinas, países que junto con China, Taiwán y Brunei tienen reclamaciones contrapuestas sobre esta región.
Existe menos debate sobre el impacto ambiental del proyecto, mismo que bordea lo catastrófico. Las actividades de China ponen en peligro a poblaciones de peces, amenazan la biodiversidad marina y crean un riesgo a largo plazo para algunas de las formas de vida marina más espectaculares del mundo.
Miles de arrecifes de coral, praderas de pastos marinos y otros ecosistemas de aguas poco profundas están siendo rápidamente destruidos y enterrados a medida que los líderes de China se apresuran a ir tras el logro de su objetivo de reclamación territorial sobre la región. El proyecto de reclamación de tierras está socavando la conexión ecológica entre las Islas Spratly y el Mar Meridional de China, cortando el suministro de nutrientes de los cuales dependen estos ecosistemas.
Por otra parte, la postura belicosa de China, junto con su derecho indefinido de propiedad sobre la región y sus poblaciones de peces, condujeron a una sobrepesca destructiva, que degrada el ecosistema marino y amenaza a especies en peligro de extinción, incluyendo a tortugas marinas, tiburones y almejas gigantes. Desde el año 2010, las reservas pesqueras en las Islas Spratly y la parte occidental del Mar Meridional de China se han reducido en un 16%.
Aproximadamente 300 millones de personas dependen de los recursos marinos del Mar de China Meridional para mantener sus medios de subsistencia; si la China continuase en su curso actual, el riesgo de dislocación económica masiva crecerá. Pero, el Mar Meridional de China es un importante cuerpo de agua para todo el mundo, no sólo para los países que lo bordean. Es una ruta internacional esencial para el transporte marítimo – que conecta al Océano Índico con el Océano Pacífico – y a través de la cual pasan a diario aproximadamente 300 embarcaciones, incluyéndose entre ellas 200 barcos petroleros.
La comunidad internacional debería condenar la militarización de las Islas Spratly que lleva a cabo China y debería instar a que este país revierta ese curso, minimizando así el riesgo de un conflicto que podría ser aún más desastroso para el medio ambiente marino. En términos más generales, todos los países responsables de la degradación y destrucción de los ecosistemas en las aguas poco profundas del Mar Meridional de China deben detener las actividades que amenazan la biodiversidad y la productividad económica de la región.
La reclamación de China sobre las islas Spratly y una gran parte del Mar Meridional de China se basa en la llamada línea de los nueve guiones, una demarcación que se extiende bien al sur de su territorio que ha sido impugnada en varias ocasiones desde que fue propuesta por primera vez después de la Segunda Guerra Mundial. Y los recientes esfuerzos de reclamación de tierras de China violan varias convenciones ambientales internacionales, en particular el Convenio sobre la Diversidad Biológica (CDB) y la Convención sobre el Comercio Internacional de Especies Amenazadas de Fauna y Flora (CITES).
Las acciones de China en el Mar Meridional de China también contravienen la Convención de las Naciones Unidas sobre el Derecho del Mar del año 1982, que garantiza el derecho a la navegación en sus aguas. Y la militarización por parte de China de las Islas Spratly es claramente una violación de la Declaración sobre la Conducta de las Partes en el Mar Meridional de China. La declaración exige a sus firmantes (los miembros de la Asociación de Naciones del Sudeste Asiático y China) “actuar con moderación en la realización de actividades que puedan complicar o escalar los conflictos y afectar la paz y la estabilidad”. Esto incluye “abstenerse de acciones que buscan habitar las islas, arrecifes, bancos de arena, cayos, y otros lugares relacionados que se encuentran actualmente deshabitados, y gestionar sus diferencias de manera constructiva”.
Trece años después de esa declaración, la ASEAN debe redoblar sus esfuerzos para llegar a un acuerdo con China sobre el estatus de las islas Spratly y el Mar Meridional de China. Y, la comunidad internacional debería apoyar dicho esfuerzo.
Todos los países de la región tienen la responsabilidad de vigilar y preservar el medio ambiente marino y gestionar sus recursos. Pero la verdadera responsabilidad recae sobre China. Cuando se trata de derecho internacional, corresponde a los países más poderosos del mundo predicar con el ejemplo. China debe cumplir con sus obligaciones – comenzando con aquellas en el Mar Meridional de China.
Traducido del inglés por Rocío L. Barrientos.
