LONDRES – Había una vez un tiempo en el que muchos consideraban que estar en el medio de la distribución -socialmente, políticamente y en el mundo empresarial- era un desenlace favorable, estabilizador y deseable. Desde el rol de anclaje en la sociedad de la clase media hasta la agilidad y resiliencia de las medianas empresas, se creía que el medio era consistente con un bienestar tanto individual como colectivo. Sin embargo, en los últimos años, el medio se ha vuelto menos estable, menos predecible y más elusivo, y su primacía -en economía, en política, en los negocios, en la gestión de activos y hasta en el deporte- se ha vuelto cada vez más insustentable.
LONDRES – Había una vez un tiempo en el que muchos consideraban que estar en el medio de la distribución -socialmente, políticamente y en el mundo empresarial- era un desenlace favorable, estabilizador y deseable. Desde el rol de anclaje en la sociedad de la clase media hasta la agilidad y resiliencia de las medianas empresas, se creía que el medio era consistente con un bienestar tanto individual como colectivo. Sin embargo, en los últimos años, el medio se ha vuelto menos estable, menos predecible y más elusivo, y su primacía -en economía, en política, en los negocios, en la gestión de activos y hasta en el deporte- se ha vuelto cada vez más insustentable.