MEDELLÍN – En septiembre de 2015, los gobiernos de 193 países se plantearon una serie de Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) con plazo en 2030, que forman el plan de promoción del desarrollo humano más ambicioso de la historia. Pero a casi dos años del inicio del proceso, hay motivos de inquietud: todo indica que la cantidad de fondos obtenidos hasta ahora será insuficiente, y en algunos países faltan datos adecuados para medir el avance en el terreno. Estas noticias ponen a prueba hasta al optimista más acérrimo.
Pero también hay muchas razones para la esperanza. Hace poco visité Colombia, un país que por fin está dejando atrás décadas de conflicto civil con las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC) y se prepara para llevar los ODS a buen puerto.
El logro de los ODS demandará en cada país que el gobierno, las empresas, los organismos de ayuda, los bancos multilaterales y la sociedad civil trabajen juntos, adopten estrategias flexibles, compartan información, midan adecuadamente los avances y sean conscientes de la interconexión de los variados objetivos. Al parecer Colombia lo ha comprendido muy bien, y está aplicando una metodología integrada que aprovecha las fortalezas de cada uno de los actores.
Empecemos con el gobierno. Según el ministro de finanzas de Colombia, Mauricio Cárdenas Santamaría, el país encaró los ODS en forma localizada a través del departamento de planificación, y los está usando como marco rector para hacer reformas relacionadas con la implementación del acuerdo de paz con las FARC, el ingreso a la OCDE, el Plan Nacional de Desarrollo y el acuerdo climático de París.
Además, Cárdenas señala que para las autoridades colombianas es muy importante resaltar los beneficios de estas iniciativas para la población, en áreas que van de la salud y la educación al empleo. Son conscientes de que una metodología verticalista no funcionará: para alcanzar los ODS, es necesario que todos los niveles del gobierno, la economía y la sociedad estén compenetrados con los objetivos y comprendan los efectos concretos de su obtención.
Para sumar al empresariado, la Cámara de Comercio de Bogotá, dirigida por Mónica de Greiff, emprendió una campaña de concientización sobre los ODS entre sus 640 000 integrantes, y ofrece capacitación en sectores como la construcción y la atención médica. El objetivo es no sólo alcanzar los ODS, sino también aumentar la competitividad general de la economía.
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Lo bueno es que (como señala Bruce MacMaster, integrante de ANDI, una asociación empresarial y de estudios con sede en Bogotá) las empresas tienen fuertes incentivos para consolidar los avances logrados con el proceso de paz, especialmente en áreas remotas que llevaban mucho tiempo desconectadas de los servicios del Estado. Y a modo de ejemplo, en Medellín (otrora capital mundial del tráfico de drogas ilícitas) me reuní con dirigentes de empresas, grandes y pequeñas, que ya están incorporando los ODS a sus planes de negocios y cadenas de suministro.
ANDI apoya estos esfuerzos de diversas formas, por ejemplo, mediante una campaña de concientización a industrias tan diversas como la minería y la producción de bebidas sobre los beneficios de mantener la pureza y abundancia de los recursos hídricos. El resultado será una mejor protección de las cuencas (un aspecto crucial del logro del objetivo 6, referido al agua y el saneamiento, entre otros).
Por supuesto, en un proceso realmente impulsado por las bases, es vital una fuerte participación de las comunidades locales y la sociedad civil. Y en Colombia, ya hay un firme involucramiento de los jóvenes en la promoción y la implementación de los ODS. Durante mi visita, líderes juveniles de la Comuna 13 de Medellín me mostraron orgullosos los avances logrados en su barrio, una zona de bajos ingresos.
En los noventa, cuando Medellín tenía la tasa de homicidios más alta del mundo, la Comuna 13 era una de las partes más peligrosas de la ciudad. Hoy es un área llena de vida que ha mejorado gracias a una serie de inversiones estratégicas en transporte público (que incluyen el Metrocable y nuevas estaciones de metro), educación (bibliotecas y escuelas) y seguridad. En todo el país se necesitarán inversiones estratégicas similares para que nadie quede rezagado, y en esto, un objetivo crucial es el empoderamiento de las mujeres adultas y adolescentes.
El papel de los gobiernos municipales y regionales en relación con esos avances en el nivel local es particularmente importante. Todos los ODS incluyen provisiones directamente relacionadas con las responsabilidades de estos niveles de gobierno (en particular lo referido a la provisión de servicios básicos), pero el elemento clave para el proceso de localización se encuentra en el ODS 11, que hace hincapié en la inclusividad, seguridad, resiliencia y sostenibilidad de las ciudades.
