MUNICH – Los líderes de Estados Unidos y la Unión Europea están cometiendo un grave error al pensar que la Rusia del presidente Vladimir Putin es un aliado potencial en la lucha contra el Estado Islámico. La evidencia los contradice. Putin actualmente busca promover la desintegración de la UE, y la mejor forma de lograrlo es inundarla con refugiados sirios.
Los aviones rusos han estado bombardeando a la población civil en el sur de Siria, obligándola a huir hacia Jordania y el Líbano. Hay ahora 20 000 refugiados sirios acampando en el desierto que esperan ser admitidos en Jordania; una cantidad menor esperando para ingresar al Líbano y ambos grupos están creciendo.
Rusia también ha lanzado un ataque aéreo a gran escala contra civiles en el norte de Siria. A esto le siguió un asalto por tierra del ejército del presidente sirio Bashar al-Assad contra Alepo, una ciudad que solía tener 2 000 000 de habitantes. Las bombas de barriles llevaron a que 70 000 civiles huyeran hacia Turquía; y la ofensiva terrestre podía desarraigar a muchos más.
Las familias que se están desplazando tal vez no se detengan en Turquía. La canciller alemana Angela Merkel voló a Ankara el 9 de febrero para ocuparse de acuerdos de último momento con el gobierno turco para inducir a los refugiados que ya están en Turquía a prolongar su estadía allí. Ofreció aerotransportar entre 200 000 y 300 000 refugiados sirios por año directamente hacia Europa con la condición de que Turquía evite que ingresen a Grecia y los acepte nuevamente si lo hacen.
Putin es un talentoso táctico, pero no un pensador estratégico. Ningún motivo hace pensar que intervino en Siria para agravar la crisis de los refugiados europeos. De hecho, su intervención fue un error garrafal estratégico, porque lo involucró en un conflicto con el presidente turco Recep Tayyip Erdoğan que ha herido los intereses de ambos.
Pero una vez que vio la oportunidad de acelerar la desintegración de la UE, la aprovechó. Ha hecho confundido sus acciones hablando de cooperación contra un enemigo común: ISIS. Usó un enfoque similar en Ucrania cuando firmó el acuerdo de Minsk, pero no cumplió sus disposiciones.
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Es difícil entender por qué los líderes de EE. UU. y la UE aceptan la palabra de Putin en vez de juzgarlo por su comportamiento. La única explicación que puedo encontrar es que los políticos democráticos buscan tranquilizar a sus públicos mostrando una imagen más favorable de la que justifica la realidad. El hecho es que la Rusia de Putin y la UE compiten en una carrera contra el tiempo, la cuestión es cuál de ellas colapsará primero.
El régimen de Putin enfrenta la bancarrota en 2017, cuando vence una gran parte de su deuda pública... la agitación política puede estallar antes de eso. La popularidad de Putin, que continúa siendo elevada, depende de un pacto social que exige al gobierno estabilidad financiera y un lento pero creciente nivel de vida. Las sanciones de Occidente sumadas a la brusca baja del precio del petróleo llevarán a que el régimen fracase en ambos frentes.
El déficit presupuestario ruso llega al 7 % de su PIB y el gobierno tendrá que recortarlo al 3 % para evitar que la inflación se salga de control. El fondo para la seguridad social de Rusia se está quedando sin dinero y debe fusionarse con el fondo de infraestructura gubernamental para reabastecerse. Esta y otras situaciones tendrán un efecto negativo sobre el nivel de vida y las opiniones del electorado antes de las elecciones parlamentarias en otoño.
La manera más eficaz que tiene el régimen de Putin para evitar su colapso es lograr que la UE caiga antes. Una UE que se esté viniendo abajo no será capaz de mantener las sanciones que ha impuesto a Rusia después de su incursión a Ucrania. Por el contrario, Putin obtendrá considerables beneficios económicos gracias a la división de Europa y la explotación de sus conexiones con las partes y los intereses comerciales antieuropeos que ha cultivado cuidadosamente.
Como están las cosas, la UE está lista para desintegrarse. Desde la crisis financiera de 2008 y los subsiguientes paquetes de rescate para Grecia, la UE ha aprendido a arreglárselas una crisis tras otra. Pero hoy enfrenta cinco o seis crisis simultáneas y eso puede ser demasiado. Como Merkel previó correctamente, la crisis migratoria puede llegar a destruir a la UE.
Cuando un estado o una asociación de estados se encuentran en peligro mortal, es mejor para sus líderes enfrentar la dura realidad que ignorarla. La lucha por la supervivencia enfrenta a la UE contra la Rusia de Putin. ISIS es una amenaza para ambas, pero no hay que sobreestimarla. Los ataques llevados a cabo por los terroristas yijadistas, por más aterradores que sean, no se comparan con la amenaza que proviene de Rusia.
ISIS (y antes de él, Al Qaeda) ha reconocido en talón de Aquiles de la civilización occidental —el temor a la muerte— y aprendió a explotarlo. Al despertar la islamofobia latente en Occidente e inducir tanto al público como a los gobiernos a tratar a los musulmanes con sospecha, esperan convencer a los jóvenes musulmanes de que no hay alternativa al terrorismo. Una vez que se entienda esta estrategia, se puede aplicar un simple antídoto: negarse a comportarse como lo desean los enemigos.
La amenaza que proviene de la Rusia de Putin será difícil de contrarrestar... no reconocerla hará que la tarea resulte aún más difícil.
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Governing Syria has never been a simple affair, given the country’s complex cultural, ethnic, and religious composition. The best chance the country has following the ouster of Bashar al-Assad is to follow the roadmap that the United Nations adopted in 2015.
urges all parties involved to support the political roadmap that the United Nations adopted in 2015.
