ÁMSTERDAM – Después de descubrir la insulina en 1921, los científicos canadienses que lograron ese importantísimo avance vendieron la patente de su fórmula por solo un dólar canadiense. Como dijo en ese momento el investigador médico Frederick Banting, querían maximizar su disponibilidad porque «pertenece al mundo». Durante el siglo que pasó desde entonces se desarrolló una gran cantidad de formas mejoradas de insulina, que ofrecen más eficiencia y comodidad a la gente con diabetes. Sin embargo, millones de personas aún sufren dificultades para acceder a cualquiera de las versiones de este medicamento que puede salvarles la vida.
ÁMSTERDAM – Después de descubrir la insulina en 1921, los científicos canadienses que lograron ese importantísimo avance vendieron la patente de su fórmula por solo un dólar canadiense. Como dijo en ese momento el investigador médico Frederick Banting, querían maximizar su disponibilidad porque «pertenece al mundo». Durante el siglo que pasó desde entonces se desarrolló una gran cantidad de formas mejoradas de insulina, que ofrecen más eficiencia y comodidad a la gente con diabetes. Sin embargo, millones de personas aún sufren dificultades para acceder a cualquiera de las versiones de este medicamento que puede salvarles la vida.