Ese proceso cuenta con el respaldo del Banco Mundial, las Naciones Unidas y otros organismos internacionales de ayuda al desarrollo, que trabajan para dar un apoyo más eficaz y coordinado a todos los niveles de gobierno. Pero para que funcione es imperioso que los gobiernos locales mejoren su capacidad propia en áreas clave como el control de gastos, el aumento de ingresos, la financiación responsable y la calificación crediticia.
El banco colombiano de desarrollo FINDETER busca promover esas mejoras mediante un fortalecimiento de las finanzas públicas y de la capacidad de gestión y planificación de los gobiernos municipales, que les permita optimizar la inversión en infraestructura y provisión de servicios, y así avanzar hacia los objetivos de desarrollo en el nivel local. Instituciones como FINDETER serán cruciales para la localización del proceso de implementación de los ODS de modo tal de reforzar el trabajo de los gobiernos municipales en todo el país.
Además de la mejora de sus capacidades, los gobiernos municipales deben adoptar la innovación inteligente, algo que, por ejemplo, ha sido esencial para el avance logrado por Medellín en la reducción del delito y la violencia urbanos, la mejora de la movilidad y el fortalecimiento de la inclusión social. Lo mismo puede decirse de la ciudad de Bucaramanga y su éxito en la atracción de la inversión privada y la creación de alianzas público‑privadas para la mejora de la competitividad.
Para facilitar esas innovaciones y anticiparse a posibles desafíos e imprevistos, se necesitan cuidadosos procesos de planificación, que incluyan un marco nacional bien definido y mecanismos de supervisión eficaces. Por ejemplo, algunas dificultades que pueden surgir en Colombia se relacionan con la persistencia del tráfico de drogas y con la crisis que se desarrolla en Venezuela, que lleva a miles de venezolanos pobres y desesperados a cruzar la frontera.
Colombia todavía tiene mucho que hacer para alcanzar los ODS, pero la metodología localizada e integrada que adoptó es un buen comienzo. Sería bueno que otros países sigan el ejemplo.
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At the end of a year of domestic and international upheaval, Project Syndicate commentators share their favorite books from the past 12 months. Covering a wide array of genres and disciplines, this year’s picks provide fresh perspectives on the defining challenges of our time and how to confront them.
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MEDELLÍN – En septiembre de 2015, los gobiernos de 193 países se plantearon una serie de Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) con plazo en 2030, que forman el plan de promoción del desarrollo humano más ambicioso de la historia. Pero a casi dos años del inicio del proceso, hay motivos de inquietud: todo indica que la cantidad de fondos obtenidos hasta ahora será insuficiente, y en algunos países faltan datos adecuados para medir el avance en el terreno. Estas noticias ponen a prueba hasta al optimista más acérrimo.
Pero también hay muchas razones para la esperanza. Hace poco visité Colombia, un país que por fin está dejando atrás décadas de conflicto civil con las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC) y se prepara para llevar los ODS a buen puerto.
El logro de los ODS demandará en cada país que el gobierno, las empresas, los organismos de ayuda, los bancos multilaterales y la sociedad civil trabajen juntos, adopten estrategias flexibles, compartan información, midan adecuadamente los avances y sean conscientes de la interconexión de los variados objetivos. Al parecer Colombia lo ha comprendido muy bien, y está aplicando una metodología integrada que aprovecha las fortalezas de cada uno de los actores.
Empecemos con el gobierno. Según el ministro de finanzas de Colombia, Mauricio Cárdenas Santamaría, el país encaró los ODS en forma localizada a través del departamento de planificación, y los está usando como marco rector para hacer reformas relacionadas con la implementación del acuerdo de paz con las FARC, el ingreso a la OCDE, el Plan Nacional de Desarrollo y el acuerdo climático de París.
Además, Cárdenas señala que para las autoridades colombianas es muy importante resaltar los beneficios de estas iniciativas para la población, en áreas que van de la salud y la educación al empleo. Son conscientes de que una metodología verticalista no funcionará: para alcanzar los ODS, es necesario que todos los niveles del gobierno, la economía y la sociedad estén compenetrados con los objetivos y comprendan los efectos concretos de su obtención.
Para sumar al empresariado, la Cámara de Comercio de Bogotá, dirigida por Mónica de Greiff, emprendió una campaña de concientización sobre los ODS entre sus 640 000 integrantes, y ofrece capacitación en sectores como la construcción y la atención médica. El objetivo es no sólo alcanzar los ODS, sino también aumentar la competitividad general de la economía.