Dominant intellectual frameworks persist until their limitations in describing reality become undeniable, paving the way for a new paradigm. The idea that the world can and will replace fossil fuels with renewables has reached that point.
argue that replacing fossil fuels with renewables is an idea that has exhausted its utility.
MUNICH – Los líderes de Estados Unidos y la Unión Europea están cometiendo un grave error al pensar que la Rusia del presidente Vladimir Putin es un aliado potencial en la lucha contra el Estado Islámico. La evidencia los contradice. Putin actualmente busca promover la desintegración de la UE, y la mejor forma de lograrlo es inundarla con refugiados sirios.
Los aviones rusos han estado bombardeando a la población civil en el sur de Siria, obligándola a huir hacia Jordania y el Líbano. Hay ahora 20 000 refugiados sirios acampando en el desierto que esperan ser admitidos en Jordania; una cantidad menor esperando para ingresar al Líbano y ambos grupos están creciendo.
Rusia también ha lanzado un ataque aéreo a gran escala contra civiles en el norte de Siria. A esto le siguió un asalto por tierra del ejército del presidente sirio Bashar al-Assad contra Alepo, una ciudad que solía tener 2 000 000 de habitantes. Las bombas de barriles llevaron a que 70 000 civiles huyeran hacia Turquía; y la ofensiva terrestre podía desarraigar a muchos más.
Las familias que se están desplazando tal vez no se detengan en Turquía. La canciller alemana Angela Merkel voló a Ankara el 9 de febrero para ocuparse de acuerdos de último momento con el gobierno turco para inducir a los refugiados que ya están en Turquía a prolongar su estadía allí. Ofreció aerotransportar entre 200 000 y 300 000 refugiados sirios por año directamente hacia Europa con la condición de que Turquía evite que ingresen a Grecia y los acepte nuevamente si lo hacen.
Putin es un talentoso táctico, pero no un pensador estratégico. Ningún motivo hace pensar que intervino en Siria para agravar la crisis de los refugiados europeos. De hecho, su intervención fue un error garrafal estratégico, porque lo involucró en un conflicto con el presidente turco Recep Tayyip Erdoğan que ha herido los intereses de ambos.
Pero una vez que vio la oportunidad de acelerar la desintegración de la UE, la aprovechó. Ha hecho confundido sus acciones hablando de cooperación contra un enemigo común: ISIS. Usó un enfoque similar en Ucrania cuando firmó el acuerdo de Minsk, pero no cumplió sus disposiciones.
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Es difícil entender por qué los líderes de EE. UU. y la UE aceptan la palabra de Putin en vez de juzgarlo por su comportamiento. La única explicación que puedo encontrar es que los políticos democráticos buscan tranquilizar a sus públicos mostrando una imagen más favorable de la que justifica la realidad. El hecho es que la Rusia de Putin y la UE compiten en una carrera contra el tiempo, la cuestión es cuál de ellas colapsará primero.
El régimen de Putin enfrenta la bancarrota en 2017, cuando vence una gran parte de su deuda pública... la agitación política puede estallar antes de eso. La popularidad de Putin, que continúa siendo elevada, depende de un pacto social que exige al gobierno estabilidad financiera y un lento pero creciente nivel de vida. Las sanciones de Occidente sumadas a la brusca baja del precio del petróleo llevarán a que el régimen fracase en ambos frentes.
El déficit presupuestario ruso llega al 7 % de su PIB y el gobierno tendrá que recortarlo al 3 % para evitar que la inflación se salga de control. El fondo para la seguridad social de Rusia se está quedando sin dinero y debe fusionarse con el fondo de infraestructura gubernamental para reabastecerse. Esta y otras situaciones tendrán un efecto negativo sobre el nivel de vida y las opiniones del electorado antes de las elecciones parlamentarias en otoño.
La manera más eficaz que tiene el régimen de Putin para evitar su colapso es lograr que la UE caiga antes. Una UE que se esté viniendo abajo no será capaz de mantener las sanciones que ha impuesto a Rusia después de su incursión a Ucrania. Por el contrario, Putin obtendrá considerables beneficios económicos gracias a la división de Europa y la explotación de sus conexiones con las partes y los intereses comerciales antieuropeos que ha cultivado cuidadosamente.
Como están las cosas, la UE está lista para desintegrarse. Desde la crisis financiera de 2008 y los subsiguientes paquetes de rescate para Grecia, la UE ha aprendido a arreglárselas una crisis tras otra. Pero hoy enfrenta cinco o seis crisis simultáneas y eso puede ser demasiado. Como Merkel previó correctamente, la crisis migratoria puede llegar a destruir a la UE.
Cuando un estado o una asociación de estados se encuentran en peligro mortal, es mejor para sus líderes enfrentar la dura realidad que ignorarla. La lucha por la supervivencia enfrenta a la UE contra la Rusia de Putin. ISIS es una amenaza para ambas, pero no hay que sobreestimarla. Los ataques llevados a cabo por los terroristas yijadistas, por más aterradores que sean, no se comparan con la amenaza que proviene de Rusia.
ISIS (y antes de él, Al Qaeda) ha reconocido en talón de Aquiles de la civilización occidental —el temor a la muerte— y aprendió a explotarlo. Al despertar la islamofobia latente en Occidente e inducir tanto al público como a los gobiernos a tratar a los musulmanes con sospecha, esperan convencer a los jóvenes musulmanes de que no hay alternativa al terrorismo. Una vez que se entienda esta estrategia, se puede aplicar un simple antídoto: negarse a comportarse como lo desean los enemigos.
La amenaza que proviene de la Rusia de Putin será difícil de contrarrestar... no reconocerla hará que la tarea resulte aún más difícil.
Traducción al español por Leopoldo Gurman.