El anuncio del pasado fin de semana de que los legisladores iraquíes finalmente formaron un gobierno de unidad es una noticia bienvenida, tanto para Irak como para George W. Bush y Tony Blair. Los gobiernos de Estados Unidos y Gran Bretaña, cada vez menos populares en sus países, necesitaban desesperadamente alguna evidencia tangible de progreso para calmar a sus críticos internos y empezar a hablar abiertamente de una estrategia de salida. Sin embargo, los mayores desafíos de Irak están por delante. Si Bush y Blair declaran la victoria antes de que hayan comenzado las verdaderas batallas, socavarán el proceso con el que ambos se comprometieron tanto y a tan alto costo.
El anuncio del pasado fin de semana de que los legisladores iraquíes finalmente formaron un gobierno de unidad es una noticia bienvenida, tanto para Irak como para George W. Bush y Tony Blair. Los gobiernos de Estados Unidos y Gran Bretaña, cada vez menos populares en sus países, necesitaban desesperadamente alguna evidencia tangible de progreso para calmar a sus críticos internos y empezar a hablar abiertamente de una estrategia de salida. Sin embargo, los mayores desafíos de Irak están por delante. Si Bush y Blair declaran la victoria antes de que hayan comenzado las verdaderas batallas, socavarán el proceso con el que ambos se comprometieron tanto y a tan alto costo.