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Lo bueno es que (como señala Bruce MacMaster, integrante de ANDI, una asociación empresarial y de estudios con sede en Bogotá) las empresas tienen fuertes incentivos para consolidar los avances logrados con el proceso de paz, especialmente en áreas remotas que llevaban mucho tiempo desconectadas de los servicios del Estado. Y a modo de ejemplo, en Medellín (otrora capital mundial del tráfico de drogas ilícitas) me reuní con dirigentes de empresas, grandes y pequeñas, que ya están incorporando los ODS a sus planes de negocios y cadenas de suministro.
ANDI apoya estos esfuerzos de diversas formas, por ejemplo, mediante una campaña de concientización a industrias tan diversas como la minería y la producción de bebidas sobre los beneficios de mantener la pureza y abundancia de los recursos hídricos. El resultado será una mejor protección de las cuencas (un aspecto crucial del logro del objetivo 6, referido al agua y el saneamiento, entre otros).
Por supuesto, en un proceso realmente impulsado por las bases, es vital una fuerte participación de las comunidades locales y la sociedad civil. Y en Colombia, ya hay un firme involucramiento de los jóvenes en la promoción y la implementación de los ODS. Durante mi visita, líderes juveniles de la Comuna 13 de Medellín me mostraron orgullosos los avances logrados en su barrio, una zona de bajos ingresos.
En los noventa, cuando Medellín tenía la tasa de homicidios más alta del mundo, la Comuna 13 era una de las partes más peligrosas de la ciudad. Hoy es un área llena de vida que ha mejorado gracias a una serie de inversiones estratégicas en transporte público (que incluyen el Metrocable y nuevas estaciones de metro), educación (bibliotecas y escuelas) y seguridad. En todo el país se necesitarán inversiones estratégicas similares para que nadie quede rezagado, y en esto, un objetivo crucial es el empoderamiento de las mujeres adultas y adolescentes.
El papel de los gobiernos municipales y regionales en relación con esos avances en el nivel local es particularmente importante. Todos los ODS incluyen provisiones directamente relacionadas con las responsabilidades de estos niveles de gobierno (en particular lo referido a la provisión de servicios básicos), pero el elemento clave para el proceso de localización se encuentra en el ODS 11, que hace hincapié en la inclusividad, seguridad, resiliencia y sostenibilidad de las ciudades.
Ese proceso cuenta con el respaldo del Banco Mundial, las Naciones Unidas y otros organismos internacionales de ayuda al desarrollo, que trabajan para dar un apoyo más eficaz y coordinado a todos los niveles de gobierno. Pero para que funcione es imperioso que los gobiernos locales mejoren su capacidad propia en áreas clave como el control de gastos, el aumento de ingresos, la financiación responsable y la calificación crediticia.
El banco colombiano de desarrollo FINDETER busca promover esas mejoras mediante un fortalecimiento de las finanzas públicas y de la capacidad de gestión y planificación de los gobiernos municipales, que les permita optimizar la inversión en infraestructura y provisión de servicios, y así avanzar hacia los objetivos de desarrollo en el nivel local. Instituciones como FINDETER serán cruciales para la localización del proceso de implementación de los ODS de modo tal de reforzar el trabajo de los gobiernos municipales en todo el país.
Además de la mejora de sus capacidades, los gobiernos municipales deben adoptar la innovación inteligente, algo que, por ejemplo, ha sido esencial para el avance logrado por Medellín en la reducción del delito y la violencia urbanos, la mejora de la movilidad y el fortalecimiento de la inclusión social. Lo mismo puede decirse de la ciudad de Bucaramanga y su éxito en la atracción de la inversión privada y la creación de alianzas público‑privadas para la mejora de la competitividad.
Para facilitar esas innovaciones y anticiparse a posibles desafíos e imprevistos, se necesitan cuidadosos procesos de planificación, que incluyan un marco nacional bien definido y mecanismos de supervisión eficaces. Por ejemplo, algunas dificultades que pueden surgir en Colombia se relacionan con la persistencia del tráfico de drogas y con la crisis que se desarrolla en Venezuela, que lleva a miles de venezolanos pobres y desesperados a cruzar la frontera.
Colombia todavía tiene mucho que hacer para alcanzar los ODS, pero la metodología localizada e integrada que adoptó es un buen comienzo. Sería bueno que otros países sigan el ejemplo.
Traducción: Esteban Flamini