NUEVA YORK – La desigualdad global hoy ha llegado a niveles observados por última vez a fines del siglo XIX y sigue aumentando. Con ello ha surgido una creciente sensación de privación de derechos que ha alimentado la alienación y la rabia, e incluso ha engendrado nacionalismos y xenofobia. A medida que la gente lucha por conservar su menguante parte del pastel, su ansiedad ha creado espacio político para movimientos populistas oportunistas, sacudiendo el orden mundial en el intertanto.
NUEVA YORK – La desigualdad global hoy ha llegado a niveles observados por última vez a fines del siglo XIX y sigue aumentando. Con ello ha surgido una creciente sensación de privación de derechos que ha alimentado la alienación y la rabia, e incluso ha engendrado nacionalismos y xenofobia. A medida que la gente lucha por conservar su menguante parte del pastel, su ansiedad ha creado espacio político para movimientos populistas oportunistas, sacudiendo el orden mundial en el intertanto.