CIUDAD HO CHI MINH – Desde diciembre de 2013, China ha añadido más de 1,200 hectáreas a islas en el Mar Meridional de China. Las implicaciones geopolíticas de estos esfuerzos de reclamación de tierras están bien documentados: la mayor parte de dicha actividad se llevó a cabo en las Islas Spratly, un archipiélago en las aguas entre Vietnam, Malasia y Filipinas, países que junto con China, Taiwán y Brunei tienen reclamaciones contrapuestas sobre esta región.
Existe menos debate sobre el impacto ambiental del proyecto, mismo que bordea lo catastrófico. Las actividades de China ponen en peligro a poblaciones de peces, amenazan la biodiversidad marina y crean un riesgo a largo plazo para algunas de las formas de vida marina más espectaculares del mundo.
Miles de arrecifes de coral, praderas de pastos marinos y otros ecosistemas de aguas poco profundas están siendo rápidamente destruidos y enterrados a medida que los líderes de China se apresuran a ir tras el logro de su objetivo de reclamación territorial sobre la región. El proyecto de reclamación de tierras está socavando la conexión ecológica entre las Islas Spratly y el Mar Meridional de China, cortando el suministro de nutrientes de los cuales dependen estos ecosistemas.
Por otra parte, la postura belicosa de China, junto con su derecho indefinido de propiedad sobre la región y sus poblaciones de peces, condujeron a una sobrepesca destructiva, que degrada el ecosistema marino y amenaza a especies en peligro de extinción, incluyendo a tortugas marinas, tiburones y almejas gigantes. Desde el año 2010, las reservas pesqueras en las Islas Spratly y la parte occidental del Mar Meridional de China se han reducido en un 16%.
Aproximadamente 300 millones de personas dependen de los recursos marinos del Mar de China Meridional para mantener sus medios de subsistencia; si la China continuase en su curso actual, el riesgo de dislocación económica masiva crecerá. Pero, el Mar Meridional de China es un importante cuerpo de agua para todo el mundo, no sólo para los países que lo bordean. Es una ruta internacional esencial para el transporte marítimo – que conecta al Océano Índico con el Océano Pacífico – y a través de la cual pasan a diario aproximadamente 300 embarcaciones, incluyéndose entre ellas 200 barcos petroleros.
La comunidad internacional debería condenar la militarización de las Islas Spratly que lleva a cabo China y debería instar a que este país revierta ese curso, minimizando así el riesgo de un conflicto que podría ser aún más desastroso para el medio ambiente marino. En términos más generales, todos los países responsables de la degradación y destrucción de los ecosistemas en las aguas poco profundas del Mar Meridional de China deben detener las actividades que amenazan la biodiversidad y la productividad económica de la región.
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La reclamación de China sobre las islas Spratly y una gran parte del Mar Meridional de China se basa en la llamada línea de los nueve guiones, una demarcación que se extiende bien al sur de su territorio que ha sido impugnada en varias ocasiones desde que fue propuesta por primera vez después de la Segunda Guerra Mundial. Y los recientes esfuerzos de reclamación de tierras de China violan varias convenciones ambientales internacionales, en particular el Convenio sobre la Diversidad Biológica (CDB) y la Convención sobre el Comercio Internacional de Especies Amenazadas de Fauna y Flora (CITES).
Las acciones de China en el Mar Meridional de China también contravienen la Convención de las Naciones Unidas sobre el Derecho del Mar del año 1982, que garantiza el derecho a la navegación en sus aguas. Y la militarización por parte de China de las Islas Spratly es claramente una violación de la Declaración sobre la Conducta de las Partes en el Mar Meridional de China. La declaración exige a sus firmantes (los miembros de la Asociación de Naciones del Sudeste Asiático y China) “actuar con moderación en la realización de actividades que puedan complicar o escalar los conflictos y afectar la paz y la estabilidad”. Esto incluye “abstenerse de acciones que buscan habitar las islas, arrecifes, bancos de arena, cayos, y otros lugares relacionados que se encuentran actualmente deshabitados, y gestionar sus diferencias de manera constructiva”.
Trece años después de esa declaración, la ASEAN debe redoblar sus esfuerzos para llegar a un acuerdo con China sobre el estatus de las islas Spratly y el Mar Meridional de China. Y, la comunidad internacional debería apoyar dicho esfuerzo.
Todos los países de la región tienen la responsabilidad de vigilar y preservar el medio ambiente marino y gestionar sus recursos. Pero la verdadera responsabilidad recae sobre China. Cuando se trata de derecho internacional, corresponde a los países más poderosos del mundo predicar con el ejemplo. China debe cumplir con sus obligaciones – comenzando con aquellas en el Mar Meridional de China.
Traducido del inglés por Rocío L. Barrientos.